Capítulo 4 Cediendo

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Tenía la chimenea prendida y dentro de esta reposaban las 4 cartas provenientes del ministerio, escritas por el mismo ministro Magnus, ni siquiera se había tomado la molestia de abrirlas, ahora servían para avivar las llamas de la chimenea. Ya habían pasado tres días desde la visita fugaz de Granger, seguía tirado sobre su sofá, mirando al espejo mágico que tenía frente a él, solo Harry se había aparecido frente a la casa, pero en el último minuto había decidido no entrar, menos mal, bastante tenía con lidiar con una come libros Gryffindor como para ahora soportar a un segundo descerebrado.

Seguía bebiendo de su copa whisky, cuando escuchó un plop fuera de su puerta, era otra vez la molestia andante de Granger, lucía peor que la última vez, muy flaca y demacrada de su cara, con unas inmensas ojeras muy oscuras, la chica tocó a la puerta tres veces y decidió entrar, se miraron unos segundos - que no tiene a nadie más para molestar? - le preguntó con su típica arrogancia.

La castaña suspiro largo y profundo - Vine hablar sobre nuestro enlace - directo y claro le dijo intentando controlar la situación, ¿a quien quería engañar?, quería salir corriendo antes de que la serpiente escupiera su veneno.

-Así que es eso - dijo mordaz y sonrió para sus adentros - se ha dado cuenta que es tan poco deseable, veo que ni el menor de los Weasley ha podido sacrificarse, por eso esta tan ansiosa por unirse a mí, tiene miedo de quedar solterona -  Levantó una ceja como solo él sabía hacerlo, ser intimidante y sarcástico le era tan fácil como respirar.

La chica apretó su pequeños puños y salió de ahí con sus ojos aguados, el siempre sabia como herirla, sobre todo que no le dejaba pasar por alto el tema de Ron.

Snape se quedó muy complacido le era tan fácil deshacerse de Granger, tan frágil y sentimental la chica, a veces se preguntaba cómo había salido ilesa de esa guerra.

-Deja de hacer eso - le reprendió el director desde su marco - sabes que ella es tu oportunidad para ser feliz hijo.

-No me interesa - contesto mordazmente.

-Pues deberías, le debes mucho a esa chica Severus - lo reprendió algo molesto.

-En verdad no piensas dejarme en paz Albus? - Preguntó Snape - la ventaja de ir a Azkaban es que ahí no tendré que escucharte - le puntualizo el profesor.

-Recuerda que mi testamento pide que mi retrato esté en cualquiera que sea tu vivienda y eso hijo incluye Azkaban - le recordó con una sonrisa.

Snape palideció ante el recuerdo de esa cláusula, es verdad ni en Azkaban podría librarse de él - ¿Por qué me haces esto? - le reprochó poniéndose de pie frente al cuadro de su mentor casi padre.

-Te prometí que te recompensaría por tu sacrificio de tantos años hijo, ahora tienes una oportunidad de ser feliz y no dejaré que la eches a perder solo porque tienes miedo - le habló con ternura, con la protección que le habla un padre a su hijo.

-Estás chiflado viejo, no tengo miedo de nada - le dijo dándole la espalda.

-Claro que si Severus, te acostumbraste a vivir siendo odiado y despreciado por todos, y ahora que la gente te venera y respeta, algunos sienten un gran respeto por ti,  no sabes cómo lidiar con eso y te da miedo - el director miraba a su más fiel aliado pensativo.

-Claro que no me respetan o aprecian, solo me tienen miedo - concluye mientras sigue tomando.

-¿Como le llamas tú a lo que la señorita Granger y Potter están haciendo entonces? - le recriminó el anciano

-Es lástima y no quiero que me tengan lástima - contesta muy molesto Snape, furia se ve en sus ojos.

-Lástima - repite Albus consiguiendo la atención de Snape - ¿tú crees que una joven hermosa y talentosa, renuncia a sus sueños de recibirse como la mejor alumna que pisara Hogwarts y rompe su compromiso con el que ella piensa que es el amor de su vida, para unirse de por vida a una persona que cada que puede la hiere profundamente y todo porque siente lastima por este?

Sentencia de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora