Julieta.
-Tomás, no quise decir eso... Osea, fue un malentendido. Quise decir que...- me quedé sin respuesta, lo que dije fue algo que sentía, pero a la vez no.
No había excusa.
-¿Qué, Julieta? ¿Qué vas a decirme? ¿Qué fue agradable pasar tiempo conmigo? No, no lo necesito. Deja igual, yo sabia que aunque me esfuerce nunca podríamos ser amigos.
-Es que...- tragué saliva. -Es complicado.
-¿Complicado porque? No soy tu hermano, no voy a dejarte sola. Y la puerta de el cuarto de limpieza se cerró porque yo lo pedí.
-¿Qué?- pregunté confundida.
Suspiró. -Sabia que irías ahí, entonces me metí yo y le pedí a un amigo que cierre la puerta y vigile que nadie la abra. Para que pasemos tiempo juntos. Sé lo sola que estás aunque le digas a todo el mundo que tus amigos son lo mejor.
-¡Sos un...! ¡¿Sabes qué!? ¡No necesito de tu lástima!- exclamé enojada.
-¡No es lástima!
-¿Entonces que es?- lo empujé haciendo que su espalda choque con la pared y comencé a golpearlo, enojada, con bronca... Hace tiempo necesitaba desquitarme y golpearlo. Se lo merecía.
Él me agarró de las manos con fuerza, para que deje de hacerlo. -Basta, Julieta.
- lágrimas comenzaron a brotar de mis ojos y él me tomó de las mejillas. -Te... Te quiero y por eso lo hice ¿Entendes? Te conozco desde hace años, sé lo mal que estás desde que tus padres van y vienen. Quise pasar tiempo con vos sin que tenga que parecer que lo quería. Soy un cagón, no debería haber hecho eso. Pero lo hice. Y... Espero que me hayas cotando todo que me contaste, te sirva para sanar.-Tomás...- sollocé.
-Ya está. Estás conmigo y estás bien.- me hundí en sus brazos que formaban un lugar de paz.
Después de años podía admitir que el amor odio que le tenia ahora solamente era cariño. No podía ponerme en contra de lo que había hecho. Si, fue horrible estar encerrada en un espacio de dos por dos. Pero lo hizo por mi bien y eso cuenta. -Gracias.- murmuré.
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-¿Te dormiste?- le pregunté a Tomás, quien estaba recostado a mi lado.
-¡Estábamos viendo la película!Comenzó a reirse mientras pagaba su rostro. -Es que estoy cansado...
Suspiré. -Ya es tarde. ¿En tu casa no te estarán buscando?
-¿Me estás echando?
-No, no me molesta que estés acá. Lo digo por tu bien.- se rió. -¿Comemos algo?
-¿Me vas a cocinar?- me abrazó por la cintura.
-No sé cocinar.- reí. -Pero algo voy a intentar.
Caminamos a la cocina. Mi hermano estaba, como siempre. Rarísimo que no esté desesperado buscando a su mejor amigo, pero supongo que por todas las cosas que estaba metido ya no tenía tiempo ni para él.
-¿Fideos con salsa te va?
-Y de postre haceme unos panqueques con dulce de leche.- mordí mi labio inferior y sonreí. -Sos hermosa.- me tomó de la cintura y me acercó a él. Clavó su mirada con la mía y yo, me hacía la tonta, pero sabia que pasaría. También quisiera que pasara, hace tiempo. Juntó nuestras bocas y le seguí el beso.
¿Me estaba gustando Tomás Campos?