Capítulo 15

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Annie's POV

Pasaron los días. Todos estaban ansiosos por que llegara octubre. Yo solo deseaba que todo terminase para poder descansar de las suposiciones acerca de los colegios que vendrían a Hogwarts.

Pero eso no iba a ser así hasta que no llegara el próximo verano. Mi cumple paso. Recibí una carta de mi hermano Will comentándome que me echaba de menos y que soy su rayito de sol. Me reí como loca ante esa frase.

Siempre que me siento triste leo esa frase y mi día cambia.

Momentos antes todos admirabamos como venían los otros dos colegio. Quedé maravillada con la entrada de los de Beauxbatons. Formidables pegasos.

En la comida los de Beauxbatons se sentaron en la mesa de Rawenclaw mientras que los de Dumstrang se sentaron en la de Slytherin.

—Buenas noches, damas, caballeros, fantasmas y, muy especialmente, buenas noches a nuestros huéspedes —dijo Dumbledore, dirigiendo una sonrisa a los recién llegados—. Es para mi un placer daros la bienvenida a Hogwarts. Deseo que vuestra estancia aquí os resulte al mismo tiempo confortable y placentera, y confío en que así sea.

Hermione suelta un comentario respecto a las chicas de beauxbatons.

—El Torneo quedará oficialmente abierto al final del banquete —explicó Dumbledore—. ¡Ahora os invito a todos a comer, a beber y a disfrutar como si estuvierais en vuestra casa!

Los platos aparecen en la mesa. Hay platos extranjeros.

Una joven de cabellos plateados se nos acerca a la mesa y señaló un plato.

—Pegdonad, no quegeis bouillabaisse?

—Pour ma part je n'en veux plus. Je suis pleine—le digo al momento. Toda la mesa me mira.

—Hablas muy bien el fgances.

—Merci, beacoup—le digo mirándola a la cara.

Noto sorpresa en su rostro.

—ravi de vous avoir rencontré. Au revoir.

—Adieu.

—Ha llegado el momento —anunció Dumbledore, sonriendo a la multitud de rostros levantados hacia él—. El Torneo de los tres magos va a dar comienzo. Me gustaría pronunciar unas palabras para explicar algunas cosas antes de que traigan el cofre...

— No me de su número deme el de su camello— digo sin pensar. Los que me oyen se ríen

—... sólo para aclarar en qué consiste el procedimiento que vamos a seguir. Pero antes, para aquellos que no los conocéis, permitidme que os presente al señor Bartemius Crouch, director del Departamento de Cooperación Mágica Internacional —hubo un asomo de aplauso cortés—, y al señor Ludo Bagman, director del Departamento de Deportes y Juegos Mágicos.

Todos aplauden, yo simplemente ruedo los ojos deseando que esto acabe.

—Los señores Bagman y Crouch han trabajado sin descanso durante los últimos meses en los preparativos del Torneo de los tres magos —continuó Dumbledore—, y estarán conmigo, con el profesor Karkarov y con Madame Maxime en el tribunal que juzgará los esfuerzos de los campeones.

Más murmullos y más ojos mirando al director.

—Señor Filch, si tiene usted la bondad de traer el cofre...

Filch sale de entre las sombras con un pedazo de cofre.

¿De que barco pirata lo habrá robado?

Tenía joyas incrustadas.

—Los señores Crouch y Bagman han examinado ya las instrucciones para las pruebas que los campeones tendrán que afrontar —dijo Dumbledore mientras Filch colocaba con cuidado el cofre en la mesa, ante él—, y han dispuesto todos los preparativos necesarios para ellas. Habrá tres pruebas, espaciadas en el curso escolar, que medirán a los campeones en muchos aspectos diferentes: sus habilidades mágicas, su osadía, sus dotes de deducción y, por supuesto, su capacidad para sortear el peligro.

Todos se callan. Parece que nadie respira.

—Como todos sabéis, en el Torneo compiten tres campeones —continuó Dumbledore con tranquilidad—, uno por cada colegio participante. Se puntuará la perfección con que lleven a cabo cada una de las pruebas y el campeón que después de la tercera tarea haya obtenido la puntuación más alta se alzará con la Copa de los tres magos. Los campeones serán elegidos por un juez imparcial: el cáliz de fuego.

Dumbledore golpea la caja con su varita. Me recordó a un director de orquesta. Introduce la mano en el cofre y saca un gran cáliz de madera toscamente tallada, también poseía unas llamas blancas en el borde.

Se parece a un cáliz de una misa.

—Todo el que quiera proponerse para campeón tiene que escribir su nombre y el de su colegio en un trozo de pergamino con letra bien clara, y echarlo al cáliz —explica Dumbledore—. Los aspirantes a campeones disponen de veinticuatro horas para hacerlo. Mañana, festividad de Halloween, por la noche, el cáliz nos devolverá los nombres de los tres campeones a los que haya considerado más dignos de representar a sus colegios. Esta misma noche el cáliz quedará expuesto en el vestíbulo, accesible a todos aquellos que quieran competir.

»Para asegurarme de que ningún estudiante menor de edad sucumbe a la tentación —prosigue el barbudo—, trazaré una raya de edad alrededor del cáliz de fuego una vez que lo hayamos colocado en el vestíbulo. No podrá cruzar la línea nadie que no haya cumplido los diecisiete años.

»Por último, quiero recalcar a todos los que estén pensando en competir que hay que meditar muy bien antes de entrar en el Torneo. Cuando el cáliz de fuego haya seleccionado a un campeón, él o ella estarán obligados a continuar en el Torneo hasta el final. Al echar vuestro nombre en el cáliz de fuego estáis firmando un contrato mágico de tipo vinculante. Una vez convertido en campeón, nadie puede arrepentirse. Así que debéis estar muy seguros antes de ofrecer vuestra candidatura. Y ahora me parece que ya es hora de ir a la cama. Buenas noches a todos.

—¡Una raya de edad! —empieza a quejarse Fred de camino al vestíbulo—. Bueno, creo que bastará con una poción envejecedora para burlarla. Y, una vez que el nombre de alguien esté en el cáliz, ya no podrán hacer nada. Al cáliz le da igual que uno tenga diecisiete años o no.

—Annie tú vas a participar?— me pregunta Guinny.

—Tienes diecisiete?— me pregunta George.

— Dos años conociéndonos y aún no os sabéis mi cumpleaños. Me ofende.

—  Acaso tu te sabes nuestros cumpleaños?

Asiento. Señaló a Hermione.

— Herms diecinueve de septiembre, Guinny, doce se agosto, Ron uno de marzo—tomo aire—. Vosotros el uno de abril y Harry y Neville el treinta y uno de julio.

— Que buena memoria.

—Te sorprendería a veces—les digo—. Por cierto es el nueve de septiembre.

— entonces te vas a presentar.

— No. Eso no va conmigo—les digo—. Ya he vivido demasiados riesgo y no quiero enfrentarme a más.

Todos se paran y yo sigo caminando a pesar de todo. En la sala común todos hablan sobre el torneo.

Decido irme a dormir.

Fred Weasley y la hija de ApoloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora