𝟬𝟭. cold cases

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capítulo uno,
casos sin resolver




MANCHAS de tinta índigo corrida brotaron a través de las fibras de las páginas amarillas y rugosas de la apresurada tarea de Encantamientos. Las uñas rosa peonía de Alaska se torcieron contra el borde astillado y andrajoso de la mesa larga y ornamentada mientras sus ojos recorrían las palabras, notando la abundancia de errores, la combinación de oraciones esporádicas. Encaramado sobre el puente de su nariz ligeramente puntiaguda y vuelta hacia arriba había un par de anteojos de montura grande que cubrían la mayor parte de su rostro de estructura ovalada. Su cabello rubio platino, plagado de los mechones marrones más indistinguibles, estaba recogido en una cola de caballo apretada y restringida con una coleta de seda de un brillante amarillo girasol. Magullando la piel que ensombrecía sus ojos estaba la silueta violeta, en media luna de agotamiento, formada por las nebulosas noches de verano de ayudar a su padre, Malcom Maine, con su libro hasta que ella se dormía, con la espalda encorvada en una posición incómoda sobre una máquina de escribir (Malcom insistía en que el invento muggle le daba más carácter al libro que encantar una pluma para escribirlo por ti).

Alaska estaba tan absorta en el ensayo que tenía delante que ni siquiera se dio cuenta cuando sus dos mejores amigos, Bradley Winchester y Frankie Andrews, se sentaron frente a ella, los dos igualmente distraídos para saludar a su amiga, discutiendo animadamente sobre un desacuerdo de Quidditch, que Alaska presumiblemente habría ignorado, con ensayo o no. Bradley era un Gryffindor de hombros anchos y bulliciosamente ruidoso, que definitivamente no pertenecía a la mesa de Ravenclaw con Frankie y Alaska, pero no era como si el rebelde (incluso podría llamarlo ignorante) chico se preocupara por las restricciones. Como Frankie, Alaska no sabía por qué fue seleccionada para Ravenclaw, considerando que Frankie era tan poco intelectual como cualquiera podría ser, pero sin embargo, allí estaba sentada frente a Alaska, vistiendo audazmente la contradictoria corbata azul y plateada, yuxtaponiendo el hecho bien conocido que Frankie pasaba la mayor parte de sus tardes en detención por no completar la tarea.

—Solo estás enojado porque Taylor se hizo un implante de senos después de que rompieran —decía Frankie con altivez.

—¿Por qué estaría enojado por Taylor? Estoy saliendo contigo, ¿recuerdas? No sé por qué, no has sido divertida desde tercer año —resopló Bradley simultáneamente.

Habían pasado dos años, pero Alaska todavía no entendía cómo sus dos mejores amigos seguían juntos después de su plétora de discusiones. Apenas eran compatibles entre sí, eran prácticamente polos opuestos. Bradley era el 'chico malo' (por así decirlo) y la oveja negra, el producto de una conexión adolescente de sus padres, en ese momento, de 15 años, y tuvo una educación bastante desigual considerando que sus padres eran mayormente inexpertos. En cuanto a Frankie, su familia alguna vez tuvo muchas expectativas para ella, Frankie perdió la noción y pronto se quedó atrás, atrapada en un ciclo eterno de recibir discursos decepcionados sobre lo 'poco impresionados' que estaban todos, y cuánto de un potencial perdido su vida se había convertido una vez que se hizo amiga de Alaska y comenzó a salir con Bradley. Pero Alaska se dijo a sí misma que la incompatibilidad era lo que los hacía tan únicos, tan intensamente enamorados el uno del otro que incluso después de las peleas más ridículas, se besarían apasionadamente al día siguiente como si nada hubiera pasado.

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