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"Es divertido cómo el silencio puede ser el sonido mas ruidoso de todos"

-Naturaekos

Las cosas en casa no fueron mejores.

Clarke llegó completamente destrozada. Intentó llorar en silencio de camino a su habitación para que nadie la escuchara, y durante quince minutos lo único que pudo hacer fue sollozar contra su almohada.

Lloraba por su corazón roto, por ella, por Russell, porque tenía un montón de cosas en la cabeza. Lloraba porque quería llamar a alguien, pero al mismo tiempo sabía que Lexa se lo había prohibido por una razón.

Lloraba por que le dolía, pero sabía que no podía comparar nada de eso con la forma en la que Lexa se sentía.

No sabía como se sentía. 

Se preguntó cuántas veces una situación como esta había afectado la vida de Lexa. Se preguntó si alguien lo sabía. Se preguntó cuántas cosas escondía.

—¿También has tenido un mal día?

Habría reconocido la voz de Octavia en cualquier lugar o situación, pero debía admitir que el tono triste acompañando sus palabras no era algo típico en ella.

A veces Clarke olvidaba que las otras personas también podían tener días malos...

—¿Quieres un abrazo? Yo necesito uno también. — Ofreció Octavia, quien lloraba bajo las mantas de la otra litera inferior.

Clarke corrió hacia ella asintiendo y al abrazarse ambas rompieron en un llanto desgarrador. Clarke sabía cuánto podía ayudar un abrazo, y en esos momentos ambas parecían necesitar mucha ayuda.

Después de varios minutos llorando sin parar, ambas empezaron a calmarse aunque de rato en rato sus cuerpos temblaban como último rastro de aquel llanto.

—¿Por qué lloras, O?

Preguntar también ayudaba. Lo sabía.

—Si tú me dices tus razones, yo te diré las mías.

Clarke suspiró y se limpió las lágrimas. Era un buen trato para ella, y no podía negarse ante uno en esa situación en la que se sentía tan culpable y destrozada.

Si tan solo no hubiese ido ese día.

Si tan solo no hubiese aceptado ese jugo de cajita.

Si tan solo no hubiese tirado de la chaqueta de aquel hombre.

Todo era su culpa. Lo sentía. Aún así, Lexa había estado dispuesta a protegerla de Russell.

Era su culpa. Lo sentía. Aún así, quien sufría más no era ella.

—Es Lexa.

Aún no quería hablar del resto. No estaba lista para ello.

—¿Y tú por qué lloras?

Octavia la miró, y había un corazón roto en sus ojos.

—Lincoln y yo terminamos.

***

Recibió un mensaje de texto esa noche. Podía escuchar los sollozos de Octavia, quien estaba siendo consolada por Raven, a solo unos pasos, pero en ese momento otra persona también estaba rota.

Y no era precisamente la tatuadora.

"Estoy bien" Fue lo primero que le escribió la pintora, pero realmente no lo parecía. Quien está completamente bien no lo dice, sabía Clarke. Quien esta completamente bien, sólo lo está.

LA TATUADORA DE LIBÉLULAS (Clexa AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora