Capítulo 10: Elección

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Estaba rodeado de al menos diez mujeres que me tocaban, mostraban sus pechos y frotaban sus traseros en mi cuerpo, mientras gritaban emocionadas para ser las elegidas.

Más mujeres se acercaba. Casi instintivamente toqué los pechos de una mujer, que lo recibió con emoción, como un cumplido. Debía concentrarme, por más que me costara debía cumplir mi misión.

-Muchachas todas tendrá la...- algo me ahogó la voz.

Miré para abajo y de rodillas ante mí una mujer blanca con el pelo con rulos estaba con mi pene en su boca. Ella miró hacia arriba al notar que detuve mi intento de discurso y vi sus dos profundos ojos azules. Una mujer rubia y muy delgada se arrodilló junto a ella y con algo de fuerza le quitó mi pene y comenzó a chuparlo, no lo hacía tan bien como la anterior, se notaba inexperta.

Le toqué la cabeza a la mujer de rulos, creo que tenía a la primera seleccionada. La rubia se molestó por mi gesto y comenzó a chupar más rápido, como queriendo imponerse.

Con mucha seguridad la mujer de rulos volvió a tomar mi pene, lo pasó por sus pechos y lo llevó a su boca otra vez, definitivamente era la primera ganadora.

- ¡Mi Diosa! Tengo a la primera seleccionada.

Mi ama se rió entre los gritos de placer de la mujer morena que seguía dentro de la boca, se la quitó un momento para hablar.

- Muy bien esclavo, cuando acabe con esta hermosa criatura viene tu primera escogida. - y le guiñó un ojo a la de rulos.

La especiación subió entre todas las mujeres. La mujer de rulos se levantó, puso sus brazos alrededor de mi cuello y me miró con satisfacción un largo rato antes de darme un largo beso.

- Gracias mi señor.- caminó hasta el cuello a esperar sus turno.

En las demás mujeres aumentó la desesperación de ser elegidas, varias se arrodillaron y se peleaban mi pene, hasta que un grito las cayó.

-¡Fieles servidoras! - era la voz de la sacerdotisa que se abría paso entre las postulantes- todas tendrán su oportunidad.

Se hicieron a un lado formando un pasillo entre ella y yo, de alguna manera me había salvado, no sabía que hacer con tantas mujeres.

-Debemos quitarle el sostén y luego masajear su espalda. - miró a la morena que seguía gimiendo en la boca de la Diosa.- aun falta para que nuestra compañera acabe, tendremos tiempo para elegir.

Llegó hasta donde estaba yo, no la había podido ver de cerca, era preciosa: su cabello rojo caía sobre sus hombros con pecas y su cuerpo delgado y pálido hacían resaltar sus curvas. Tomó mi mano

- Acompáñame, te ayudaré a escoger antes que ellas te maten- en su rostro había algo de molestia.

Caminamos de vuelta por el pasillo en dirección al estómago de nuestra ama. Las mujeres me seguían mirando con deseo, querían demostrar que eran dignas de ser escogidas.

- ¡Apurémonos muchachas, quiten ya el sostén! -Dijo la pelirroja.




Mi enorme amaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora