Capítulo 3: Pizza

3.5K 428 121
                                    

—¿Jess? No, yo me llamo Meredith —mentí, intentando salvarme si es que podía.

—Eso no era lo que decía tu placa ayer.

—Sí que llamé tu atención.

Rara vez las personas se aprendían el nombre de quien los atendía, menos la gente como Milo y su suegro.

—No me gusta no saber los nombres de la gente que me atiende —noté que me estaba analizando con la mirada—. ¿No eres muy joven?

—¿Qué no puede ser joven un chófer?

—¿No estudias?

—Sí.

—¿Qué cosa?

—¿No me vas a echar? —pregunté molesta—. Entré aquí como infiltrada y mentí acerca de mi identidad.

Si eso iba a terminar mal, pues prefería que fuera rápido y que no me hiciera perder más tiempo.

—Claro que te echaré, pero necesito saber que te trae aquí.

Comencé a pensar en una mentira creíble.

—S-soy fan de tus libros... —cómo me dolió decir eso—. Quería conocerte.

Milo me miró enarcando una ceja con curiosidad.

—¿Cuál es tu favorito?

—Contando las Estrellas.

—Lo supuse. Parece tu estilo.

«No sólo parece mi estilo... ¡yo lo escribí! ¡Ese es mi libro!».

—Bueno, creo que ya es hora de que te vayas. No llamaré a seguridad, pero no vuelvas.

Yo asentí y me paré del asiento para luego salir de la oficina y volver al primer piso del edificio.

Mi plan no había salido bien, pero al menos no había revelado mis verdaderas intenciones.

«Hora del plan B».

Me subí a mi auto nuevamente y esperé a que Milo saliera del edificio, estacionada un poco más allá de la entrada. Supuse que tenía un auto, por algo necesitaba chófer, así que me quedé esperando a ver que se subiera a uno.

Vi que unos hombres llevaron un auto negro y lo dejaron en la entrada. Milo salió despidiéndose de todos los trabajadores, le entregaron las llaves del auto, se subió y comenzó a andar.

Yo lo seguí hasta que lo vi entrar a una casa gris bastante grande y elegante, estaba rodeada por un muro de ladrillos pintados de blanco y tenía un estilo americano moderno.

«Lo tengo». Por el momento, eso era todo lo que necesitaba.

[...]

—¿Para qué quieres mi moto? —preguntó Dove extrañada.

No era algo común que yo le pidiera su motocicleta prestada. A veces la había conducido, pero solo por jugar un rato y siempre con Dove acompañándome.

—Quiero usarla... pues para algo.

—¿Qué andas haciendo?

—Nada —dije algo nerviosa.

No quería que mis amigos se enteraran del lio en el que me estaba metiendo. Ese era un asunto que quería resolver sola y cuando lo tuviera resuelto, entonces lo cometaria con mis seres queridos.

—¿Estas traficando? —me preguntó en susurro.

—¡No! ¿Cómo crees?

—¿Entonces?

¡Ese Es Mi Libro!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora