La pelea

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Aquel lunes, Selene lucía ojerosa y bastante cansada. Lo notamos porque casi chocó con nuestra mesa al dirigirse a la suya.

—Qué horrible resaca —comentó Lily cuando ella se alejó.

—No —dijo una voz detrás.

—Buenos días Matt. Tal vez no te lo hemos dicho pero en Cibroal se considera de mala educación escuchar a escondidas.

—No escuchaba a escondidas —dijo él—, te he hecho notar que estoy aquí.

—Tú no has ido a la fiesta, ¿verdad?

—¿Qué fiesta?

—O lo que sea que la haya mantenido despierta toda la noche —dijo Lily—. Sin ofender, pero trae una cara fatal.

Matt desvió la mirada hacia Selene y su expresión se convirtió en una de lástima.

—Sí, ha pasado una mala noche —dijo en tono comprensivo—, pero nada de fiestas. Cuando eso pasa, escapo a cualquier lugar; paseo por el pueblo o algo parecido.

Me guiñó un ojo, recordándome la noche en el cementerio.

—¿Está enferma? —la expresión de Lily cambió completamente ante esta nueva idea.

—No, solo le falta dormir, necesitará pastillas o algo. Deja de preocuparte por ella —dijo Matt sin darle importancia—. Se ha olvidado esto —dijo alzando un bolso precioso. Os veo en Literatura —se detuvo un segundo—. Cris, me encantó el libro, tengo que discutir un punto que no termina de quedarme claro.

—¿Por qué de repente se han hecho tan buenos amigos? —dijo Lily cuando se fue.

—¿Celosa? —le provoqué. Lily hizo un puchero—. No te preocupes, solo somos amigos. Le conocemos desde hace… ¿cuatro meses? Tu puesto de mejor amiga está asegurado por los próximos quinientos años. Luego podré tener una nueva convocatoria.

—Mejor amiga —repitió ella—. Hay algo que no me cuadra, Cris. Tengo un presentimiento extraño.

Lily era así, a veces no sabía cómo explicar las cosas, pero en el fondo lo sabía.

—¿Qué? —insistí.

—No sé —se defendió ella—. Tal vez soy solo yo. Es algo que deseo… o realmente siento que pasará algo. O mi subconsciente está atando cabos o estoy imaginando cosas. Hay un ambiente extraño… o un extraño en el ambiente. Qué cosas digo, no, no, me estoy volviendo loca. Maldita intuición femenina —concluyó con una risa floja.

Nunca había oído a Lily decir algo así, tan vago y casi preocupante.

—¿Estás bien Lily? Suenas como si…

—¿Cómo si me hubiera tomado una botella de vodka yo sola? —se rio nuevamente—. Me siento rara hoy. No es precisamente correcto, señorita obsesionada con la perfección sintáctica y gramatical, pero siento una angustia dentro… me siento como un perro antes de un temblor.

—Me estás asustando —dije retorciéndome las manos innecesariamente—. ¿Hablamos de otra cosa?

—Sí, por favor. Necesito una distracción, un tema trivial, sin importancia, lo que sea.

Dije lo primero que se me vino a la cabeza.

—¿Qué dirías si me compro un koala de mascota?

Lily soltó una carcajada tan jovial que supe que había alejado el tema de su cabeza momentáneamente.

—Dime que es broma.

—Lo es —dije poniendo los ojos en blanco.

A la hora del almuerzo nos esperaba otra sorpresa.

La guerra del marDonde viven las historias. Descúbrelo ahora