3.

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Julieta.

-Si, besé a muchas personas pero... No pienso besar a alguien que fuma tanto como vos. Odio el sabor a eso.

-¿Cómo sabes si nunca lo probaste? Tenés que cumplir tu prenda.

-Ideá otra cosa, pero besarte, jamás.

Se acercó a mí, quedando frente a frente, tanto, que podía sentir su respiración. Tragué saliva. Relamió sus labios.

-Si te morís de ganas.- murmuró.

-No.- corrí mi cara.

Suspiró. -La haces re larga.

Tragué saliva y me acerqué a la ventana para tomar aire. El ambiente se puso bastante incómodo.

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23:04 p.m

Lo peor de todo había empezado. Hacia frío, y yo, vestía la pollera junto con la camisa, ni siquiera me había traído una campera porque ¿Quién sabia que esto iba a pasarme?

-Ponetela, Julieta. No voy a permitir que te mueras de frío.

-No estamos en el Titanic y no sos Jack Dawson para hacerte el caballeroso y dejar que no pase frío. Quedatela, mirá como estás temblando.

-Sos... Insoportable. Aparte que soy bueno.- dijo, dándome la espalda.

Rodé los ojos e hice lo mismo también. En verdad, parecía que la noche nos estaba jugando una mala pasada porque en todos los días que estuve en mi casa no hacia tanto frío como estaba haciendo.

Me abracé a mi misma y cerré los ojos, pero no duré tanto hasta sentir como la campera de Tomás se posaba en mis hombros.

No entendía, eh.

Sentí como me abrazó y abrí mis ojos sorprendida. -¿Qué haces?- pregunté.

-Te estoy abrazando, mami. No pienses que no iba a hacerlo.

Hacia frío. Debía entenderlo. Solté un largo suspiro y poco después, me dormí.

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11:39 a.m

-Buen día.- dije bostezando.

-Nunca dormí tan mal. Tan refinada que sos pensé que también ibas a serlo durmiendo, pero no, pegas unas patadas...- se quejó.

-Que vos quieras apoyarme siempre no significa que yo duerma mal y pegue patadas.

-Pero con ese orto ¿Cómo no te voy a apoyar? Si no estarías acá ya me hubiese hecho una...- le di un pequeño golpe antes de que siga hablando y comenzó a reírse. -Che, a todo esto ¿No trajiste tu celular?

-No, si no, ya lo hubiese usado antes, genio.- solté obvia.

-Bueno, bueno. ¿Siempre sos así de agresiva?

-¿Siempre sos así de estúpido?

-Sos insoportable.

-Y vos re tarado.- me defendí levantándome para tomar aire en la pequeña ventana, afuera no pasaba nadie como para gritarle que nos ayude.

-¿A qué estamos hoy?

-Sábado. ¿Tan perdido estás?

-Sí, perdido en tu mirada, mi amor.- mordí mi labio inferior y negué.
-Desde acá te veo todo...

Me bajé rápidamente y lo miré mal.
-Sos un pajero.

-Bueno... No es mi culpa de que vos seas re linda, si querés te garcho.

-No, no quiero.

-La primera que me rechaza.

-Siempre hay primeras veces para todo.

-¿Entonces te puedo dar tu primera garchada?

-¿Quién te dijo que yo no garché nunca?

-Lo nerviosa que te pones.- alzó las cejas.

-¡Quiero salir!- exclamé golpeando la puerta.

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14:24 p.m

-Julieta, Julieta, Julieta.- repetía Tomás, pero yo lo ignoraba. -Basta. No va a abrir.

-Tiene que abrirse, Tomás. Hace un día estamos acá y ya no te soporto, tengo ganas de darte con la llave inglesa en la cabeza.

-Bueno, para de hacerlo y yo no te hablo más.- dijo, dejé la herramienta que sostenía en mi mano en el suelo y suspiré para después sentarme.
-¿Porque no te bancas nada?

-No estoy acostumbrada a estar con alguien las 24hs del día.

-Capaz esto es una señal de que tenemos que terminar juntos, después de esto ya fue, te pido matrimonio.

Golpeé suavemente mi cabeza contra la pared y solté un quejido.

Estar con Tomás, era lo peor que me había pasado.

48 horas | Croazzu.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora