CAPÍTULO 2

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No recordaba cuándo había sido la última vez que tuve un sueño como este, pero sin dudas sentía que podía vivir en ese sueño toda mi vida. Arropado en esa cama, abrigado entre esas mantas, acurrucado en los brazos de.. de... ¿Papá?

Oh, Dios! No estaba soñando. Era real...

Real, real, real... Tan real como la paliza que me dio.

Abrí los ojos, temiendo confirmar que sólo había un sueño, sin embargo, allí estaba él, papá. Sus brazos me apretaban contra su pecho y no pude evitar sentir vergüenza. Hacía muchos años de la última vez que mi padre me hizo dormir a su lado. Yo tenía como cinco años en esa oportunidad. Recuerdo que mamá me había ido a leer un cuento pero yo no quería que lo hiciera ella, sino él. Sabía que a papá no le gustaba leer para mí, pero esa vez lo hizo. Se acostó a mí lado y me abrazó fuertemente antes de comenzar a leer. Fue el cuento más maravilloso que escuché, las voces que papá hacía para cada personaje eran increíbles y reí mucho mientras lo leía. Lo recuerdo tan claramente porque fue la última noche que se quedó en casa, y al día siguiente se marchó.

Los ojos se me llenaron de lágrimas ante el dolor que viví tras su partida e intenté apartarme antes de que Harry me escuchara llorar pero sus brazos no me lo permitían. Intenté otra vez, jalando mi cuerpo hacia afuera, pero sólo logré topar mi... mi.. mi trasero contra el colchón. No podía creer que aún doliera tanto y mi intento por ser sigiloso falló en ese instante, pues no pude contener un quejido, que más bien fue un sollozo.

Vi a Harry abrir levemente sus ojos, que buscaron los míos. Quise apartar la mirada, pero no pude. Para mayor mortificación, mi boca me traicionó y se convirtió en un puchero.

-Buenos días, pequeño. - Susurró con una sonrisa, pero inmediatamente su rostro se puso serio al notar las lágrimas en mis mejillas.

-Oh, mi bebito. Qué sucede? Tuviste una pesadilla? - Preguntó, con un tono de voz paternal, amoroso, que no escuchaba desde hacía tanto tiempo.

-Suéltame! - Le exigí, empujándolo con una mano mientras que con la otra limpiaba velozmente la humedad de mis mejillas. Necesitaba dejar de verme tan patético y recuperar algo de la dignidad que había perdido la noche anterior. Sin embargo, cada vez que intentaba soltarme de sus brazos, mis nalgas rozaban dolorosamente contra el colchón, delatando mi padecimiento.

-Shhh, cariño. Qué pasa, mm?! Estás enojado con papá? - Continuó, sin aflojar su agarre, dejando caer un beso en mi frente con el que logró que me sonrojara lleno de vergüenza. Se suponía que era un adulto, uno de los policías más rudos del estado, pero los besos de papá parecían convertirme en un muñequito de porcelana, en un bebé indefenso que sólo buscaba calorcito.

-Que me dejes... No tienes derecho. - Afirmé con todo el enojo que fui capaz de encontrar. No quería mostrarme vulnerable, no delante de él.

Pensé que Harry se fastidiaría y al fin me soltaría, pero no fue así. Por el contrario, sus brazos se apretaron aún más a mi alrededor y, con una sonrisa, me habló dulcemente.

-Anda, bebé. Dile a papá qué sucede, sino no te dejo ir. - Y volvió a besar mi frente, provocando un ruidito con sus labios.

Mis fuerzas se acabaron allí y no pude contener más mis lágrimas. Mi corazón se sentía extraño también, como exaltado, como si quisiera gritar algo que guardó durante mucho tiempo.

Suspiré derrotado. No tenía caso seguir ocultándoselo.

-Es que...es que... -Rayos! Había pensado que sería más fácil decirlo, pero de sólo pensar que mi trasero dolía por su culpa, me hacía rabiar y querer llorar al mismo tiempo.

Siempre a tu lado, Jake RileyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora