Nakai azotó la puerta de Forajida después de que Naz y él entraron, retiró su nuevo casco y lo dejó en el asiento trasero.
—Nos fuimos antes de saber cómo se llamaba el buque —comentó Naz —. ¿Cómo lo encontraremos?
—Nosotros, no encontraremos nada —dijo Nakai mientras aceleraba a fondo —. Te dije que no te movieras del auto —reclamó con frialdad.
—Escuché los disparos, pensé que necesitabas ayuda —se defendió.
—No me importa lo que pienses, entraste por la ventana como un maniático con un hacha en mano —le reclamó.
—Tenía un arma, no un arma humana normal, podía matarte
—Y déjame recordarte que Elena tenía una pistola también, pudo haberte disparado o perder el control por el susto y haber matado a Ángel, para después perder la única pista que teníamos —le explicó al viejo —. Tuvimos suerte.
Naz quedó en silencio, su sobrino tenía razón, él no había sido capaz de pensar en todas esas posibilidades y mucho menos buscar la forma de evitarlas, no tendría idea de cómo mantener a los demás alejados del peligro.
—Por eso dejas que te ataquen, mantienes la atención y la agresión enfocada en ti para que nadie más salga herido, sabes que a ti no te podrán herir y mantienes su vista en ti mientras los inocentes escapan... —infirió el hombre, Nakai lo observó por un segundo, delatando que había dado en el clavo.
—No puedo salir herido, los demás si —dijo —. O al menos así ha sido por años —confesó.
—Tienes razón, lamento haber puesto en peligro todo —se disculpó, Nakai asintió y piso con fuerza el acelerador.
Row mantenía su investigación sobre las pandillas a la vez que se mantenía al tanto de cualquier avistamiento de criaturas extrañas en la ciudad, para cualquiera sería abrumador, pero seis latas de bebida energética la mantenían cuerda, había recopilado la poca información de los líderes Los Nahuales y Leones Blancos.
Javier Cortez y Ángel Guerrero, ambos nacidos en Juárez y llevados a los Estados Unidos apenas niños, crecieron en los barrios Latinos de Oakland, fueron mulas desde pequeños hasta que los padres de Cortez fallecieron, justo después se unieron al ejército, diez años de servicio y recibieron baja deshonrosa, volvieron a San Francisco sin nada y agruparon a los criminales de baja monta para formar Los Nahuales hace siete años.
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Renegado: Clan de Sangre
AksiUna historia escrita con sangre. Una nueva era bélica. Y un héroe en busca de redención. *** Nakai Robbins, mejor conocido como Renegado, terror del bajo...