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Por su lado, el mayor sólo rodó los ojos antes de tomar la mano del menor, atrayéndolo de las sucias manos de su familia ante las palabras de su madre, pegando a su delicado guardespaldas a su pecho, de forma en que el menor se quedase mirando hacia arriba con el corazón en la mano y sus ojos puestos sobre la barbilla de su jefe que estaba tan cerca de su rostro. Más no pudo hacer nada en ese momento, ni hacer caso a sus emociones, ya que éste empezó a hablar con su familia, y más con su hermano; mientras lo tomaba de la cintura y lo apegaba más a su cuerpo con tal de que éste no le hiciera nada. Lo estaba protegiendo. Por su parte, Minho no sabía lo que estaba haciendo, pero solamente deseaba deshacerse de aquellos que molestaban a su presa, queriendo así retenerlo sólo para él. ¿Estaba mal pensarlo? ¿Estaba mal querer acabar de una vez esa sed de sangre en él? Pero, aún así, ¿Por qué seguía cuidándolo? 

Jeongin:  Jefe...

Habló el menor, haciendo que éste pudiese verlo, ya sintiendo el lugar vacío después de botar a aquellos dos familiares fuera de casa, mientras esa bola de pelos aún los veía y se quedaba sentado mirándolos de lejos. Aquella cosa que sabía que el deseo de su amo aumentaba en luna llena, y para su mala suerte, ese día era uno de ellos. Por ello, en secreto el menor de los Lee había dejado a Kkami para que pudiese mantenerlo lejos de aquel deseo. Lejos de la lujuria de sus pensamientos.

— ¿Mh? Ah sí, dime 

Habló Minho, mientras sus ojos caían sobre esas caderas y subía su mirada sobre la piel notable en el pecho del contrario. Su menor tenía un cuerpo indeseable y ese rostro tan lindo como llegaba a gustarle. Pero aún así se rehusaba, aunque su atractivo y sus gustos eran más atrayentes ahora que antes, pero si podía decir la verdad, entonces diría y aceptaría que deseaba tirarse sobre aquella persona para hacerla suya. Más no estaría bien, y lo sabía muy bien. Pero, ¿Cómo podría alejarlo y no terminar follándolo en ese momento? Al pensar eso solo mordió su labio con fuerza, avanzando a él sin darse cuenta para arrinconarlo a la pared sin poderse controlar, escuchando el sonido de su perro aullar, dándole a entender que la luna de sangre se estaba mostrando en ese momento.

Jeongin al ver aquello sólo tragó saliva. ¿Por qué su jefe estaba jugando así? Lo odiaba sí. Lo había estado tratando mal. Ni siquiera le daba un buen espacio o un lugar para descansar. Ya ni pegaba ojo por su culpa. Estaba tan amargado pero tan deseoso de contacto. Y pensó, "esto era a lo que llaman un deseo incontrolable de sentirse atraído a chicos malos". Lo pensó pero aún así sus respiraciones se juntaron y sus bocas estaban muy cerca. Se sintió tan acalorado al pensar y no pensó dos veces y se aventó a tomar al mayor de la nuca para besarlo sin saber cómo había sido tan tonto de ello. Sin saber porqué le gustaba tanto esos labios, esos que ahora estaba mordiendo y devorando, siendo la primera vez que sentía aquello y más ese calor desbordante al sentir las manos del mayor sobre su piel.

— mgh~

Gimió el menor, sintiendo como el mayor mordía levemente su cuello y bajaba a besar su cuello sin soltar sus manos de sus caderas. ¿Por qué se sentía tan bien? No debía ser así. Él debía quedarse en el lado que le correspondía. Siendo jefe y subordinado. Siendo su guardaespaldas. Pero, ¿Por qué no podía negarse? ¿Por qué estaba envolviendo sus piernas sobre las caderas del contrario y obligándolo a caer sobre el sofá? ¿Por qué se estaban mirando con tanta pasión mientras se quitaban sus camisas de esa manera? 

«Por favor que alguien me detenga» —Pensó el menor.

«Humano tonto pero delicioso, ¿Qué me hace hacer?» —Pensó el mayor sin saber detenerse, volteando a éste sin saber controlarse, teniéndolo debajo suyo. Devorando sus labios con ese sentimiento oculto y sus ojos deseosos de hacerlo suyo. La luz roja de la luna despertaba esos instintos de deseos de lujuria y pasión en esos seres, más jamás alguien de tal nivel había llegado a caer tan bajo como ahora. Menos alguien como Minho. 

— d-debemos parar —murmuró el mayor.

Jeongin: No quiero parar

Habló el contrario. Si bien sabía que estaba perdiendo el control de sus emociones, no quería dejarlo ir. Se sentía demasiado bien como para hablar de ello y aceptarlo. Su cuerpo lo deseaba con gran magnitud.

Jeongin: ¿Tú lo quieres?~

Habló en su oído. Y aunque el mayor quisiera seguir, terminó por alejarlo con una mirada tensa y oscura, mirando al contrario, levantándose, dejando al menor confuso. Más cuando escuchó las siguientes palabras, sólo quedó dolor y odio en su corazón. El mayor era un idiota. El más grande por dejarlo así.

Minho: oh vamos —habló divertido cerca a sus labios al reponerse— ¿Cómo puedes ser tan fácil para creer que íbamos a hacer algo pequeño guardespaldas?

Susurró con una sonrisa ladina de éste, viendo cómo aquel chico a los segundos después de escucharlo, se levantaba tomando sus cosas con furia y dejaba una señal con su mano en la mejilla del mayor. Señal que a pesar de doler, pasaba desparecibido para el cuerpo de Lee Minho.

Jeongin: ¡Idiota!

Gritó y salió de aquella casa azotando la manija de la puerta, para dejarse caer sobre aquel respaldar al salir. ¿Cómo había sido tan tonto para dejarse llevar? ¿Por qué no pensó? Era cierto, personas como él, sólo les gustaba jugar con el corazón de otros. No debía. ¿Por qué debía confiar ahora? Con un chasquido con su lengua, terminó de vestirse en medio de la nada, de la soledad en las calles para tomar un taxi y volver a casa, mientras el mayor se quedaba sentado en aquel sofá, con las piernas abiertas y un cigarrillo en su boca, pensando en lo que había hecho. Pensando en que había sido mejor decir aquello que hacer una locura. Porque sin saberlo, no quería hacerle daño en su forma verdadera. Aún cuando los labios del menor habían sido una delicia para él.

AMOR DE UNA NOCHE [MINJEONG] [+18] [FINALIZADO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora