Cap. 3.- Peligro en Yunmeng

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Lan Feng miró hacia el cielo. La noche era clara y despejada, extrañamente despejada, pero lo que realmente había llamado su atención era la señal púrpura que brillaba sobre la oscuridad del lugar. Un gesto de sorpresa cruzó su rostro al reconocerla.

Era la señal de auxilio de Yunmeng Jiang.

Wei WuXian corrió, pero Hua Cheng le cortó el paso con gesto serio.

— Dijiste que aceptas mi trato— dijo.
— Voy a ayudarte, pero primero voy a salvar a mi familia te guste o no— dijo Wei WuXian pasando a su lado—. ¡Suibian!

Al instante una espada salió volando situándose frente a él. Lan Feng tuvo una oportunidad de observar la espada espiritual del famoso patriarca de Yiling y sus ojos brillaron de la emoción; como todos en la secta había oído las historias sobre las hazañas que había presenciado esa espada luego de que su dueño pudiera usarla nuevamente. La historia era sin duda interesante, y el propio Wei WuXian había confiado en Lan Feng lo suficiente como para contarsela: en su primera vida, Wei WuXian había perdido su núcleo dorado al entregárselo a su shidi, así que tuvo que inventar el cultivo demoníaco para poder defenderse; cuando regresó en el cuerpo del joven Mo XuanYu, dado el poco poder espiritual que éste poseía, tuvo la oportunidad de formar un nuevo núcleo dorado con lo cual sus antiguas habilidades volvieron. Al escuchar tal historia, Lan Feng pensó que era digna de de alguien que podría ascender a los cielos con suma facilidad... pero entonces consideró que los cielos no merecían a alguien así.

Wei WuXian montó su espada y salió volando antes de que nadie pudiera detenerlo. Silenciosamente, Lan WangJi lo siguió.

— ¿Qué está pasando?— preguntó SiZhui acercándose con rapidez, JingYi iba tras él, resoplando.
— Alistense, partimos a Yunmeng— dijo Lan XiChen—. Lan Feng, tú también ven.
— Sí, Zewu Jun— dijo Lan Feng reprimiendo un escalofrío.

El líder y los dos aprendices partieron; antes de seguirlos Lan Feng se acercó a Hua Cheng y le dijo:

— Si me permites decirte algo... dale espacio al joven maestro Wei, si dijo que te ayudará él lo va a hacer.

Y tras decir esto se fue.

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Las calles de Yunmeng estaban repletas de cadáveres feroces que eran repelidos por los discípulos de la secta Jiang con habilidad, pero aún así los civiles que habían muerto eran bastantes. Conforme más morían, más cadáveres andantes los rodeaban hasta que acabaron por ser acorralados.

— ¡Muévanse!

El resplandor violeta de un látigo se hizo presente haciendo volar una gran cantidad de cadáveres y abriendo una brecha que los discípulos aprovecharon para abrir paso entre los cadáveres acabando con todos los que había.

— ¡El escudo!— exclamó uno de ellos—. ¿Qué pasó con el escudo?
— ¡La niebla lo rompió!— exclamó otro—. ¡Está ocurriendo lo mismo que en Lanling Jin!
— Silencio.

Los discípulos hicieron caso a la orden de su líder. Jiang Cheng escuchó con atención e  hizo una seña para que lo siguieran y así salir de allí, resistirían cuanto pudieran dentro de la residencia Jiang mientras los refuerzos llegaban. Una ansia dolorosa se abrió paso en la mente del líder al recordar la caída de Muelle de Loto y se juró a sí mismo que no volvería a ocurrir.

El sonido de un dizi se hizo presente, y un aura oscura rodeó al líder y a sus discípulos sirviendo como barrera para evitar la  nueva horda de cadáveres que se abalanzaba sobre ellos. A través de la barrera podía distinguirse el resplandor de varias espadas cuando el grupo de discípulos Lan entraba en la contienda; sin embargo la atención de Jiang Cheng estaba en el techo de un edificio.

— ¡Wei WuXian!— exclamó—. ¡Deja de jugar en este instante o te rompo las piernas!

La melodía fue reemplazada por una risa juguetona, y Wei WuXian bajó situándose junto a Jiang Cheng con su espada en alto. Volteó hacia los discípulos y preguntó:

— ¿Listos para ver a los Orgullos de Yunmeng en acción?
— ¡Cállate!— soltó Jiang Cheng, pero sonrió por un instante.

Los cultivadores se dispersaron por todo el territorio hasta que lograron deshacerse de todos los cadáveres feroces que rondaban por el área y se reunieron.

— ¿Qué fue lo que ocurrió?— preguntó Lan XiChen dirigiéndose a Jiang Cheng.
— Esa maldita niebla...— dijo Jiang Cheng, cayendo en cuenta de algo—. ¡Jin Ling!

En ese momento un muchacho vestido con las ropas de la secta Yunmeng Jiang apareció. A los presentes les costó trabajo reconocerlo, pese a que había sido llamado, pero el primero en hacerlo fue Lan SiZhui.

— ¿Jin Ling?— preguntó.

El joven no solo se había desprendido de la túnica dorada de la secta Lanling Jin, sino también del característico bermellón que los miembros prominentes solían llevar en su frente. Sin embargo, antes de que pudiera responder, un grito pavoroso se escuchó cerca de uno de los muelles.

— ¿Qué fue eso?— preguntó Lan JingYi.
— ¡Es Lan Feng!— exclamó Lan XiChen dirigiéndose con rapidez hacia el origen del grito.

^^^^^

En algún punto de la batalla, Lan Feng se había alejado del resto terminando cerca de los muelles sin darse cuenta hasta que el último cadáver viviente cayó. Miró alrededor notando que estaba solo y se dispuso a volver con el resto cuando un ruido a sus espaldas llamó su atención, al voltear se topó con un cadáver feroz que se desplomó en el suelo y dos estacas de agua que se disolvieron al instante.

No puede ser.

En la orilla del muelle vio a un hombre de piel extremadamente pálida y ropas negras cuyos ojos dorados se fijaron en él de inmediato, hubo un atisbo de sorpresa en él antes de ser sustituida por indiferencia. Lan Feng comenzó a temblar, dudando sobre qué debía hacer o cómo debía actuar, su cabeza daba vueltas con todas las ideas que lo asaltaban mientras sujetaba su espada con fuerza.

Y entonces, el hombre dio un paso hacia su dirección.

Lan Feng gritó. Fue un alarido de terror en el que soltó toda su tensión y alzó su espada en alto mientras retrocedía para alejarse lo más posible de ese sujeto.

— ¡Vete!— exclamó—. ¿Qué quieres? ¿Vas a maldecirme otra vez? ¿Acaso eres feliz viéndome sufrir? Tomaste lo que te correspondía la última vez, pero no te dejaré hacerlo ahora. ¡Yo gané esto! ¡No tienes derecho a quitármelo!

El hombre dio otro paso adelante, con lentitud, y Lan Feng retrocedió rápidamente hasta que chocó contra alguien. De inmediato soltó la espada y se ocultó detrás de Lan XiChen, temblando y sollozando quedamente.

— Que se aleje— dijo cerrando los ojos—. ¡Que no venga aquí!

Poco a poco los demás aparecieron. Lan SiZhui y Lan JingYi se acercaron a Lan Feng, preocupados, mientras Lan WangJi, Wei WuXian y Jiang Cheng se situaron junto a Lan XiChen listos para enfrentarse al desconocido; sin embargo Wei WuXian dio un paso adelante con el ceño fruncido, mirando fijamente al hombre, y dijo:

— Rey Demonio Agua Negra.

La sorpresa se apoderó de los presentes, y esta se volvió mayúscula cuando el aludido replicó a manera de saludo:

— Patriarca de Yiling.
— ¿U-ustedes se c-conocen?— tartamudeó Lan Feng.

Una mariposa plateada se posó en el hombro de Wei WuXian y Hua Cheng se abrió paso cruzando los brazos con un claro gesto de fastidio.

— No tenemos tiempo para esto— dijo.

Lan Feng gimoteó, aún oculto detrás de Lan XiChen, presa del terror. Esperaba desde el fondo de su corazón nunca encontrarse con él nuevamente pero allí estaba, el rostro de sus pesadillas estaba enfrente suyo.

He Xuan había vuelto a su vida.

Viento discípulo (1/4)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora