13.La fiesta.

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-Que estáis, ¿qué?

-J-Juntos.

Mi madre, se levantó, y se puso delante de Álvaro, 'ya está, le echará de casa y a mi me dirá de todo...

-A mis brazos yerno.

-Pero mamá...

¿Qué es lo que acaba de pasar?-no hacía más que preguntarme-¿Le acaba de llamar...yerno? ¡Le ha aceptado! Ahora mismo, soy un manojo de nervios.

-Mamá, ¿qué?-respondió mi madre.

-Nada, que me alegro te lo tomes así de bien.

-Ruth, no es por nada, pero es la una y media-dijo mi tía mirando el reloj que estaba colgado en la pared.

-¡Mierda!-dije corriendo hacia mi habitación-, me voy a cambiar y ha hacerme la mochila.

-¿Quieres que te lleve?-preguntó Alvaro con una sonrisa.

-No, tú vete a dormir, que has estado conduciendo toda la noche.

Me fui a mi habitación como una bala, me cambié lo más rápido que pude y me fui a comer.

-¿Y cómo fue el flechazo?-preguntó mi tía María.

Álvaro sonrió-¿Os acordáis de los pantalones manchados de café?

-Sí,-respondió mi tia-, que la dejaste los pantalones.

-Bueno, pues-continuó Álvaro-, la miré a los ojos y...Se podría decir que me gustó, luego hablábamos mucho por whatsapp y... Hasta ahora.

-¿Lleváis un mes juntos y nadie sabía nada?

-Los chicos lo sabían-respondí-, es decir, Auryn.

-Ah, vale, vale-respondieron mi madre y mi tía a la vez.

Eran ya las dos de la tarde y les dije a mis amigos que me esperasen en el andén. Cuando llegué, me preguntaron por mi fin de semana y yo les conté todo lo que había pasado.

-Mirad lo que me regaló.

Les enseñé el móvil y la esclava.

-¡Qué bonita!-exclamaron todos a la vez.

-Y lo mejor de todo, vengo de empalme del viaje, a ver, la verdad es que he dormido en casa de Álvaro cuando hemos llegado a su casa, y a las doce o así me llamó y nos fuimos a casa, pero él no ha dormido nada.

Según transcurría la tarde, no recibí noticias de Álvaro, así que a las seis de la tarde le llamé, pero no me lo cogió. Me empecé a preocupar mucho y llamé a mi madre.

-Dime cariño-respondió mi madre al otro lado del teléfono.

-Mamá, ¿a qué hora se ha ido Álvaro?

-No se ha ido, sigue aquí, le he obligado a comer e irse a dormir, porque estaba muerto de sueño.

-Menos mal-dije en un suspiro-, es que quedé con él en que me mandaría un mensaje cuando llegara a casa, pero no me ha mandado ninguno.

-Tranquila, está aquí.

-Vale, bueno, entro a clase que tenemos educación física y como lleguemos tarde...

-Vale cariño, cuidate y tranquila que está en buenas manos.

Cuando colgué, Ainhoa y yo nos fuimos al gimnasio junto con nuestros compañeros de clase.

-Chicos-dijo nuestro compañero Juan-, no ha venido el profesor, ¿nos vamos al Burger?

-¡Sí!-respondimos todos a la vez.

Vidas cruzadas (Alvaro Auryn) (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora