Capítulo 3 Ducha

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Me seguía sujetando entre sus dedos. No podía identificar qué transmitía con su mirada, parecía que una nueva idea había pasado por los pensamientos de mi ama. Había algo de maldad en su ojos.

- ¿Así que quieres ir a la ducha conmigo, eh?

Con su tono confirmé que algo tenía en mente. No sabía si había una respuesta correcta. Me posó en la palma de su mamo. Ella notó mi pequeña erección.

-¿Crees que lo mereces, esclavo ?

Estaba petrificado, no tenía respuesta para ella.

- Respóndele tu Diosa. - sostuvo firme.

- Me encantaría poder servir a mi ama- acto seguido me arrodillé.

Soltó una sonrisa perversa. Con su dedo índice me volteó boca arriba.

- Muéstrame qué tienes ahí.

Escuché su risa , mientras me tocaba con su dedo en lo que para ella era un diminuto pene. Continuaba masturbándome, mientras yo lamía su dedo.

- ¿Vas a acabar en la mano de tu ama ?

El movimiento continuaba , ya no aguantaba más la excitación, acabaría en cualquier momento, cuando ella se detuvo, retiró su dedo de mi cuerpo. La risa se borró de su rostro.

- Cuando llegué no estabas en la puerta esperándome- me reprendió con absoluta seriedad, mientras intentaba reponerme - cuando me recosté en el sillón tuve que gritarte para que vinieras.

- Mi proveedora yo...

-Tuve que ayudarte a quitar mis sandalias - siguió sin escucharme - No lamiste mis pies.

- Mi señora yo...

-¿Qué? ¿no te gusta como huelo?

No podía mentirle a mi ama, ella sabía lo que había pasado.

- Señora mía, yo la amo.- intenté calmarla sin resultado.

-Debes adorarme sin peros, soy tu Diosa y podría comerte ahora mismo.

-Estoy dispuesto a el castigo que estimen conveniente, mi señora.

Me acerco hasta su boca y volví a ver esa sonrisa malvada ¿Qué haría conmigo? Sacó su lengua muy lento y la pasó por mi entrepierna, dándome otra erección.

- Veremos que haremos contigo inmundo malagradecido.

Me posó sobre su hombro y volvió a lamer todo mi cuerpo. Se sentó en el sillón, subió y acomodó  su top que naturalmente se bajaba. Recogió sus sandalias y se levantó en dirección al cuarto de baño.

Mi reina absoluta caminaba descalza por su casa, preferí no decir nada en el camino para no sobresaltarla, aunque me iba tocando mirando el movimiento de sus pechos y viendo como su top se bajaba poco a poco, cuando estaba cerca de exhibir algo más ella volvía a subirlo.

Al llegar a la puerta del cuarto de baño dejó caer las sandalias al suelo. Me tomó con sus dedos índice y pulgar y me puso frente a su cara, se sorprendió al notar que me masturbé todo el camino. No se veía molesta, diría que se sintió atraída por mi comportamiento.

- No puedes entrar a la ducha hoy. - intentaba mantener su seriedad mientras miraba mi erección - te quedarás aquí afuera sobre mis sandalias hasta que te acostumbres a mi olor, ¿entendido?

Solo pude afirmar con mi cabeza, tenía miedo de qué me pudiera hacer. Me dejó sobre sus húmeda sandalias y su desagradable olor volvió a rodearme. Me puso su pie frente a mí.

- Lame.- me mandó esforzando su actitud de seriedad.

Yo lamí con dificultad entre sus dedos.

- Succiona.

Succioné uno de sus dedos pequeños.

-Ahora frótate.

Tuve algo de duda, pero no podía arriesgarme, así que me froté contra los dedos de sus enormes y poderosos pies. Intentaba ignorar su olor. Seguía frotándome, penetrando entre sus dedos, sintiendo su pie en mi pene, cuando sentí un gemido de mi diosa, me detuve ante la sorpresa de escuchar su grito de placer. Ella notó que había dejado de frotarme e intentó retomar la compostura y retiró su pie con algo de pudor.

- Te quedas aquí, hasta que aprendas. Tiene prohibido entrar - entró al cuarto de baño y estoy seguro haberla visto guiñar un ojo antes de cerrar.
















Mi enorme amaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora