Katsuki Bakugo, el soberano del territorio Bakugo, es un alpha dominante de 20 años temido por sus enemigos y conocido como una persona cruel, lleva toda su vida protegiendo su territorio, sin buscar ayuda de otros, ni tener a alguien a su lado co...
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-Entonces- sujetó al revoltoso peliverde que se hallaba ahora dormido, después de escuchar el comienzo de la historia de su madre. - ¿Lo que usted está tratando de decirme, es que mi omega es el heredero de un reino?- La historia aún no entraba en su cabeza, y menos cuando hacía ya bastante tiempo que no se metía en las religiones, ni nada relacionado con las deidades, al menos, no después de que su madre falleciera.
-Como ya he dicho, mi hijo es el legitimo heredero del reino Yagi, la nación central del continente. - Este solo procesaba la información de la beta.- Y como ya habrá notado en estos días, mi hijo ya no tiene una cicatriz en su cuerpo, sino una marca en forma de mariposa. Que se ha formado gracias a usted. Lo más probable es que en estos días empiecen a suceder unas cuantas cosas fuera de lo normal con mi hijo a causa de esta. - Suspiró- Y cuando eso comience, en el reino se sabrá, y vendrán a buscarlo, y no precisamente para darle la bienvenida. Hui del país para evitar eso, pero gracias a usted no ha podido ser.-
- Él no va a huir sin mí a ningún lugar. Ahora el me pertenece a mí, no a usted. - La mirada amenazante se clavó en la mujer, para cambiar a una un tanto más relajada.- No se hable más, usted vivirá con nosotros- Inko lo miraba incrédula ante las palabras del cenizo. - Mi ejercito estará listo para cualquier ataque, tenemos una de las mejores tropas del mundo. No dejaré que le hagan nada, puedo asegurárselo.
-Usted no está en sus cabales. - La mirada carmesí, un tanto enfadada, le asustó.-No tienen ni idea de cómo está el país contrario. No dudo que este país esté bien, militarmente hablando. Pero ellos cuentan con ases en la manga que harán a mi hijo moverse entre el peligro. Por mucho que diga que es su pertenencia, sigue siendo una persona. Y dudo que este de acuerdo en todo lo que le diga.-El alfa soltaba dominación por todos los poros de su piel, y ya sabía de antemano que su pareja no iba a estar de acuerdo con él siempre. Solo tendría que ponerle un ojo encima, y muy seguramente un guardia vigilándole cuando no estuviera con este.
-No se preocupe, lo mantendré a buen recaudo, ahora puede ir a hacer sus maletas, se mudará al ala este del palacio. - El cenizo solo movió un poco la muñeca y ya había una escolta para acompañar a la madre de su pareja.
-¿Y usted donde esta con mi hijo en este palacio? Si me permite saber- eso lo hizo sonreír.
-En el ala oeste, justo en la otra punta de donde estará usted, váyase tranquila, cuando me mi reina y yo estemos cogiendo cual conejos para dejar descendencia en el reino usted apenas podrá escuchar los gritos.- La peliverde puso una cara horrorizada con un tanto de asco, su pobre hijo, el cual apenas había tenido una charla decente sobre el sexo, seria violado por semejante animal.
- Si, lo que usted diga, si no le importa, podría dejar de mencionar a mi hijo como una mujer, no sé si lo has visto, pero no es una reina en absoluto.- Lo dijo remarcando la "a" en él una.- Cuando lo crie y bañé en mis propias manos se veía bastante bien que no era una mujer, no vaya a perder la vista antes de poder observarlo bien.- Sin más la omega se marchó junto al guardia, dejándolo petrificado junto a su omega dormido. No se esperaba la fría reacción de la omega, y más por discutir el género de su hijo, aunque claro está, se lo tenía merecido.