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El albiceleste no dijo ninguna palabra en lo que llevaban caminando y lo mismo para el canadiense.

Los dos estaban centrados en sus pensamientos. Por la parte del Argentino una duda surgía.

¿Estaba bien confiar ciegamente y de forma literal, en un país que vio pocas veces en el pasado?  No sabía mucho del norteamericano, apenas si algunos rumores o comentarios pero nada más.

Aunque lo ayudó en el baño, así que malo no debi ser... No?

Algo que destacaba del latino era su falta de confianza ante los demás; quizás por los traumas del pasado que lo hicieron desarrollo ese "mal habitó" O bueno, eso es lo que solían pensar y decir sus amigos, pero para él era una ventaja ya que junto a su intuición se salvó de mucha gente mala.

—¿Ya estamos por llegar? —Pregunto el portador del sol con voz suave y casi asemejándose a un susurro el cual por suerte se pudo escuchar.

—Si, falta poco.

—Bien... —Al oír esa respuesta empezó a sentir pánico aunque lo into camuflar con una actitud tranquila. tenía que ser honesto, la idea de estar con Chile o oir nuevamente los comentarios "inesesarios" De los demás  lo hacían sentirse enfermo, quería llorar.

Un pequeño suspiro de frustración y otros sentimientos mesclados salieron del hispanohablante llamando así la atención del Canadiens quien lo miro.

—¿Estás bien?  —Luego de preguntar se detuvo  para escuchar la respuesta del país contrario. quizás lo del baño le afecto mucho más de lo que pensó y por eso el Argentino no quería volver a la reunión.

—Si... —Contestó apretando un poco el brazo de su guía. Sin duda no lo estaba pero tampoco quería molestar al otro país, suficiente con lo que hizo hace unos minutos, aunque las ganas de llorar a ese punto no se podían disimular mucho.

—Arge algo que aprendí a lo largo de mi vida es como detectar mentirosos, no hace falta que me cuentes si no te apetece hacerlo pero no mientas... —suspiro acariciando la mejilla del latino con suavidad, como si se tratara de lo más frágil y delicado que existiera.
—bueno, sigamos entonces. —comenzó a caminar sintiendo luego como el pequeño a su lado se detuvo en seco haciendo que también pare sus pasos.

—bueno, no estoy bien... no lo estoy. —soltó el brazo del contrario, tapando con sus dos manos su rostro intentando esconder las pequeñas lágrimas que caían mojando de a poco la venda.
—tengo miedo... Y esto es orrible, se que no veo pero me doy cuenta que me miran y lo peor es que ni siquiera disimulan, piensan que como tengo está maldita venda no puedo escuchar las boludeces que dicen y quiero salir corriendo de este lugar.

Canadá  lo observó fijamente. Sin duda parecía tan pequeño y indefenso, eso le resultó algo muy lindo. Con cuidado tomó las manos ajenas acariciendo con su pulgares estás, quería ver el rostro del latino mientras lloraba, tenía una extraña curiosidad.

—Todo estará bien pequeño, si quieres puedo ayudarte, si?  —Su voz era más dulce y reconfortante, algo que tranquilizó un poco al Argentino quien no dudó por impulso en abrazar a Canadá, aun país que apenas si conocía pero el único que de alguna forma le daba confianza o paz en ese momento.

—No tengo ganas de entrar, al menos podemos esperar unos minutos? —dijo, escondiendo su rostro en el pecho de este.

—Esta bién, no creo que a ONU le importe. —abrazo el cuerpo tembloroso que se refugiaba entre sus brazos  buscando consuelo, eso era nuevo para él, no esperaba ver esta parte tan débil de un país que parecía llevarse todo por delante sin importarle nada, sin duda había cambiado.

♣︎Detrás de la venda♧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora