capítulo 12

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Después de unos quince minutos llegamos al campamento, sanos y salvos. Cabe destacar que justo después de cambiarme a mi ropa normal, los muchachos no tardaron más de medio segundo en preguntarme qué me había dicho el coronel Landa.

- Cuéntanos ya—me presionó Wicki.

- Sí, cuéntanos qué te dijo ese idiota—dijo Donny rodando los ojos.

- Bien, bien, cálmense un poco—reí cortamente—como era de esperarse, me confirmó que Hitler estará allí

- Excelente—sonrió Aldo encendiendo un cigarro.

- Y que el coronel también estará ahí—rodé los ojos.

- ¿Te ofreció para ir con él?—preguntó Smith.

- Claro que no, y si lo hiciera no iría—me crucé de brazos.

- Oh vamos ¿en serio?—bufó Aldo—no puedes desperdiciar una oportunidad así

- ¿Pero de qué hablas?—alcé una ceja—ese hombre es pedante, pesado, insoportable, egocéntrico... Dios, lo odio—bufé.

- Todo eso es cierto, pero es por el bien de la misión—Aldo acercó su cara a mí alzando ambas cejas varias veces.

- Tonto—lo empujé—iría sólo si tengo el bate de Donny escondido bajo el vestido

- En ese caso iría contigo, no me molestaría darle unos buenos batazos—aclaró Donny.

- Sé que todos estamos ansiosos por darle su merecido, pero hay que esperar—dijo Aldo exhalando el humo del cigarro.

- Aldo tiene razón—habló Stiglitz—debemos esperar al momento ideal para cortarle la garganta

- Me agrada la idea—lo señaló Donny.

- A mí también—carcajeé—Aldo ¿el general Fitzgerald no te ha contactado?

- Demonios, se me olvidó encender el radio—suspiró para levantarse y tomar el radio de su chaqueta—volveré en unos minutos—aclaró y salió de la tienda junto al radio.

Amalia, sigo impresionado con tu voz—comentó Wicki—es preciosa

- Aw, gracias Wicki—sonreí.

- Cuando era un adolescente también cantaba ¿sabes?—dijo.

- ¿En serio?—dije impresionada.

- No te creo—bufó Stiglitz.

- Ni yo—rió Donny.

- Concuerdo con ellos—sonrió Smith.

- Ustedes cállense—rodé los ojos—Wicki, quiero que cantemos juntos cuando tengamos la oportunidad ¿sí?

- Claro—sonrió asintiendo—y ustedes, estarán muertos de envidia—los señaló y ellos rieron.

- Muchachos, tengo noticias—entró Aldo—mañana vendrá el sargento Archie Hicox a la ciudad para unirse a nosotros, ya que la actriz alemana Bridget Von Hammersmark está de nuestro lado

- ¿De verdad?—bufé—nunca me han gustado sus películas—me crucé de brazos.

- ¿Has visto sus películas?—preguntó Aldo—en fin, ella esperará al sargento Hicox, a Stiglitz y Wicki en una taberna libre de alemanes para confirmar todo el plan para la noche del estreno

- ¿Por qué nosotros?—preguntó Wicki.

- Tal vez porque somos los únicos que sabemos alemán—rodó los ojos Stiglitz.

- Oh, ya veo—torció los labios.

- Mañana por la noche, nos iremos a un edificio abandonado que está frente a esa taberna—explicó Aldo—de allí saldrán y ahí estaremos vigilando para su regreso

Había una vez en Francia Nazi...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora