Capítulo 5 Mi castigo

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Había pasado todo límite. No la había atendido como corresponde al llegar, me había escabullido a espiarla en la ducha y para colmo había acabado sobre su trasero.

Mi ama se puso de pie y cortó el agua de la ducha, tenía que escapar, aprovechar la distracción. Ella podía ser despiadada, he visto lo que hace con las personas que captura, mi tiempo de gracia terminaría.

Me levanté con dificultad y corrí por el piso resbaloso de la ducha, debía dejar su casa y perderme en alguna ciudad para que nunca me pudiera ubicar, pero no pude siquiera salir de la ducha. Puso su pie pesadamente sobre mi cuerpo.

-¿Dónde crees que vas, basura insignificante? - su tono de voz era el que utilizan con todos cuando  enojaba.

Me levantó con una mano y me depositó en la repisa de los utensilios. Yo intentaba recuperar la respiración. Pasó su mano por su trasero y encontró mi semen. Esa misma mano se la llevó hasta la boca y saboreó mis fluidos.

-¿ Crees que esto se quedará así? - su rostro intentaba sostener su rabia.

-Mi señora yo...

-¡Silencio! No tienes derecho a hablar

Su voz heló mi cuerpo. La belleza de su cuerpo desnudo se contrastaba con los furia de sus ojos.

- Te perdoné la vida cuando te conocí, te entregué un hogar, te he dejado tocar mi cuerpo, incluso has tenido el placer de besar mis pies.

La voz de mi Diosa me comenzó a excitar nuevamente, debía contenerme, si sufría una erección empeoraría todo.

- ¿Y me pagas así? - volvió a lamer sus dedos con mi semen - te cuelas en mi ducha y arrojas tus inmundos fluidos sobre mí.

Se tomó la cabeza, intentado controlar su ira.

- Y además, lamiste mi ano.

No tenía como contestar, ella seguía mirándome con una furia creciente.

-¿Te gustó?

¿Qué? No entendía su pregunta, su rostro cambió a una sonrisa, que no dejaba de tener algo de perversión.

-¿Te gustó lamer mi ano? - se acercó hasta mí, su voz ya no era sólo de enojo, parecía algo ... excitada- ¿te gustó pasar tu diminuta lengua por mis nalgas?

No pude contenerme la erección.

- Ya veo que te gustó. - mordió sus labios y luego acercó su boca esta mi pene.

Comenzó a succionar, no podía creer que me había librado, pero era muy bueno para ser verdad.

- Pero mí no. - rompió su felación de golpe con un tono muy distinto al que había mostrado , estaba iracunda nuevamente. - ¿crees que puedes arrojarme tus fluidos y no tener nada de vuelta? ¿Qué tal si te hago lo mismo?

Mi ama juntó saliva en su boca y antes que pudiera reaccionar me escupió, el golpe de me  impulsó hacia atrás y quedé empapado. Se acercó a mí y dejo caer, lentamente, más saliva sobre mí cuerpo. Juntó más saliva y volvió a escupirme.

Me tomó con su índice y su pulgar para llevarme a su boca , me succionaba  por completo, me ahogaba con la saliva, me dejaba respirar y me volvía meter a su boca, pensé que en cualquier momento me moldería y sería todo, pero no, siguió chupándome.

Cuando estaba lo suficientemente mareado dejó de hacerlo, me puso en su palma y miró como intentaba reponerme.

- ¿crees que con eso es suficiente?

No alcancé a responder cuando me dejó en el suelo. Ella se puso en cuclillas.

- Ven aquí idiota. - dijo mientras se estimulaba los labios vaginales. - ven aquí.

Aún estaba desorientado  y trataba de seguir la voz de mi ama. Hasta que pude distinguir su enorme cuerpo, mientras continuaba estimulándose.

- Eso, acércate más.

Me acerqué hasta su entrepierna.

- Eso muy bien, ahora de rodillas- hice caso - abre tu boca. - volví a seguir sus instrucciones. - muy bien.

Se reía de mí mientras se estimulaba, por mi parte me mantenía sumiso y entregado a lo que pudiera venir.

- ¿ Te gustó rociarme con tu mugre? Mantén esa boca bien abierta y dime...si te gusta recibir la de tu Diosa.

Me mantenía de rodillas con la boca abierta, al escuchar sus últimas palabras pude prever su castigo, pero demasiado tarde. Un enorme chorro amarillo salió de la entrepierna de mi colosal ama y se disparó contra mí, mientras ella reía. Salí arrastrado por el flujo, pero ella me siguió y continuó rociándome. Hasta que puso su vagina sobre mí y me aplastó con ella. Intentaba salir de entre sus labios y vellos púbicos, se frotaba con mi cuerpo cuando volvió a orinar.

Estaba humillado. Se puso de rodillas y acercó su cara hasta donde estaba yo. Estaba golpeado y no podía moverme.

- ¿Qué pasa esclavo?

Con dificultad intentaba articular algo que responder.

- ¿Quieres más? Aún tengo más - dijo riendo.

Al fin pude decir algo.

- Perdón toda poderosa.

Ella rió, era lo que quería escuchar.

-Esto aún no ha terminado.

Mi enorme amaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora