𝓱𝓮'𝓼 𝓶𝔂 𝓸𝓷𝓮 𝓪𝓷𝓭 𝓸𝓷𝓵𝔂

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Yeosang despertó rodeado por la oscuridad de la madrugada iluminado tenuemente por la luz de la luna y abrazado por el frío de la soledad. Pudo divisar frente a él un rayo de luz que se escapaba de la puerta entreabierta del baño y unos débiles sollozos que provenían de la habitación casi inaudibles.

Adormilado y desorientado se levantó hacía el cuartito y abrió la puerta sin pedir permiso de antemano encontrando a un Seonghwa derramando amargas lágrimas con un bote de pastillas en la mano. Los sollozos fueron ahogados torpemente y casi sin esfuerzo mientras los oscuros orbes protegidos por párpados rojizos, ojeras demacradas y pestañas brillantes de Park se clavaban profundamente en los ajenos hablando a través de ellos, comunicando mil palabras en un código indescifrable y un millón simultáneamente. El cuerpo le temblaba y sus cabellos estaban desordenados. Yeosang a pesar de que ya acostumbraba a ver a su querido de esa forma la respiración se le cortó y sintió su estómago removerse levemente.

-¿Qué ocurre?-  Se acercó un poco al otro quien solo soltó un quejido mudo con su cercanía.

-No puedo dormir, es todo.- Park desvío su cargada mirada hasta el tarro en su mano al notar que los ojos de Yeosang rodaron a él inconscientemente. Eran esas inservibles pastillas para dormir. Un nudo en la garganta crecía lenta y torturosamente ahogándolo.

-Nunca puedes dormir.- Las espontáneas palabras de Kang causaron en el otro que la garganta se le enrede y los ojos se inunden de nuevo. Ya le empezaba a doler la cabeza y por más que tratase articular hasta la palabra más simple era complicado. En cambio Yeosang se golpeó internamente por su peligrosa espontaneidad. -¿Qué ocurre en verdad?-

Seonghwa intentó respirar con dificultad e inconscientemente, empezó a raspar con la uña la etiqueta del medicamento para matar la ansiedad creciente y dentro de él un huracán arrasaba con la poca estabilidad que apenas sobrevivía. Su corazón latía con potencia hasta el punto de expresar el dolor en sus facciones. Volvió su mirada al menor con aún más sentimiento que antes adentrándose en el ser amado,cavando en lo profundo de su alma intentando de alguna manera transmitir su penoso sentir.

-Creo que voy a morir.- Voz temblorosa y débil, frágil cuál porcelana al borde de quebrantarse. La débil sonrisa rota con la que acompaño sus palabras atacaron el alma de su esposo. Yeosang lo buscó, su cálida mano o su hombro desganado para consolarlo pero falló en el intento. Recibió un rechazo que vacilaba entre el miedo y la pena, el dolor y la mísera. Porque Park Seonghwa era solo eso a este punto. -Yeosang siento que se me va la vida.- Los ojitos brillantes del menor preguntaron en silencio el por qué. -Me estás matando.-

Yeosang retrocedió ligeramente confundido y ligeramente aterrado. Observó la imagen de su cónyuge por milésima vez. Tan vulnerable, tan triste,tan irreconocible. Aquel hombre que temblaba frente a él ya no era ese apasionado muchacho con heridas cicatrizando por toda su piel, de sonrisa espontáneamente encantadora y sentimientos temerarios a pesar de ser oprimido bajo el marco de la perfección. Aquel que debería temerle a todo pero contradecía la naturaleza con su impetuosa valentía siendo capaz de retar hasta a el mismísimo Dios. El joven Park Seonghwa sediento de libertad, el de cabellos azabache que flotaban con la brisa de primavera al atardecer y reía ignorando su propia pena. Se había perdido en el tiempo desvaneciéndose en el. Hace mucho que el anillo en su dedo anular ya no lo hacía sonreír, sino llorar. La calidez ajena dejo de ser reconfortante y se volvió sofocante. E incluso ver la luz del sol cada día al lado de un pequeño castaño pasó de ser dicha a mísera. Atado, ahogandose en la nostalgia de un amor putrefacto Seonghwa moría internamente a cada segundo entre las cuatro paredes de su hogar. Ya no tenía sentido como alguna vez lo tuvo.

Cuando eran jóvenes almas en este mundo oscuro, tan escasas de experiencia los brazos del otro eran una escapatoria segura del infierno de cada uno. Seonghwa podía olvidar la voz ronca de su abuelo reprimirlo duramente, el ardor de esas ásperas manos viejas azotar su piel y la frialdad de su madre. Podía perderse en el dulce mundo que era Kang Yeosang, en su voz, sus labios, su piel o tan solo su existencia.Y Yeosang era capaz de callar las voces feroces dentro de él, el desprecio de su progenitora desaparecía y su debilidad contra el mundo no importaba si era protegido por Park. Los demonios callaban, las almas ya no lloraban y el caos se detenía. El tiempo se disolvía cuando ambos se complementaban. Eran su luz y salvación de la tinieblas.

𝐌𝐈𝐍𝐄 ❛𝓢𝓮𝓸𝓷𝓰𝓼𝓪𝓷𝓰❜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora