LA TATUADORA DE LIBÉLULAS (Clexa AU)

PRÓLOGO

Clarke Griffin jamás llegaba tarde al trabajo.

Siempre podía encontrársela entrando a tiempo a "Skaikru Tattoos" con un suéter de cuello alto, unos ajustados pantalones que marcaban su figura, tenis viejos y una coleta que dejaba al descubierto su largo cuello. No le gustaba llamar la atención, eso estaba más que claro, y tenía razones para ello.

- ¡Buenos días, Clarke! -  La saludó un hombre bastante alto y moreno en cuanto la vio llegar. 

Era el recepcionista del estudio, quien tenía unos tatuajes cubriendo ambos antebrazos , compuesto por varias líneas gruesas y delgadas que rodeaban su antebrazo formando círculos algunas eran entrecortadas, terminando sus extremos en puntas afiladas, dándole un toque más místico, pero a la vez significativo.  Ambos tatuajes eran obras de Clarke.

-Buen día, Lincoln -  Respondió con una sonrisa al encontrarse con sus ojos marrones - Octavia estaba llamándote. Quiere saber si irás con ella a cenar esta noche.

Octavia o simplemente O, era una de las muchas hermanas adoptivas que Clarke tenía, la novia de Lincoln.

-Por supuesto - Asintió con una sonrisa-... Jamás me perdería una cena con ella.

Luego de esta corta conversación la chica fue a su área de trabajo, deteniéndose antes para saludar a Jaha, jefe y dueño del local, y a sus demás compañeros.

De haberte acercado al estudio de Clarke Griffin no habrías encontrado nada fuera de lo común para una tatuadora. La pared estaba repleta de grafitis de colores metalizados y llamas alrededor que citaban su frase favorita de la serie televisiva "The 100", y pequeñas personas caricaturizadas - entre ellos sus artistas favoritos y sus familiares- jugaban entre las letras. En la otra pared casi con demasiado orden, se hallaban diversos afiches de bandas de rock y metal que, sinceramente, no escuchaba.

Como dije, nada fuera de lo común.

Durante las tres primeras horas, el lugar estuvo tranquilo y Clarke sólo hizo un par de pequeños tatuajes con grandes significados. Como siempre, se sintió orgullosa de ellos.

...Y entonces ella llegó, lista para cambiar su vida, aunque en un primer momento ninguna de las dos lo notó.

La campanilla de la puerta principal alertó a todos, anunciando que alguien había entrado, pero sólo Clarke volteó a mirar.

Ella llevaba pantalones ajustados, botas altas, una chaqueta de cuero negro abrochada hasta el cuello y un beanie, todo de color negro. Sus ojos estaban cubiertos por gafas de sol, sus labios eran decorados por un intimidante color oscuro y sus perfectas facciones sobre una tersa piel pálida no mostraban más que seriedad.

Clarke sonrió mientras rodaba los ojos.

Seguramente ella sería una de esas extravagantes clientas que pedían enormes calaveras en sus espaldas, o feroces y malignas serpientes enroscándose por su pierna y ascendiendo hasta devorar uno de sus pecho, o incluso de esos tatuajes rudos en los muslos o brazos.

Sin poder quitarle la mirada de encima ni un segundo, sus ojos siguieron sus pasos hacia el mostrador con curiosidad.

Tenía un andar elegante, decidido, imponente, y su cabeza siempre se mantenía en alto, como si viviera sola en el mundo y las oportunidades de tropezarse fueran nulas.

Era guapa. Dios, muy guapa. Clarke podía darse cuenta de eso incluso a la distancia. 

Sus facciones esculpidas, sus labios oscuros dibujando una fina línea, su mandíbula... madre mía, ¡Qué mandíbula!, la forma en la que hizo su cabello castaño a un lado al caminar... Sin duda era una mujer por la que cualquiera perdería el aliento.