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Tal vez si era cuestión de suerte, o quizás no, Jungkook aun no comprendía como es que una mujer como ella estaba a su lado. ¿Lastima? Frecuentemente se lo debatía, pero esa lastima ya llevaba seis años y contando junto a él. Su matrimonio es perfecto, sin decir que los altibajos de su esposa Jeon Lalisa solo se resumían en peleas frecuentes con su hijito Jeong-guk, ese pequeño diablillo disfrazado de ángel le gustaba hacer de las mañanas una pesadilla para su esposa.

– Papi. – el niño corrió hacia la única persona que podría salvarlo de esa tina de jabón. Extendiendo sus bracitos completamente desnudo, Jungkook se agachó para sentir el pequeño cuerpecito estrellarse al suyo.

– Mami me quiere bañar. – puchereó el de mejillas abultaditas. – Ota vez. – obvio su hijito. Ambos se miraron comprendiendo el sentimiento del otro.

– Papi, me voy a degastar con tanto jabón. – ocultando la cabecita en el cuenco del cuello de su papi pidió al hada de los deseos que su mami no le obligara meterse a esa tina del mal.

– ¡Allí estás!. – el niño brinco por el tono de su madre.

– Esta vez no vas a escapar tan fácil de mí y tu padre no va a interceder Frederick Jeong-guk Jeon Manoban. – ambos sabían lo que significaba que Lalisa dijera el nombre completo. El pequeño está en problemas.

– ¡Oh no campeón!, tu mami dijo el nombre completo. – no había salvación, el pequeño de los Jeon ni con los ojitos de Bambi que había heredado de su papi Kook ablandarían el corazón de su madre.

– Esto no es una isla nudista Jeong así que, a la tina ahora mismo. – apuntó al pasillo, pero el niño negó.

– Lisa...- Kook quiso hablar. Pero una mirada de su esposa lo hizo callar de inmediato. El entendía el disgusto de su pequeño al bañarse todos los días, si por el fuera igual no lo haría, pero la vida de grande viene con baños constantes todos los días.

– Pon al niño sobre el suelo Jungkook. – le señaló la pelinegra. – Primera advertencia. – miró a sus dos chicos.

– Papí, papí. – jaló del cuello a su progenitor esperando ser su último recurso a usar ante su mami. – Me duele la colita de lavarme con agua y jabón como pin-pon, papi. – buscando una consideración de su parte en la mirada de su esposa. Esta negó.

– No hay apelación valida y con pruebas, además, no es colita es carita sus pruebas son irrefutables sujeto, así que entrégueme al culpable y hablemos en la corte del baño. – se acercó a ellos mientras Jeon daba un paso atrás cuando Lisa daba otro.

– Iré a la cárcel contigo, campeón. – le susurro para enseguida salir disparado corriendo por toda la casa, mientras Lalisa los perseguía.

– Jeon's no matan Jeon's. – gritó Kook mientras reía al mirar a Lisa correr detrás de ellos. 

Ver a su correcta y educada esposa perder la compostura de esa forma, riendo y jugando con ellos eran las mejores mañanas dentro de la familia Jeon Manoban.

– ¡Jeon Jungkook deja de correr con mi hijo encuerado, por toda la casa!. – sentencio, pero para ese momento ambos adultos estaban más que divertidos por la situación.

Su esposa podía ser la persona más recta y directa que haya conocido. Porque no por nada, es la mejor fiscal del estado. Su carácter fuerte y decidido algunas veces podían dejarse a un lado cuando de su familia se trataba.

– Siempre me hacen lo mismo. – Kook abrió sus brazos recibiendo a su hermosa esposa. 

Lisa portaba un elegante traje, como los que siempre solía usar antes de ir al capitolio, lugar donde trabaja.

– ¿Cómo es que puedo convencer a toda una audiencia y juntar pruebas para incriminar a los culpables? – suspiró. – Y con ustedes simplemente no puedo lograr que a mi hijo le guste algo tan sencillo como bañarse. – cerró lo ojos disfrutando de la compañía de su marido.

Lisa podría ser descrita como una piedra porque no proyectaba sentimientos y consideración por nadie. O al menos eso era lo que algunos artículos escribían sobre la "Fiscal del Hierro" . Pero nadie sabía más allá de la vida privada que ella misma se encargaba de proteger. Vida profesional con personal eran muy aparte para Lisa y también algunas amenazas por aquí, otras por allá lograban que nadie quisiese revelar la historia de su vida. – claro, al menos que quisieran ir a la cárcel. –

Porque Lalisa Jeon Manoban, haría cualquier cosa por sus otakus mugrosos.

– Ve a cambiarte, bebé. – ella al fin cedió. No ganaría esta vez.

– Shi mami. – el pequeñito de los Jeon le dio un besito en la mejilla

– Claramente estoy en desventaja, dos hombres contra la única mujer de la casa. No me gusta. – cuando su hijito estaba lo suficientemente lejos para escuchar y ver. La pelinegra se acercó a su esposo.

– Me ayudará a arreglar eso, ¿no señor Manoban?. – guiñándole un ojo, Kook tragó en seco sintiendo sus mejillas arder al ver las insinuaciones de su esposa. Lalisa es tan intensa y él, tan tímido.

La vio hacerse recorrido a su cuerpo dejando a la vista el trasero que era levemente revelado por la falta plisada.

– He pensado en expandirnos. – abriendo sus piernas lo suficiente se sentó en su regazo.

 – Nuestro bebé tiene cinco años, quizás quiera una hermanita. – sin perder tiempo, dando un recorrido de besos por el cuello de su esposo. Jeon colocó torpemente sus manos sobre la cadera de su esposa.

No eran una pareja convencional, claro que no. Jeon no poseía un carácter dominante. Tampoco un aura de gigoló, sino todo lo contrario. Era tan tímido y torpe incluso estando casado y viviendo un considerable tiempo juntos. Su esposa era todo lo que el carecía.

– S-si, eso estaría bien. – tartamudeo haciendo que el corazón de la pelinegra revoloteara de ternura. Está tan enamorada.

– Claro que no cariño. – se alejó del cuello. – Nada de lo quiero hacerte está bien. – y entonces no pudo evitar reír al ver el rostro sonrojado del amor de su vida.

– Esta noche lo discutiremos, mi madre vendrá por Jeong, al parecer adquirieron un nuevo pony para la colección de papá. – Jeon asintió mientras sentía la saliva pasar con dificultad por no poder retirar la mirada de la camisa de su mujer.

– Puedes tocar si quieres cariño, son todas tuyas. – una de los pasatiempos favoritos de Lalisa era sonrojar a su esposo. Y es que la ternura cautivadora de Jeon era algo que ella amaba con locura. Siempre fue una mujer con iniciativa. Y cuando clavó los ojos en Jungkook, supo que ese hermoso hombre de lentillas y suéteres grandes y feos tenía que estar con ella. 

No estaba en apelación. 

 

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LUCKY JEON T1 | LIZKOOKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora