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"Estás ahí, entre mis ganas de arriesgarme y el miedo a enamorarme"

-Avenida 749

Se reencontraron en el restaurante de sushi en el cual habían tenido su primera cita, en la misma mesa, y Lexa, de nuevo, pidió por ella.

Aún así, a pesar de que la situación era similar, Lexa lucía casi incómoda en aquel lugar donde todos ponían su atención en ella. Clarke podía notarlo debido a su mirada baja y los brazos cruzados sobre su pecho, además de su pierna moviéndose nerviosamente de un lado a otro.

—Podemos cambiar de lugar si quieres.

—Me gusta este lugar, Clark.

Y, al contrario de las otras veces en las que la había llamado de esta forma, en ese momento Clarke realmente pudo apreciarlo.

—Me gusta que me llames así.

—Lo sé — Afirmó con una sonrisa. Y era una sonrisa real, como la de un niño al que su madre acaba de decirle que su dibujo es hermoso — También te gusta que te toque cuando no te lo esperas, y mis ojos. También mis pechos, pero ese es otro tema...

Clarke se sonrojó de inmediato y rio nerviosamente.

Lexa tenía razón en todo lo que había dicho. Le encantaba todo eso de ella, y tal vez mucho más.

Le gustaba la forma en que sus labios pintados de labial oscuro formaban hermosas sonrisas. Le gustaban sus palabras. Le gustaba su sentido del humor, y también la manera en la que podía hacerla feliz con solo mirarla. Le gustaba la manera en la que apreciaba el cielo nocturno, y la devoción con la que comía todo tipo de alimentos.

Le gustaba Lexa Woods.

En medio de sus pensamientos el mesero de la vez anterior llevó las bandejas de sushi a las chicas y se retiró antes de que Lexa pudiera decirle algo.

Clarke la miró, y fue así que se dio cuenta de que Lexa no habría dicho nada al pobre chico. No esta vez.

—Perdón por no responder tus mensajes — Se disculpó aunque no tenía que hacerlo — La muerte de Hope me ha deprimido bastante...En realidad, solo he salido de la cama hoy porque sabía que serías tu quien me tatuaría, y de alguna forma tú siempre logras subirme el ánimo.

No le gustaba verla así. No le gustaba verla tan rota.

Tampoco le gustaba saber que ella le subía el ánimo. No quería que Lexa necesitara que le subieran el ánimo.

—Lamento lo de Hope — Murmuró extendiendo su mano sobre la mesa para acariciar la de Lexa, quien miró aquel gesto de la misma forma en la que había mirado sus caricias durante la noche de la fiesta de Luna.

Al contrario de esa vez, Lexa no se alejó.

—Yo también...

Y se hizo silencio.

—¿Cómo te sientes, Lexa?— Preguntó con preocupación.

Necesitaba escuchar la respuesta. Necesitaba comprobar que estaba bien...o, al menos, lo más cercano a la palabra "bien" que se puede estar luego de haber perdido una abuela, un hermano y una sobrina.

—Contigo acá estoy de maravilla — Contestó con una sonrisa, y claramente no mentía — así que no te extrañes si comienzo a visitarte todos los días. Me gusta esto de sentirme maravillosamente viva.

Clarke simplemente sonrió con cierta timidez y bajó la mirada hacia sus manos unidas, dándose cuenta en ese mágico momento la razón por la cual la pintora miraba ese gesto con tanta adoración.

LA TATUADORA DE LIBÉLULAS (Clexa AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora