“Hoy no hubo campeón alguno, pero, dentro de un año, cuando la sangre salvaje vuelva a bañar el santuario del Creador y la Carne de los Infieles de abasto para alimentar a los Leones, ¡ENTONCES ESTE FESTIVAL VOLVERÁ A FESTEJARSE Y UNO DE NOSOTROS PORTARA LA CORONA DE CORONAS!”
Los Legionarios se levantaron de sus asientos, elevaron sus copas, tarros, cuernos y rústicos vasos rellenos de vino (diluido en agua) brindando en el nombre de sus apóstoles;
Los Guerreros estaban eufóricos, gritaban a los cuatro vientos los nombres de sus señores, se golpeaban mutuamente en sus espaldas con fuertes palmadas, narraban sus pensamientos sobre las competiciones anteriores, contaban anécdotas previas a las anexiones o durante las anexiones, los más veteranos eran quienes sorprendían a los jóvenes, solo unos cuantos podían alardear que lucharon en la defensa del Reino Prometido.
Mientras, una población temerosa se encontraba en medio de ellos, padres que vieron morir a sus hijos por el salvajismo de Heracles, esposos a quienes se les entrego los cuerpos inertes de sus parejas que perdieron su belleza cuando el impacto contra las paredes les deformo sus rostros, madres que atestiguaron la muerte de sus hijos en los salvajes juicios por combate, en las torturas y ejecuciones públicas.
Esa población consumió sus alimentos y bebió su vino en total silencio, sus sentimientos eran eclipsados por el fanatismo de los Guerreros, esa era la impotencia de los propios habitantes de estar ante gente que no velaba por ellos, que miraba primera y únicamente por la gloria del Creador, después se encontraba su necesidad: La Guerra.
Por último, en lo más recóndito de la pirámide, estaban los habitantes, seres inferiores cuyo aliento era un mero regalo del propio Todo Poderoso; los esclavos… Son sacrificables en centenas, eso lo demuestra Heracles, cada que quiere dormir pues se encarga de torturar a un esclavo para que sus gritos hagan descansar al señor de los Leones.”
Finalmente cerramos el ciclo del Blutfest, la competición termino en un empate y los tesoros fueron repartidos en partes equitativas por los competidores incluyendo a Sabín, quien había ganado la apuesta con sus dos hermanos mayores con quienes no desperdició la oportunidad de hacer mofa sobre los resultados.
Tras finalizar el Blutfest, las cosas ciertamente regresaron por desgracia nuevamente a un estado plenamente hostil, la presencia de los legionarios de la III, IV y V ya no era bien vista y las primeras legiones exigían su partida inmediata de la ciudad donde estaban los Señores de la Guerra quienes de nueva cuenta volvieron a sumirse en la necesidad de combatir, colocando a la población en un estado de total incertidumbre bajo el humor de sus Custodes o soldados que les “deberían” de proteger.
El fragmento de la carta de una madre cuyo hijo estaba en el ejército regular, describen lo siguiente:
“Diariamente vivimos con miedo, los legionarios de negras vestiduras peregrinan por las calles sin portar su equipación, flagelan sus propias espaldas una y otra vez con látigos de punta mientras, un capellán le reza al Creador que les permita volver a la batalla.
A veces se les mira rondando los rudimentarios mercados, no suelen interactuar con la población a menos que sea para evitar conflictos que se resuelven con un pretor de la segunda legión expresando una ley llamada Talión.
Es rígida pero, eficaz; al parecer si te cortan la mano tú se la puedes cortar a esa persona como una manera de reparar el daño, es brutal, sumamente salvaje, aunque ir en contra de ella significa ser sometido a una especie de juicio de lealtad.
Por las noches se realiza un toque de queda, no por aguardar un ataque sino por miedo a los guerreros del León y del Coyote, su enajenación es tal, que durante las madrugadas luchan entre ellos, aclaman la guerra, porque están tan perturbados como para regresar a ella.
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El Imperio del Hombre
FantasyEl Imperio Angelical yace en llamas, los cielos que jamás conocieron la noche, arden con la intensidad de un millar de soles mientras la fratricida guerra entre celestes, se libra calle por calle en el Reino Prometido. El Creador, Señor de los Ángel...