Cuando no lo tienes claro y si lo tienes claro.
Aquel grupo de alumnos tan peculiar entró en el gran comedor cómo siempre, sentándose entre risas mientras hablaban. Hermione dirigió su vista a la mesa, y no tardó en encontrar lo que buscaba.
El profesor Snape estaba allí comiendo; con cara de pocos amigos mientras enterraba el tenedor con saña en lo que parecía un trozo de carne mientras aguantaba lo que tenía pinta de ser un intento de introducirlo en una conversación bastante insustancial por parte de la directora y Poppy.
Hermione desvió la mirada un momento para contestar rápidamente algo que le estaba preguntado Neville y volvió a mirarlo sólo para darse cuenta de que ahora él también la miraba a ella. Pero rápidamente Snape le rehuyó la vista, igual que llevaba haciendo las últimas dos semanas.
Dos semanas de indiferencia, de rehuirle la mirada cuando se la encontraba en un pasillo, en la biblioteca o en el comedor. En clase era cómo un fantasma, no existía; no le hablaba ni para hacerle comentarios hirientes o mordaces.
Y ya ni hablar en las clases privadas con él, o las tardes cómo asistente. La mayoría de veces ni aparecía. O si aparecía era para escribirle algo escuetamente en la pizarra y salir en dirección contraria. Había tratado de hablar con él, pero sus intentos fútiles habían sido esquivados con precisión... A veces; otras directamente se olvidaba de la sutileza de espía.
En cuanto le daba los buenos días, o las buenas tardes, o mencionaba un suave: Profesor Snape. El hombre giraba la cabeza con aquel gesto tan suyo y desaparecía.
¿Tanto le molestaba lo del abrazo?
Pero no había sido eso, sabía que no tenía que ser lo del abrazo, sabía que era por el hecho de que casi se besaban. Ella había estado allí, lo había vivido igual que él. Si no hubiera sonado aquella campana...
Se hubieran besado, era un hecho. Pero cómo no lo habían hecho, ahora se encontraba en aquella maldita e incómoda encrucijada. Le hubiera gustado que lo hablaran cómo adultos, pero estaba claro que de los dos, la única adulta en aquel momento era ella. Necesitaba hablar con alguien, alguien que no la juzgase de verdad y con el cerebro suficiente para llevar ese tipo de conversaciones. No podía más.
Se levantó dejando a sus compañeros comiendo solos y caminó lentamente por los pasillos. Subiendo y bajando escaleras, hasta que llegó al tercer piso.
-¿Tienes un momento?- Preguntó llamando a la puerta. Sirius apareció tras esta con una sonrisa.
-Claro pa...- Pero Hermione ya había entrado sin esperar la respuesta usando la confianza que ambos tenían.- Te pasa algo, ¿a que si?- La bruja asintió, estaba molesta, y fruncía el ceño, pero sobretodo se la veía algo confusa.
-Necesito hablar con alguien o te juro voy a explotar.- Confesó.- Y tú... Creo que vas a ser el único que me va a entender...- Dijo en voz baja algo cohibida.
-Sabes que puedes contarme lo que sea.- Le recordó.
-La cuestión es que...- Cogió aire. ¿De verdad le iba a contar eso a Sirius? ¿Era una mala persona por contárselo a él? Porque estaba a punto de sentirse cómo el peor ser humano.- En realidad creo que es mala idea decírtelo. No debería...
-No digas tonterías.- La cortó.- Siéntate y me lo cuentas.
-Pero es que...
-¿Es sobre algo sentimental?- Preguntó divertido. Hermione asintió sonrojada.- ¿Es por un chico?- Preguntó, pero la bruja no dijo nada.- ¿Una chica?- Dijo divertido.
-¡Es un chico!- Aclaró un poco azorada.- Es que es un poco incómodo.- Soltó la joven.
-¿Por mi o por él?
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El último año
RomanceHarry insiste en que Hermione le cuente a Severus Snape quien le salvó la vida en de la casa de los gritos. Pero la bruja se niega, no está dispuesta a contárselo. No era necesario para ninguno de los dos que se supiera, a pesar de lo que su amigo p...