26. Tormentoso

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Fictober 2020
26.Tormentoso

Había una vez, entre medio del bosque de los cuatro vientos, un pequeño pueblo al que pocos querían llegar. Algunos decían que cosas muy extrañas ocurrían allí, otros contaban leyendas sobre espíritus de guerra que merodeaban por los callejones, también afirmaban haber visto hadas traviesas y que incluso estaba maldito por una gran bruja malvada, pero eso no era lo peor, sino que se pensaba que cualquiera que llegaba al lugar se perdía en sus sueños. Era así como al poco tiempo se ganó una mala fama entre los alrededores y no recibían muchos turistas. En él solo vivían algunas familias que sobrevivían de los frutos que el bosque les otorgaba y de la caza de animales silvestres. Los pueblerinos eran los únicos que no se quejaban, consideraban que al no tener visitantes se ahorraban muchos problemas, además ellos nunca habían presenciado ninguna de esas barbaridades, solo se dedicaban a vivir tranquilos y felices.

Era por eso, que cuando el viento otoñal de octubre trajo a un joven hombre a la entrada de la aldea todo el mundo quedó impactado. Por un segundo dejaron de caminar, incluso de acarrear los sacos de cultivos, por un momento las calles del pueblo quedaron impregnadas de un silencio expectante. El muchacho tenía el cabello castaño parecido al de las avellanas, una tez medio morena y una figura delgada y esbelta que demostraba el largo camino que debió haber recorrido. Sin embargo, lo que más destacaban eran sus grandes y profundos ojos ámbares.

El chico caminaba con la vista al frente y sosteniendo su pequeño bolso en el que traía las pocas cosas que alcanzó a sacar antes de escapar de su destino y decidir buscar su lugar en el mundo. Nunca había oído de ese sitio que supuestamente estaba hechizado, pero cuando escuchó sus características, supo que era dónde debía ir. Fue así como buscó por todos lados y luego de grandes travesías, de pasar hambre e incluso frío, llegó a la equis marcada en su mapa. Se detuvo frente a un negocio de abarrotes y entró sin más. Tuvo que esquivar las ramas que entraban desde las ventanas para llegar al mesón y encontrarse con la mirada analítica de un joven de cabello azabache y ojos tan azules como el cielo de ese día.

—¿Quién eres forastero y qué lo trajo a honrarnos con su presencia? — preguntó de forma sarcástica y sin quitar la sonrisa de su rostro, el ambarino se cuestionó si esa era la bienvenida que acostumbraban dar a sus visitantes.

Se inclinó respetuosamente y respondió —Mi nombre es Syaoran, vengo desde muy lejos, pasé mucho tiempo perdido en el bosque de los cuatro vientos, pero al parecer me trajeron hasta aquí y me gustaría comenzar una nueva vida. Si es que a ustedes no les molesta.

El joven de veintiún años alzó una ceja interesado en su relato—Vaya... es la primera persona a la que escucho decir eso. ¿Está seguro de que quiere vivir en un lugar al que le dicen ser la mano derecha del demonio?

—Muy seguro, yo no creo en esos cuentos de terror —afirmó el chico de veinte años, le dirigió una mirada tan firme que, al muchacho frente a él, no le quedó dudas de su veracidad.

—Bien, entonces Syaoran, este es su día de suerte. Aquí hay muchas casas desocupadas y que no tienen dueño alguno. Puede escoger la que más le agrade y completamente gratis.

El rostro del castaño se iluminó y volvió a inclinarse—Muchas gracias.

—No haga eso, por favor —rió el ojiazul—, llámeme Eriol. Venga, sígame, le mostraré su nuevo hogar—el joven le hizo una seña con su mano y salieron del negocio.

Caminaron hasta lo profundo del pueblo y mientras lo hacían el dueño del local le comentó sobre algunos datos del lugar, como que muy pocos sabían que se llamaba Hikari o "luz", porque cuando era medianoche, la luz de la luna se concentraba en todo el pueblo y lo iluminaba de una manera cálida y extraña. Nadie sabía la razón, pero les parecía un espectáculo fascinante.

FICTOBER 2020Donde viven las historias. Descúbrelo ahora