Capítulo 20

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—Mami, ¿me puedes cantar una canción para dormir? —pregunta el chiquillo con sus párpados cayendo y su voz convertida en un susurro.

Harry le sonríe desde su lugar. El cachorro tiene su cabeza en las piernas del omega, arropado con mantas para protegerle del frío, y su madre dejando cariños suaves en su cabello dorado.

—Vale… —murmura antes de aclarar su garganta.

Él no es demasiado fanático de cantar, sobre todo porque nunca ha pensado que tiene una voz bonita para hacerlo. Con su tono de voz grave y bajo, a veces rasposo, es un poco complicado cantar todas las canciones que a él o su hijo les gustan.

Sin embargo, lo hace. Entona su voz tanto como puede y termina tarareando el ritmo de una canción que nunca olvidaría.

Juguetea con el cabello del niño, atreviéndose a tejer unas hebras con otras mientras murmura retazos de la canción que no puede recordar por completo.

Harry ve como su hijo comienza a caer en los brazos de morfeo con lentitud. Como sus párpados se cierran por segundos y los vuelve a abrir para asegurarse de que su madre está ahí para él, que no lo está imaginando y que el omega no se va a esfumar tan pronto como el sueño le alcance.

—Descansa, bebé —murmura una última vez antes de que su cachorro se duerma por completo.

Se toma el tiempo de detallar a su hijo, con sus pestañas largas y casi doradas, como él mismo alguna vez las tuvo. Ve su nariz pequeña y sonrojada por el frío, sus labios delgados y colorados, su piel pálida, sus cabellos de oro, su expresión neutra, y no puede evitar amarlo una vez más.

Harry suspira deshaciendo la trenza del niño con sus dedos largos, irrumpiendo en las hebras y dejando que su cabello descanse de una vez por todas. Al terminar, el omega se inclina un poco para besarle la frente y probablemente se quede allí más tiempo del necesario.

—Te amo, mi niño.

Al separarse, Harry no hace más que dejar que su mirada se pierda en la ventana que da hacia la calle. Está agotado, necesita un baño caliente y descansar toda la noche porque le duele cada músculo del cuerpo.

Es un buen dolor, después de todo. Louis se encargó de él hace dos días ya. Le limpió, le aplicó pomadas y le dejó descansar el tiempo necesario para reponer toda la energía que dejó sobre el colchón, pero no fue suficiente.

El ardor entre sus piernas es apenas notable, el primer día fue más fuerte. Pese a haber necesitado estar acostado sobre su pecho toda la tarde después de eso, no se arrepiente ni un poco de lo que hizo.

Harry no tiene tiempo de pensar en nada más porque Zayn aparece en la puerta de la habitación, con su ropa de pijama y el cabello desordenado, su teléfono en la mano atrapado en su puño, y sus labios completamente colorados.

—Harry, ¿puedo…? —El omega se detiene. Aclara su garganta y une sus manos frente a él—. ¿Puedo hablar contigo?

El mayor asiente, señalando junto a él en la cama, invitándolo a sentarse. Zayn frunce los labios y Harry adivina lo que está pensando.

—No se va a despertar, está bastante cansado.

Zayn cede y camina hasta la cama y toma lugar junto a Harry. Él lo ve sentarse, dejando sus piernas sobre la colcha, posicionando una pierna sobre la otra y sus manos en cada muslo.

Ambos toman aire al mismo tiempo, con la tensión del omega menor creciendo notablemente, Harry lo puede oler.

—Quiero, uhm… —Zayn parpadea con lentitud, ni siquiera alza su mirada hacia Harry—. Quiero hablarte de algo importante.

Amateur ꩜ abo! larryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora