Cap. 13.- El nacimiento de un Supremo

386 61 33
                                    

Jin GuangYao se detuvo al llegar a una vieja casa de ataúd. Dudó un momento, pero finalmente entró cerrando la puerta tras de sí.

— Mi señor...— dijo haciendo una reverencia a Xue Yang.

El Supremo estaba ocupado tallando una rama de bambú del tamaño de la columna de una persona con una concentración casi obsesiva, decidido a crear algo de su entero gusto y no lo dejó hasta que estuvo satisfecho, en ese momento volteó hacia el recién llegado y preguntó:

— ¿Tuviste éxito en tu invasión?
— Parcialmente. Las defensas de Qinghe fueron rotas en su mayoría— dijo Jin GuangYao.
— ¿En su mayoría?
— Había algunas cuyo funcionamiento desconozco. No sabía que HuaiSang fuera tan bueno creando talismanes.

Xue Yang arqueó una ceja y luego se echó a reír.

— Ese líder de secta es sorprendente— dijo—. Y pensar que pasó 13 años fingiendo ser un idiota para despistarte, ¡qué burla!
— ¿No le parece muy obvio quedarse aquí?— preguntó Jin GuangYao—. Van a venir a buscarlo.
— Es lo que espero— replicó Xue Yang—. ¿Por qué crees que mandé a nuestro invitado a otro sitio? Lo que planeo ahora es hacer que esta ciudad sea su última parada.
— No entiendo tu obsesión con Lan Feng. Es un discípulo idiota al que le gusta meterse donde no lo llaman.

Xue Yang chasqueó la lengua. Su mirada se había ido de nuevo al palo de bambú nuevamente y tomó una muñeca, uniendo ambas cosas con un conjuro para después usar el sello de Tigre Estigio con su nueva creación, dotándola de vida por medio del resentimiento almacenado en el amuleto.

— ¿Sabes por qué rapté a Xiè Lian?— preguntó.
— Él tiene las cenizas de Lluvia Sangrienta— respondió Jin GuangYao—. Y atacaste al niño de Linterna Verde por lo mismo. Pero dime, ¿qué te hace pensar que puedes usar a Lan Feng contra Agua Negra?
— Los une un destino manchado de sangre. Agua Negra no quiere que nadie mate a Lan Feng porque él va a matarlo.

Xue Yang se detuvo, observando la muñeca moverse torpemente. Lo mejor era que no supiera la verdadera naturaleza de la relación entre ellos dos, era algo tan contradictorio que ni siquiera ellos mismos podrían entenderlo o admitirlo. Un sentimiento que Xue Yang conocía bien.

— Tú serás la alarma— indicó a la muñeca para después mirar a Jin GuangYao—. Ve al camino que sube hasta aquí y lleva a los espectros de culpa para tratar de emboscarlos.

Jin GuangYao asintió saliendo de la casa de ataúd junto a la muñeca, la cual se situó sobre una casa. Una vez a solas, Xue Yang pensó en la última vez que estuvo en ese sitio, hace más de 20 años; por causa indirecta del mismo hombre que se acababa de ir. Todavía recordaba eso, el cómo Jing GuangYao se había coronado como líder de la secta que lo había visto por encima del hombro después de matar al hombre que lo había despreciado (con su ayuda, claro) y lo primero que había hecho fue anunciar su muerte. Algo más fingido que nada, porque no murió; estuvo a punto de hacerlo, pero no murió gracias a quién menos se lo había esperado: Xiao Xingchen.

El mismo hombre que había pedido el castigo máximo para él.

Pasó algunos años a su lado, viviendo una dulce mentira hasta que Song Lan apareció y lo arruinó todo. Pasó muchos más años tratando de revivir a quien lo había salvado hasta que Wei WuXian y Lan WangJi llegaron. Y después Su She apareció y se lo llevó de allí solo para abandonarlo luego de llevarse el sello de Tigre Estigio.

— Joven maestro Xue, es una pena tener que reencontrarnos así.

Jin GuangYao se arrodilló junto a Xue Yang evaluando su estado. Tenía una herida muy grave en el pecho y le faltaba un brazo, ambas heridas sangraban profusamente, el líder Jin suspiró con pesar al darse cuenta de que ya no había nada que hacer más que esperar la muerte.

Viento discípulo (1/4)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora