Cap. 6.- El Supremo de verde

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La Torre Koi se había convertido en ruinas en poco tiempo, como si la decadencia de la muerte se hubiera apropiado del sitio. Lan Feng había visto Lanling en todo su esplendor una sola vez, cuando había acompañado a Lan XiChen para tratar un asunto con Jin Ling y comparar esa imagen con el escenario lúgubre que tenía enfrente era casi doloroso.

Ciertamente, entre más alto estás, duele más la caída.

Él lo sabía a ciencia cierta.

— Este lugar quedó hecho un asco— dijo Hua Cheng.
— Niebla Densa sigue siendo altamente destructivo— dijo He Xuan.
— Wei Ying, ¿qué estamos haciendo aquí?

Wei WuXian no respondió, estaba ocupado tratando de asimilar lo que estaba viendo. Él había estado en Lanling dos veces: cuando se llevó a cabo la cacería en la montaña Fénix y en la conferencia donde se descubrió que había vuelto en el cuerpo de Mo XuanYu. En ambas ocasiones la torre Koi ostentaba una exuberancia que rayaba en lo extravagante, y cuando escuchó de la destrucción del clan Jin no puso un pie en el lugar ya que su única preocupación era que su sobrino estuviera a salvo en Muelle de Loto.

— Realmente no quedó nada— dijo al fin—. ¿Cómo voy a encontrar los aposentos de Jin GuangYao?
— ¿Para qué…?— cuestionó Lan XiChen pero se sintió incapaz de continuar.
— Tus escritos— dijo Lan WangJi—. ¿Crees que siguieron aquí?
— ¿Y por qué no?— preguntó Wei WuXian—. Claramente no me los iban a devolver y tampoco los obtendría nadie más.

Lan Feng frunció el ceño. ¿De qué escritos hablaban? Había oído rumores de que la secta Jin había investigado el cultivo demoníaco, incluso tuvieron un invitado muy talentoso en ese tipo de cultivo, pero no entendía si había una conexión real entre esos rumores y la situación actual. Estuvo a punto de abrir la boca para preguntar algo cuando escuchó un ruido.

— ¿Acaso son pasos?— inquirió volteando atrás de él.

De inmediato todas las miradas se dirigieron al mismo punto y vieron a un joven vestido de blanco que se detuvo al verse descubierto; este muchacho no tendría más de quince años pero se movía con una ligereza propia de alguien con más experiencia. El chico acercó una mano a su cintura, de donde colgaba su espada, pero se detuvo al ver a Hua Cheng.

— ¿Tío?— soltó relajando su postura.
— … ¿Gu Zi?— replicó a su vez Hua Cheng.

“A mi me va a dar algo”, pensó Lan Feng al presenciar aquella escena. ¿Desde cuándo Lluvia Sangrienta tenía un sobrino? Esto tenía que ser una broma o un malentendido, sí debía ser eso, no había otra explicación…

— ¿Quién demonios está irrumpiendo en mi guarida?

Al lado del muchacho apareció un hombre de mediana edad, un delincuente conocido por intercambiar amuletos verdaderos por falsos para estafar a la gente y que era buscado por todos los clanes. Jiang Cheng y La XiChen desenvainaron sus espadas, Sandu y Shuoyue, listos para atrapar al hombre y apresarlo pero el muchacho se interpuso para enfrentarlos desenvainando su espada.

— ¡No se atrevan a atacar a mi papá!— advirtió.
— Eso es, buen hijo— alabó el hombre—. Este ancestro está orgulloso de tí.

Una mueca de disgusto cruzó el rostro de Hua Cheng al escucharlo. Los dos líderes se miraron uno al otro, decidiendo qué sería lo mejor cuando un pequeño demonio verde apareció corriendo.

— ¡Mi señor, no hay nada aquí!— exclamó.

Un breve silencio siguió a sus palabras. Entonces el hombre se llevó una mano a la cara  y tanto Jiang Cheng como Lan XiChen se abalanzaron contra el hombre siendo frenados por su hijo al tiempo que una horda de demonios los rodeaba lista para atacar, saltando al poco tiempo.

— ¡Shui, ve!— exclamó Lan Feng, mandando a su espada contra un demonio que estaba por emboscar a Lan XiChen.

He Xuan volteó a verlo con desconcierto, el cual estaba mezclado con algo de ira.

— ¿Shui?— cuestionó alzando una ceja.
— Shui— repitió Lan Feng tomando la espada, ocultando su temor.

Una oleada de mariposas plateadas y peces hueso arremetieron contra los demonios; sin embargo éstos resistieron el ataque medianamente bien, lo que sorprendió a Hua Cheng y a He Xuan e hizo sonreír al hombre.

— ¡Se los dije!— exclamó—. ¡Ustedes idiotas ya no tienen derecho a mirarme por encima del hombro!
— Y yo que creí que me había librado de ti luego de tu encuentro con Niebla Densa— dijo Hua Cheng—. Maldita basura inútil.
— ¿De qué estás hablando?— preguntó Wei WuXian.
— Este cuerpo ha sido poseído por un fantasma. No hay forma de sacarlo de allí.
— Ah, yo creo que sí. ¡Hey, Jiang Cheng!
— Sí, sí, ya lo oí.

Con un chisporroteo, Jiang Cheng convocó a Zidian. Además de ser un arma espiritual particularmente poderosa, Zidian tenía la capacidad de expulsar a cualquier espíritu que estuviera poseyendo un cuerpo humano; con lo que el líder dirigió un potente latigazo al hombre y al instante el cuerpo se desplomó en el suelo, desmoronándose por el largo tiempo que había sido usado como huésped.

— ¡Papá!— exclamó Gu Zi arrodillándose frente a aquellos restos, sollozando.
— Ese hombre no...— dijo Jiang Cheng, pero otra voz le interrumpió.
— ¿Por qué estás llorando?— soltó la voz—. Tu buen padre está aquí, mocoso.

Quien había aparecido era un hombre extremadamente pálido con ropas verdes y bordados dorados, rodeado de pequeñas flamas verdes, los demonios que aún seguían de pie comenzaron a aullar de felicidad y Gu Zi corrió abrazándose a él. Lan Feng frunció el ceño y tanto Hua Cheng como He Xuan hicieron la misma mueca de disgusto.

De nueva cuenta, Wei WuXian fue el primero en abrir la boca.

— ¿Qi Rong?

Aquello ya había sido suficiente para Lan Feng, que comenzó a reír nerviosamente pero aún así se las arregló para preguntar:

— ¿Cómo los conoces?
— Espera— dijo Qi Rong mirando a Lan Feng con el ceño fruncido—. ¡Yo te conozco a tí! ¡Claro, claro! ¡Eres la…!
— ¡No, tú no me has visto!— gritó Lan Feng presa del pánico.

En ese momento He Xuan dirigió una columna de agua contra Qi Rong y éste creó una llamarada intensa que resistió el ataque. Con un mal presentimiento, Hua Cheng lanzó un grupo de mariposas que chocaron con la llamarada; algunas se carbonizaron pero el resto rompieron el ataque llegando a un punto muerto.

— Tú...— dijo Hua Cheng con incredulidad.
— No es posible— dijo He Xuan.
— ¡Sí lo es!— exclamó Qi Rong—. ¡Ahora este ancestro es tan Supremo como ustedes!
— ¡Y una mierda!

Un nuevo ataque conjunto mandó a volar a Qi Rong. Si bien había logrado renacer como un Supremo, su poder aún era inferior al de los otros dos; los tres fantasmas estuvieron a punto de enzarzarse en una pelea de no ser por una sola cosa que llamó su atención repentinamente.

— Wei Ying, ¿cómo sabes quiénes son?

Quien había preguntado era Lan WangJi. Hua Cheng prestó especial atención, Wei WuXian había esquivado la ocasión hasta ese momento y tenía interés en oír su respuesta.

— Yo...— dijo Wei WuXian con un suspiro—. ¿Han oído hablar de un sitio llamado Ciudad Fantasma?

Entre las sectas, había cosas que sencillamente no podían creerse y por lo tanto eran tomadas como leyendas. Entre éstas, la de Ciudad Fantasma era la más prominente: un paraíso sin ley donde uno podía obtener lo que quisiera. Que alguien dijera que ese sitio existía de verdad era sorprendente.

Que ese alguien fuera el patriarca de Yiling lo era mucho más.

— ¿Me vas a decir que ese sitio existe de verdad?— dijo Jiang Cheng.

Lan Feng sintió un escalofrío. Algo le decía que no le iba a gustar lo que iba a escuchar después. La única forma en que él hubiera presenciado la Ciudad Fantasma era…

— Maestro Wei, ¿tú estuviste allí?— preguntó.

Wei WuXian sintió alivio al escuchar a Lan Feng. Por lo menos alguien allí aparte de su esposo no lo iba a tratar como si estuviera loco.

— Sí— dijo sin mirar nada en particular—. En los últimos años de mi existencia fantasmal… yo viví allí.

Viento discípulo (1/4)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora