𝟭𝟰. horcruxes

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capítulo catorce,
horrocruxes



NI siquiera la inquietud de la mansión Malfoy podía amortiguar el exuberante estado de ánimo de Regulus. Dos días después de la víspera de Año Nuevo, y el final de las vacaciones de Navidad se acercaba. Una sonrisa se había plasmado permanentemente en el rostro de Reg desde la fiesta organizada por los padres de Bradley, una miríada de imágenes felices todavía giraban en su mente de él y Alaska, ocultos bajo las sábanas de satén azul claro de la cama de la habitación de invitados asombrados el uno del otro. Reg memorizó cada hendidura de su cuerpo, y capturó los recuerdos en su mente, almacenándolos en un rincón de su mente, atesorándolos, saboreándolos, adorándolos. Estaba seguro de que lo que tenía con Alaska era inquebrantable, intocable. Era el primer amor de ambos y Reg creía firmemente que ella sería la última.

—¿En qué estás pensando, primo? —Bellatrix Lestrange preguntó el día de principios de enero, una dulce y enfermiza sonrisa subiendo por las comisuras de su boca, provocándole dolor de muelas.

Las familias Black y Malfoy, unidas por el matrimonio de Narcissa y Lucius y el reciente descubrimiento de que estaba embarazada, se habían reunido en su mansión de piedra en Wiltshire, rodeadas de champán burbujeante de celebración o vino caliente y deliciosamente tentador. Todos estaban encantados con la revelación, discutiendo cuánto anhelaban un heredero varón para ambas familias. Walburga actualmente tenía su mano áspera y callosa acariciando la mejilla de Narcissa con cariño, asegurándole que definitivamente estaba embarazada de un niño, deseando presuntuosamente que algún día daría a luz un hijo como su 'Querido Reg'. Mientras Narcissa sonreía cortésmente a los miembros de la familia lejanos, agradeciéndoles con una gratitud entrañable y afectuosa por sus mejores deseos, y mientras su esposo exclamaba odiosamente cómo el bebé iba a ser conmovedoramente un niño y educado para ser tan apropiado como su próspero padre, que había "recientemente sido nombrado con un alto cargo en el Ministerio, ¡muchas gracias!", Reg había intentado mantenerse lo más lejos posible, de pie en un rincón distante y sombreado, acurrucado en la copa de vino caliente que su padre le había dado, ungiéndolo como un '¡hombre joven, ahora!'. Sin embargo, para su visible disgusto, Bellatrix, otra de sus muchas primas, había descubierto su escondite, una sonrisa vengativa jugando en sus labios, como si estuviera allí con el propósito de provocar el caos (y en realidad no para escapar de la compañía de su marido, que evidentemente detestaba con cada segundo que pasaba a su lado, escuchándolo divagar sin cesar).

—Oh, ya sabes, la matanza de inocentes —dijo Regulus con sarcasmo, forzando una sonrisa a su prima mientras sus orbes oscuros brillaban en la iluminación eflorescente de la araña. Se llevó la copa de vino a sus labios, que ya eran morados, y sus ojos plateados se apartaron distraídamente de su pariente sociópata.

La sonrisa de Bellatrix fue siniestra. —Tan rápido y sarcástico como siempre, primo —se burló—. Escuché que la chica Maine a la que te asignaron asesinar todavía estaba viva - ¿qué? - ¿No es una de esas inocentes que estás pensando en matar? —dijo arrastrando las palabras.

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