Jin Rulan era solo un niño que no sabia que hacer, estaba tosiendo flores desde hace meses.
¿Iba a morir acaso?
Estaba aterrado y su familia igual, no sabían que hacer.
|| Hola aquí se viene lo chido, el bardo, el todo 👁👄👁 suerte
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Un mes, un mes había pasado desde esa noche, era invierno, con cada respiracion un vapor visible desaparecia, el joven de marca bermellón ya había decidido, su operación seria en pocos días, bueno, dependía de su condición, estaban viendo si sufría algún episodio para tratarlo y operarlo, sino sufre un episodio con las flores, la operación era definitiva.
El chico solo esperaba la cuenta regresiva, hoy era viernes y esperaba pacientemente a que terminara, estaba nervioso, el domingo era ese esperado día, uno muy esperado para todos en su familia, sobre todo sus tíos, pues desde que se enteraron estaban felices de su decisión.
Ahora él estaba paseando con un abrigo por Gusu, era muy frío, pero soportable, a pesar de su aspecto, que decir, como el de una doncella, delicada a cada anomalía como una flor de petalos tiernos en un ambiente hostil, aun asi estaba como siempre, siempre su aspecto era delicado, pero más ahora que su piel estaba pálida, sin tonos rosados.
Casi sin vida, pero estaba sobreviviendo con todas sus fuerzas, sus deseos de vivir eran más intensos que cualquier otra coss en el mundo.
En estos momentos el joven se encontraba mirando los conejos, eran muchos y escucho los ladridos, su pequeña hada, no tan pequeña, hace mucho que no la veía.
— Hada, ven, ven aquí. —El perro con rapidez corrió hacia su amo lamiéndole la cara.
Riendo se dejó mimar por su cachorra abrazándola, por más grande que estuviera seria su cachorra, era su pequeña amiga, su fiel amiga y compañera, y lo seria siempre sin importar qué.
— Oye pulgosa, deja de lamerme, no quiero tus babas.
Le acaricio la cabeza entregandole una sonrisa feliz, muy contraria a sus palabras. Cuando de repente se voltea al sentir varios pasos acercándose a él, para su desgracia era el causante de sus flores.
Y escuchar es melodiosa voz le dolía, dolía verlo frente a él. Dolia absotuamente todo, incluso aun sin haber oido nada.
—Jin Ling. —Su nombre salió de los labios del Lan, sonaba como pajaritos cantando, tan perfecto y doloroso.
Pero ya había tomado una decisión, se iba a operar si o si, no iba a morir, lo dijo hacen un mes y lo va a seguir diciendo. Aun si debe ignorar sus deseos más fuertes.
Salió de sus pensamientos a penas escuchó que el Lan nuevamente le llamaba, mira atentamente a este.
— Lan Sizhui, ¿Qué pasa? —Arreglo su abrigo y mira el horizonte de manera orgullosa, como siempre ha sido.
— Jin Ling, ¿Es verdad lo que dijo Hanguang-jun? ¿Te vas a operar? —Su actitud orgullosa se rompió al instante después de esas preguntas y volteo a ver al de cinta.
— Es verdad, la enfermedad avanzó más rápido de lo esperado, no necesitas saber más.
Se sorprendió al sentir como le tomaban las manos, como si al tacto quemaran, con fuerza alejo sus manos algo dolido.
