Cap. 18.- Reencuentro

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Esta vez no hubo vuelos en espada: en cuanto Wei WuXian mencionó el lugar al que debían ir ahora, Hua Cheng creó una matriz de acortamiento de distancia que los llevó a todos allá. 

— ¿Dónde estamos?— preguntó Lan SiZhui.
— Yueyang— mencionó Lan WangJi. 

La pista que había usado Wei WuXian fue la mención a la primera vez que había matado a alguien. Xue Yang había sido un delincuente de la ciudad de Kuizhou, pero el primer crimen grave del que se hubiera tenido registro cometido por él era la muerte del clan Chang, situada en Yueyang. Probablemente él odiaba ese lugar y por eso tenía sentido que Su Alteza estuviera allí: nadie lo esperaría. Una niebla brumosa cubría el lugar, Shi QingXuan conjuró al viento para dispersarla y vieron una gran cantidad de cadáveres en el suelo, inertes, el poder que los había mantenido de pie se esfumó con la muerte de su creador, no había nada que temer.

La ciudad de Yueyang se había convertido en un pueblo fantasma.

Hua Cheng fue el primero en adentrarse a la ciudad buscando desesperadamente por todos lados hasta que una seda blanca salió de una casa cercana y lo rodeó juguetonamente. El ojo de E-Ming rodó como si estuviera extasiado y la seda rodeó a la cimitarra como si le diera un abrazo.

— RuoYe— susurró el rey demonio.

Una figura de blanco apareció caminando lentamente, aturdida.

— ¿San Lang?— preguntó con voz somnolienta.
— ¡Gege!

Hua Cheng se dirigió a Xiè Lian con rapidez y lo abrazó con devoción, aliviado de que su razón para vivir estuviera bien.

— Estoy bien, no pasa nada— dijo Xiè Lian con una sonrisa.

Entonces, Hua Cheng se arrodilló ante él con solemnidad. 

— Su Alteza, le fallé— dijo—. Juré que iba a protegerlo y fallé. 
— San Lang, ya basta— pidió Xiè Lian arrodillándose frente a Hua Cheng—. No te atormentes más, lo importante es que estamos juntos de nuevo.

Ambos se sonrieron uno al otro poniéndose de pie, y entonces Xiè Lian se dio cuenta de que había más gente allí. Al verlo, Lan WangJi dio un respingo y Xiè Lian le sonrió. 

— Es usted...— dijo el segundo jade.
— ¿Ah?— soltó Wei WuXian—. Lan Zhan, ¿Tú también lo conoces?

Lan WangJi asintió sin decir nada. La atención de Xiè Lian estaba en ese momento en el joven que se acercaba a él con una sonrisa.

— Su Alteza— saludó Shi QingXuan haciendo una leve reverencia. 
— Señor del Viento— dijo Xiè Lian tomando sus manos con alegría—. Me alegra poder contar contigo de nuevo en la corte celestial.
— Creo que podemos hablar de eso después.

Xiè Lian asintió, mirando a la pareja.

— Veo que pudieron reencontrarse, me da gusto. Nuestros esfuerzos dieron sus frutos.
— ¿Qué?— soltó Wei WuXian sintiendo que se había perdido una parte importante de la conversación—. No entiendo, ¿a qué se refieren?
— A los 13 años de espera.

Xiè Lian procedió a explicar: durante uno de sus recorridos por el reino fantasma, el dios escuchó una melodía que le atrajo poderosamente y fue a averiguar qué sucedía encontrándose con Lan WangJi. Tras una breve conversación entre los dos Xiè Lian pudo armar la historia de su amor perdido y le compadeció la perseverancia del Lan. Así fue como llegó a un acuerdo con él: si llegaba a encontrar a su persona amada, la mantendría a salvo hasta el momento en que se pudieran reencontrar.

— Solo necesitaba saber cómo era esa persona, cuando recibí tu descripción se la di a San Lang— dijo Xiè Lian terminando su explicación—. Le pedí que la mantuviera en Ciudad Fantasma el tiempo que fuera necesario hasta su reencuentro. 
— Y cuando Yin Yu me advirtió de un disturbio en una de las zonas de la ciudad, miré al fantasma que Gege prometió cuidar— intervino Hua Cheng—. Así que le ordené llevarte a Mansión Paraíso. 

Wei WuXian arqueó una ceja y después se echó a reír. 

— ¡Es decir que la famosa deuda era un favor!— exclamó entre risas—. HuaHua, debiste decirlo antes, aún sin la deuda te habría ayudado. Somos amigos, ¿no?

Hubo un silencio incómodo después de esto y al final Hua Cheng dijo con un suspiro:

— Sí, somos amigos. 
— Y gracias a ustedes hoy nosotros estamos juntos— dijo Lan WangJi.
— Ah…

Xiè Lian no dijo nada más, un poco apenado, y en ese instante Lan WangJi y Wei WuXian se inclinaron ante ellos en una respetuosa reverencia. 

— Qué asquerosamente meloso es esto— se quejó Qi Rong amargamente. 

Hua Cheng le dirigió una mirada acerada y Xiè Lian dio un respingo acercándose a él. 

— Creo que esto es tuyo— dijo entregando a su primo un collar con un dije de esmeralda.
— ¡Dámelo!— exclamó Qi Rong arrebatándole la joya.

Gu Zi sonrió al ver el collar que tenía las cenizas de su padre, y antes de que dijera nada Qi Rong le puso el collar. 

— Sé un buen hijo y no lo pierdas— dijo con un tono suave que nadie se esperó. 
— Lo haré— dijo el muchacho. 

Lan SiZhui, Lan JingYi y Jin Ling se acercaron con curiosidad, y aunque al Supremo de verde no le agradaba mucho aquello los dejó en paz, después de todo no era tan mezquino cuando se trataba de Gu Zi y le alegró ver que tenía amigos.

Un poco apartado de ellos, Shi QingXuan solo observaba con una sonrisa. Las ocasiones alegres siempre le habían gustado y esta, en la que había sido parte importante, no era la excepción. Vio como Wei WuXian y Lan WangJi se despedían de Xiè Lian y Hua Cheng luego de que el sello de Tigre Estigio les fuera entregado, al igual que los cuatro jóvenes, con promesas reiteradas de volverse a ver e invitaciones a las dos sectas a las que pertenecían. Vio a Jiang Cheng acercarse a Wei WuXian para hablar en privado y vio a su maestro yendo con su hermano menor. 

Y entonces se dio cuenta de que faltaba alguien.

¿A dónde ha ido?

El recién ascendido dios miró a un lado y a otro, en vano, y suspiró con un sentimiento entre molestia y pesadez… y tal vez algo de tristeza. Aunque, debió esperarlo.

He Xuan se había ido, tan silenciosamente como había llegado en los muelles de Yunmeng.

Viento discípulo (1/4)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora