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𝟭𝟯. new years

capítulo trece,
año nuevo

LOS padres de Bradley eran la pareja más enamorada que Alaska había conocido. Teri y Jason Winchester habían comenzado a salir a la edad de trece años, compartiendo su primer beso feliz juntos debajo de un sauce cerca del Lago Negro, donde grabaron sus nombres en la corteza del árbol, un corazón de amor separando sus iniciales. A la edad de quince años, se convirtieron en la 'primera vez' del otro, y unas semanas después, después de que Teri comenzara a sospechar después de sentir náuseas durante cinco mañanas consecutivas y no pudiera mirar la comida sin perder el apetito, los dos visitaron a Madame Pomfrey en la enfermería, y los dos descubrieron que Teri estaba embarazada. Dumbledore permitió que Teri se quedara y cumpliera con su educación, incluso cuando todavía estaba embarazada. Las personas cercanas a ellos fueron un gran apoyo, y Dumbledore buscó el castigo y la disciplina correctos para cualquiera que criticara a la pareja, tomando a la adolescente embarazada bajo su protección.

Nueve meses más tarde, coincidiendo con el decimosexto cumpleaños de Teri, la enviaron rápidamente a través de Polvos Flu en la oficina de Dumbledore a San Mungo, donde dio a luz a Bradley, quien era un bebé feliz y saludable. Los dos decidieron un nombre tres días después, cuando finalmente admitieron a Teri fuera del hospital, y a la pareja se le dio un tiempo fuera de la escuela para pasar tiempo con sus familias agradecidas y comprensivas y asfixiar a su hijo con atención. Lo nombraron 'Bradley' en honor a uno de los jugadores de Quidditch favoritos de Jason (al que Teri habría estado resentida si no se hubiera enamorado del nombre y de alguna manera encajaba perfectamente con su hijo). Cada vez que se reunían con otros padres y se enteraban de que la pareja casada de treinta y dos eran padres de un chico de diecisiete años, los miraban con asombro e incredulidad. Teri cumplió su sueño de abrir una panadería cerca de la casa junto al mar, y Jason era un cazador de las arpías de Holyhead (para el inmenso orgullo de Bradley). Incluso después de veintiún años de citas y catorce años de matrimonio, los dos seguían tan enamorados que cada vez que Alaska la visitaba, no podía creer que la infancia de Bradley fuera real. El afecto con el que había sido sofocado se mostraba a través de su encantadora personalidad, su alegría hacia todo y todos, y la forma en que amaba a Frankie con cada segmento minúsculo de su corazón.

Su hogar reflejaba su vida acogedora, casi perfecta. Estaba en lo alto de una colina arbolada, rodeada por muchos más precisamente como él, con vistas al mar con balcón. El aire del mar de Cornualles siempre teñía la casa con un aroma salado y deslumbrante, uno que nunca podría ser disminuido. E incluso con los síntomas de la gripe de Alaska que había legado durante los días fríos e invernales de estar fuera de la escuela, con la nariz tapada, todavía podía saborear la astringencia de la costa. Ella y Nolan estaban colgados en la hamaca colgada en el balcón, volando ligeramente, la brisa del mar cubría la atmósfera agradablemente. El sol besaba el horizonte, una colorida explosión de ámbar y rosas se infiltraba por el horizonte. Nolan estaba bebiendo un whisky de fuego, pero Teri había insistido en que Alaska probara una margarita que ella misma se había hecho, que tenía un sabor tangible y sorprendente. En una gran tumbona también en el balcón estaban Frankie y Bradley, los dos abrazados el uno al otro, debajo de una manta tejida. Nolan había bromeado que no se habían movido de esa posición en todas las vacaciones, pero la broma que pretendía ser un comentario inmaduro era, de hecho, deliberadamente cierta. Bradley y Frankie habían saboreado cada segundo juntos, habían discutido (como siempre lo hacían) en multitud de ocasiones, pero no obstante adoraban la compañía del otro, y simplemente miraban los amaneceres y atardeceres y se besaban debajo de ambas magníficas imágenes.