Capítulo I

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—Padre, he dicho que no iré.

El tema de aquí no es si quieres o no ir. Lo harás porque te lo ordeno y porque eres el próximo heredero de la compañía, por si se te ha olvidado. Sé el orgullo de tus antepasados y atiende a tus responsabilidades como el decente hombre Alfa que eres. —le respondió, severo, su padre a través del teléfono. —Hemos planeado esta reunión con tu madre por meses. Irás, conocerás a la hija de los señores Park y te casarás con ella a comienzos de la primavera como se ha acordado por ambas partes.

Suspiró. Había sido una muy pésima idea el haber atendido aquella tediosa llamada que solamente lo condenó a una forzosa vida perfecta.

—Padre...

Te enviaré más tarde los datos de la junta. No me decepciones.

Le colgó.

Jaehyun volvió a suspirar dejando el teléfono sobre su escritorio y masajeó sus sienes fatigado de la situación en la que sus padres lo habían metido o más bien dicho en la que su padre lo metió. Pese a ser un hombre que ya casi estaba pisando los treinta, aún había ciertas cuestiones que sus progenitores manejaban sin su previo consentimiento y más si éstas estaban directamente relacionadas con el entorno laboral y conservador de su familia. Las ambiciones del señor Jung por eternizar las tradiciones familiares terminaron convirtiéndose en las cadenas que por años retuvieron a Jaehyun de disfrutar de una vida plenamente normal como cualquier otro individuo de su mismo género, acción que se vio reflejada en la personalidad y en las habilidades sociales de su hijo. A veces se cuestionaba asimismo del porqué no podía tomarlo todo e irse lejos del epicentro de todas sus cuestiones familiares, pero su madre era un obstáculo que le impedía concretar con sus decisiones y optaba por ceder ante la vulnerable mujer que le enseñó vagamente el sentido de humanidad que su progenitor esencialmente no poseía y el amor que tampoco este le brindó siendo algo inmensamente importante en cuanto a su desarrollo y porque era su padre. Aquella figura de la que debería de sentirse orgulloso y que tendría que admirar como a un héroe, muy profundamente, había conseguido generar en él un increíble resentimiento.

>>El teléfono repentinamente volvió a sonar y en la pantalla se reflejó la imagen y el nombre de Johnny, su mejor amigo. Le echó una rápida mirada de reojo a todos los exámenes que debía de corregir en tanto dudaba si contestarle o no, pero viendo que lo estaba llamando y no invadiendo su chat con mensajes incoherentes y estúpidos solo para colmar con su paciencia, comprendió que podría tratarse de algo mucho más serio. Mordió ligeramente su labio inferior y contestó la llamada.

¡Jung Yoonoh!

— ¡Ey! Deja de llamarme así.

¿Por qué? Así es tu nombre. —le oyó reírse del otro lado de la línea.

—No. —gruñó. —Sabes que me lo he cambiado legalmente hace ya casi nueve años, idiota.

Ugh, parece que alguien está de muy mal humor. Dime, ¿Problemas parentales o andas frustrado sexualmente?

—Voy a colgar.

¡No, no, espera, es importante!

—Te escucho.

Sólo ve al bar de Ten. Estoy con Mark.

¡Eso es cierto! —pudo escuchar la animada voz de su otro amigo en medio de la llamada lo que le hizo reír. Ambos eran un par bastante adorable. — ¡Por favor, hyung, no te demores demasiado!

Desvió la mirada hacia el reloj que colgaba en la pared haciendo un mohín con sus labios. Eran las nueve de la noche; ni muy temprano, ni muy tarde. Acarició su barbilla y de nuevo suspiró pensando en ceder a la invitación tomando ventaja de que era viernes y podía patear todas sus responsabilidades para el día siguiente si es que no iba a beber demasiado.

Yo amo a ese Beta | JaeDo (PAUSADO TEMPORALMENTE)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora