Me desperté con el sonido de mi celular.
Pero ¿quién demonios era?, hoy es sábado. Rápido lo agarré y contesté.
── ¿Qué quieres? ── dije en un tono durmiente.
──Hola Cass, soy Harry ──había olvidado que en una de mis conversaciones con Harry le di mi número telefónico.
──Lo siento por contestar así Harry, es que no acostumbro recibir llamadas tan temprano y dime ¿qué se te ofrece? ──hablé mientras me levantaba de la cama para mirarme al espejo.
──Bueno me preguntaba si querías mostrarme la ciudad, ya que solo a ti te conozco y me caes muy bien ──respondió algo nervioso.
──Claro bro, te mostraré mi territorio ──y fingí voz de hombre.
──Que buena imitación de un hombre──se rio ── ¿Qué te parece si nos vemos en el Starbucks que está a dos calles de la escuela?
──Entonces nos vemos allí a las 13.30
──Perfecto. Bueno, adiós. Nos vemos.
──Adiós.
Miré el reloj y eran las 10.42, tenía bastante tiempo. Bajé a desayunar y como siempre ahí estaba Isabela. Yo no le hablé, ella no me habló y yo me conformaba con eso. Cuando terminé de desayunar eran las 11.15.
Me fui a dar una ducha helada, salí, me sequé el cabello y me puse uno short, una polera y zapatillas. Al ver la hora ya eran las 13.23. Bajé y me despedí de mi madre que era la única que se encontraba allí. Sentí pena porque con ella tampoco me llevaba bien.
Me dirigí a Starbucks y ahí se encontraba Harry. Pero ésta vez se veía diferente, no parecía un nerd, parecía un chico muy casual.
Neh, no me importa.
Me acerqué a él.
──Hey ¿Qué tal? ──le di un leve empujón.
──Bien, estaba esperándote.
Caminamos a un lado de Starbucks donde rentaban bicicletas, cogimos unas y pasamos por toda la ciudad de Manchester. Fuimos al museo, de allí fuimos a centros comerciales, al parque, a un restaurant llamado “Driver” que tenía los mejores platos de la ciudad. Comimos y nos dirigimos a la playa.
──Me la pase increíble contigo eres la mejor linda──dijo Harry, dándome un abrazo.
──Me parece genial que te haya gustado el paseo, pero tendré que poner reglas a esta amistad──dije, cruzándome de brazos.
── ¿Cuáles son esas reglas?
──Nada de abrazos ni besos en la mejilla, y mucho menos que me digas linda──estaba a punto de darle un golpe en el hombro.
──Pero Cassie, ¿qué tiene de malo? Dime que ocurre──frunció el ceño.