Selene

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—Alumna nueva en el instituto —dijo Lily cuando llegué el lunes por la mañana.

—¿He retrocedido en el tiempo y Matthew Finnigan llega hoy? —respondí, dejando la mochila sobre la mesa—. Porque si es así no tengo ni idea de cómo lo he hecho.

—Alumna, alumna —repitió Lily, haciendo énfasis en la «a» final—, pero cerca. La hermana de Matt va a entrar en el instituto. Parece que al final no se irá en unas semanas. Qué ganas de decir «te lo dije», pero no le volveré a hablar a menos que él lo haga primero—se fijó en mi mirada de incredulidad y sonrió—. Se llama Selene Finnigan y tenemos horarios muy parecidos.

—¿Ahora será tu nueva mejor amiga?

Lily hizo un puchero.

—No te voy a reemplazar Cris, ni lo sueñes. No te librarás de mí.

En ese momento, medio salón quedó en silencio y volteó hacia la puerta. Seguimos su ejemplo y buscamos la novedad. En el marco de la puerta, junto a Matthew Finnigan, se encontraba una chica que se parecía mucho a él. Debían ser mellizos. Tenía el cabello del mismo color castaño claro que le caía en preciosos rizos hasta la cintura. Era, con diferencia, la chica más guapa que había pisado el instituto. Incluso su piel relucía de forma que daba ganas de tocarla para ver si sentía tan suave como parecía. Isabel, la chica más popular, no iba a estar nada contenta.

—Aquí estás, sana y salva —la voz de Matthew se oyó clara en medio del silencio—. Nos vemos en la siguiente clase.

—Gracias —su voz era dulce y musical, como un suave hechizo.

Selene se dirigió a la única mesa que quedaba libre; sonreía como si estuviera en la pasarela de un concurso de belleza y los chicos la seguían con la mirada ávida. Llevaba sandalias de taco, una falda negra y una blusa a rayas.

—Es… guapa —susurró Lily a mi lado.

—Es como si desearan lanzársele encima —comenté poniendo los ojos en blanco.

—Apuesto a que varios lo están considerando.

—Buenos días.

Todos dieron un respingo. El profesor Llobet dejó su portafolio en el escritorio y se volvió hacia nosotros con la hoja de la lista. Era delgado como un palo, alto y con un bigote que lo hacía parecer un solemne catedrático o alguien cuyo nombre debe tener un «Sir» adelante. Empezó a llamar a todos y cuando terminó se preparó para empezar. Paseó su mirada por la clase y se quedó fijo en un punto, al fondo del salón.

—¿Sí?

—Buenos días —se oyó la voz de Selene—. No me ha llamado.

—¿Tu eres? —dijo el maestro revisando la lista.

—Selene Finnigan.

—Oh, la chica nueva —dijo el maestro—. Claro, claro.

Solo el maestro Llobet podía pasar por alto detalles como ese. Anotó su nombre debajo de todos mientras asentía para sí mismo.

—Bienvenida. Eh…¿deseas presentarte?

—Claro, es usted muy amable —se puso de pie con asombrosa gracia—. Buenos días. Soy Selene Finnigan. Ya conocen a mi hermano Matt. Espero hacer buenos amigos aquí.

En mi opinión, se veía un poco ridícula, pero al ver las caras de los chicos del salón, supe que no había nada que ella pudiera decir que los hiciera dejar de mirarla así.

Selene se sentó y cruzó sus largas piernas.

—Bueno…gracias. Continuemos con la clase. Como veíamos, la fórmula de este polígono…

La guerra del marDonde viven las historias. Descúbrelo ahora