Capítulo 12 - Nuestra sangre

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Dakota se encontraba en shock

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Dakota se encontraba en shock. El Renegado estaba frente a ella y acababa de decirle que era su hermano, su hermano mayor Nakai. Los recuerdos borrosos vinieron a ella, empujó a Renegado incrédula de lo que acababa de decir, su hermano había desaparecido después de la muerte de su padre biológico.

—Mi hermano nos abandonó... —susurró Dakota, Nakai sintió una presión inmensa en el pecho, era verdad que había desaparecido después de lo que sucedió.

No le dijo ni a ella ni a sání a dónde iría para que ellas no se involucraran en lo que hizo esa noche.

—...No tenía muchas opciones, hui por el miedo —confesó él, Dakota continuaba negando con la cabeza. Entonces su atención volvió a sus manos, aún con las venas remarcadas y filosas garras al final de sus dedos. Su cabeza se volvió un torbellino de pensamientos, se sujetó de ella mientras retraía sus piernas, Nakai se acercó—. No te desesperes, de la misma forma que aparecieron pueden desaparecer, concéntrate y respira —le aconsejó.

Sin levantar su rostro, Dakota tomó una gran bocanada de aire, tratando de calmarse. Al hacerlo, de repente pudo escuchar todo, el palpitar de su corazón, el viento moviendo las hojas afuera de su casa, la respiración de Renegado, al igual que pudo oler la sangre a su alrededor, un hedor penetrante que casi la hizo vomitar. Trató de no concentrarse en eso.

—Tú lo controlas, tú eres la dueña de esto, no al revés —dijo Renegado.

Al verla pudo verse a sí mismo cuando descubrió sus poderes, cuando no podía controlar la fuerza que había despertado en él. Pudo ver cómo ella hacía lo posible para calmarse y así ordenarle a su cuerpo que volviera a la normalidad. Poco a poco, a medida que su respiración se calmaba, las garras se retraían, sangre brotaba de la punta de sus dedos mientras las garras desaparecían y sus uñas normales emergían de nuevo.

Dakota dio una media sonrisa. Sus venas desaparecían en su piel y los ruidos a su alrededor se atenuaban, aunque ese segundo de felicidad se desmoronó cuando trató de entender qué sucedía. La ansiedad creció en ella y se levantó de golpe, temblorosa.

—No... no, mi hermano desapareció hace diez años, ¡sin rastro alguno y sin despedirse! —gritó entre lágrimas—. Y yo soy normal, no soy un fenómeno y no quiero serlo —se decía a sí misma. Nakai estaba de pie, en silencio. Entendía lo que sentía, debía dejar salir todo antes de que él pudiera hablar—. Tú no puedes ser Nakai, aunque haya pasado tanto tiempo aun reconocería a mi hermano... ¿verdad? —se preguntaba ella misma, Nakai suspiró.

Sání solía decirnos que no importa cuánto creas saber...

—El mundo hallará formas de sorprendente... —completó ella la oración, pasmada por las palabras de Renegado.

No solo recordaba exactamente lo que decía, incluso sabía cómo le decían a sání. Quedó en silencio. Su mandíbula temblaba tratando de decir algo. Sin resultados, Nakai la tomó de los hombros para verla directamente.

Renegado: Clan de SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora