Capítulo 4

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VALERY

—¿Un candidato a presidente que desaparece a pocas semanas de las elecciones? ¿Que no sabe o no puede cuidar de sí mismo? ¿Cómo pretendemos entonces que esa persona vele por nuestra seguridad el día de mañana?

—¿Está insinuando, candidato Willington, que los grupos terroristas no podrían tomar como víctima a cualquier persona en cualquier momento o lugar del mundo? Es un ser humano más, podría ser mañana su hija o su hermana, señor Hills.

—Podría ser, siempre que los demócratas sigan en el poder y sometiéndonos a todos al peor de los futuros posibles. Ellos no saben cómo mantener un tratado de paz o gestiones coherentes con grupos que infringen pánico en civiles estadounidenses.

—Candidato, usted...

—Por favor, llámeme Gobernador porque es mi cargo vigente en el ejerzo funciones públicas de pleno derecho y uso de mis facultades.

—Señor Gobernador, ¿es consciente de que la imagen del Diputado White mejoró considerablemente tras su rescate al igual que las políticas adoptadas por el gobierno de turno que apoya la candidatura de Chritopher White?

—Soy consciente de que necesitamos quien nos proteja verdaderamente de cualquier ataque o vejación a la integridad de cualquier ciudadano de bien. Y está claro que no es el caso de los White.

Apago la TV y me levanto, presa de la ansiedad. Detesto ver que denigran asi a una persona que no puede defenderse y que necesita más que nunca del respeto así como de la generocidad en lugar de salir a atacarle.

Para acercarme a la puerta de entrada y ver el revuelo que se arma fuera.

—Señora Simons—el guardia de la puerta de casa me saluda en el instante que abro la puerta. Él impone una mano delante de mí—. Le pido que no avance.

—Pero...

—Políticas de protección.

Hay francotiradores a la redonda en toda la casa ante cualquier posible ataque, pero nunca se sabe qué pueda suceder. Por ello, supongo, es que no me dejan avanzar aún cuando el auto negro ingresa a la casa y los de seguridad se acercan para abrir la puerta de atrás y permitir a Tiffany salir acompañando a su hijo.

Una intensa presión en mi pecho crece al verle. No consigo disimular una sonrisa enorme al verle caminar y avanzar hasta la puerta.

Está vestido con una camisa turquesa que hace juego con sus ojos. Unos jeans negros y zapatos. Su barba ha sido recortada y su cabello peinado hacia un costado tal cual el siempre detesta hacer, pero se ve obligado ante una aparición pública.

Espero hasta que llegan a la entrada y el señor White aparece tras de mí, avanzando. A él sí se lo permiten:

—Cariño—dice en dirección a su esposa.

Uno de los de seguridad le acerca a una muleta a Chris ya que renguea un poco. Hay un traumtismo en su pierna lo cual es uno de tantos signos en su cuerpo de que ha sido golpeado y probablemente, torturado. De solo hacerme a la idea, la angustia se apodera de mí.

—Hijo, por favor—insiste John.

—Estoy bien, papá. Gracias.

—Te acuerdas de mí, ¿verdad?—le pregunta mientras le ayudan a subir las escaleras de entrada.

—Claro—contesta—. Todo recuerdo. O creo recordar, pero en un punto todo se vuelve un lío.

—Está bien cariño, no te fuerces—le dice Tiffany quien mantiene su cabello plateado recogido y un equipo deportivo. Siempre fue un poco más informal, pero no menos elegante que su marido.

Esposa del Presidente (FRAGMENTO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora