Neherenia quedó desconcertada, era la primera vez que Darién la rechazaba, al principio pensó que la falta interés de su marido para tener intimidad era por estres, pero ahora no estaba tan segura, sospechaba que algo le estaba pasando, no quería pensar lo peor.
No se dio cuenta que estaba llorando, se acostó pensando en como hacer para avivar la llama en su matrimonio.
Darién se encerró en el despacho, no podía seguir así, tenía que tomar una decisión, era más que obvio que no podía tener intimidad con su esposa cuándo en su mente y corazón tenía a otra.
Salió del despacho directo a la habitación, una vez que entro vio que Neherenia estaba dormida, saco del closet ropa para cambiarse, necesitaba salir de ahí, se cambio en la habitación de huéspedes, agarro las llaves de la moto y partió hacía el departamento que tenía cuando era soltero.
En la intimidad del departamento se puso a pensar en como seguir, amaba a Serena, pero hasta que no ponga fin a su matrimonio con Neherenia no podía pretender tener algo con la rubia.
A la mañana siguiente las cosas en la mansión estaban tensas, Neherenia sabía que Darién no estaba, cuando él había entrado en la habitación, ella estaba despierta, sólo que prefirió hacerse la dormida creyendo que su esposo iba a acostarse a su lado y hablar sobre lo que había pasado, pero no fue así, en cambio escuchó como salía de nuevo de la habitación y después como arrancaba su auto.
Serena se levantó contenta, ese día tenía la entrevista y estaba confiada de que le darían el trabajo, estaba ajena de lo que estaba pasando a su alrededor.
Bajo y encontró a su madre ya sentada en el comedor, le pareció extraño no ver a Darién, pero no le dio importancia ya que pensó que se había marchado mas temprano.
Se sentó y al mirar a su madre se dio cuenta que tenía los ojos rojos e hinchados, se fijó que todavía no había tocado su desayuno, era extraño ya que cuando ella bajaba su madre por lo general, ya había terminado, no la esperaba, es más era raro que bajara ese día a desayunar con ellos, siempre lo hacía en su habitación, pero estaba tan contenta por la entrevista que no le importaba ver la miradas entre Darién y Neherenia, aunque le molestara.
-¿Esta todo bien?- preguntó Serena
Neherenia salió de sus pensamientos al escuchar la voz de su hija, estaba claro que nada estaba bien, pero decidió que Serena no tenía por que enterarse de lo que estaba pasando.
-Claro que sí, ¡que bueno que bajaste a desayunar!- dijo fingiendo una alegría que no sentía
-Bueno, si… es que hoy tengo una entrevista de trabajo y eso me tiene contenta- contestó la rubia, no le creía a su madre que estaba bien, pero si no le quería decir lo que le pasaba, no la podía obligar.
-Que bueno hija, ojala te vaya bien- respondió contenta
-¿Segura que estás bien?- volvió a preguntar la rubia
-Si, no te preocupes, sólo tuve una mala noche, hoy vuelvo a la empresa y eso me tiene preocupada- contestó Neherenia tratando de sonar animada
Serena asintió con la cabeza y no dijo nada más, desayunaron en silencio, era notable la tristeza de Neherenia, pero la rubia no sabía que hacer, no sabía como comunicarse con su madre, y no era por el hecho de que la había abandonado, aunque al principio era así, ahora la que la mantenia alejada, era el amor que sentía por Darién, no quería que su madre le dijera lo feliz que eran y cuanto se amaban.
Ambas salieron de la mansión a sus respectivas actividades, Neherenia con un día difícil por delante, y Serena con un día lleno de sorpresas.
Darién se encontraba en su departamento, no durmió en toda la noche, daba vueltas en la situación en la que se encontraba y a la única conclusión que llegaba era que quería estar con Serena.
Se animó un poco al recordar que esa mañana la iba a ver, y no solo eso, a partir de ese día Serena sería su secretaria, obvio que la rubia no se iba a enterar hasta que no firmará el contrato, y no pudiera rechazar la oferta al enterarse que iba a trabajar con él.
Decidió desayunar en la cafetería de la clínica, agarro sus cosas y salió, la clínica no quedaba muy lejos de su departamento, así que llegaría en 10 minutos en la moto.
Saludó a algunas enfermeras que se encontraban ahí, más de una se quedaba mirándolo, ¿y como no hacerlo?, si el pelinegro era todo un dios griego.
En la cafetería pidió un café bien cargado y se sentó en una de las mesas, sintió que unas de las sillas se corría y vio a su amigo Andrew sentarse.
-¿Y esa cara?- preguntó Andrew, aunque se notaba que no había dormido.
-Una mala noche, algo complicado de explicar- fue lo único que dijo el pelinegro
-Tengo tiempo para escucharte- se encogió de hombros Andrew mirando su reloj
-No te lo puedo contar acá, vamos a mi consultorio así podemos hablar tranquilos- le dijo Darién
Terminaron el desayuno y se dirigieron al consultorio del pelinegro, iban riendo por las ocurrencias de Andrew al ver las miradas que las mujeres les daban sin disimular.
Una vez que llegaron, el pelinegro empezó a contarle lo que había pasado esa noche, como Neherenia lo había provocado y él se dejó hacer pensando en Serena, la manera que reaccionó cuando se dio cuenta que no era la rubia, y la decisión de irse al departamento que tenía.
-No se que decirte Darién, no quisiera estar en tus zapatos- dijo sincero Andrew
-Lo sé, pero no puedo estar con ella, mientras mi cuerpo, mente y corazón, reacciona, piensa y siente solo con Serena- dijo frustrado Darién
-Te aconsejo que hables con Neherenia y le digas que necesitas un tiempo, no es justo para ella que la hagas sufrir, y no te olvides que te enamoraste de su hija, y eso no va a ser fácil para ella cuando se enteré- aconsejo Andrew
-Tenes razón, tengo que pensar bien lo que voy a hacer, hoy voy a hablar con Neherenia para que nos tomemos un tiempo- dijo Darién seguro
Andrew tenía razón, él tenía que poner en orden su vida, tenía que hablar con su esposa y pedirle un tiempo, no porque él lo necesitara, más que nada para que Neherenia se vaya acostumbrando a que su matrimonio no podía seguir.
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🔥PROHIBIDO 🔥
RomanceHistoria original 100% mía Los personajes son de la gran Naoko Takeuchi Prólogo Serena -¡Más, más!- pedía desesperada mientras él me embestía sin piedad, era sexo salvaje. Tres, cuatro embestidas más y llegamos juntos a un orgasmo magnífico, sal...