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El lujoso auto se aparcaba en la entrada de la escuela

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El lujoso auto se aparcaba en la entrada de la escuela. – Cariño, por favor. Esta vez no molestes a los zorrillos – Lalisa le recordaba cada mañana a su hijito. Era un recuerdo totalmente desagradable y algo traumático si era del todo sincera.

Aun puede sentir el asqueroso olor llegar a sus fosas nasales cuando aquel día su bebé llegó del instituto roseado de flatulencia silvestre. – para nada lindo tener que meterlo a una tina llena con salsa de tomate para así eliminar el perfume de los animales extraños que su escuela se encargaba de cuidar.

– Si mamí, ya aprendí que si los apachulo muy muy muy fuelte se echan peditos que hacen a papi momitar . – sonrió inocente el de mejillas regordetas. Para el pequeño Jeon fue una de las experiencias más gratas conocer a un perrito tan extraño y quien de su colita salia neblina amarillita. Su mami le había dicho que no eran gatitos, entonces eran pelitos. Super sí.

Las maestras de su preescolar lo recibieron con los brazos abiertos. ¿Qué seria de su escuela sin el pequeño Jeong? Ese niño tenia un aura tan adorable que aterraba dejarlo solo y poco después descubrir el pequeño desastre del que era protagonista.

– Adiós papí. – se despidió el niño y Jeon solo le dio un pequeño besito en su frente y una sonrisa como respuesta.

Lalisa manejaba mientras él veía algunos de los pendientes del departamento del que es gerente. La empresa tenía días malos y buenos. Hoy podría decirse que era uno de esos, donde tendría que doblar turno por ser fin de mes y el cierre de cuentas era una montaña de nunca acabar.

– ¿Sucede algo cielo?. – preguntó Lalisa al ver el ceño ligeramente fruncido de su esposo.

– Trabajo, al parecer no podremos tomar luch querida. – Lisa asintió.

– Está bien, solo no te sobre esfuerces de más – Jeon la miró con ojos achicados.

¿Cómo le decía eso? Si ella es la reina del estrés. Y ni imaginar toda la diligencia que dirigía y el ambiente que podría desarrollarse dentro. Jungkook ama a su esposa y por eso mismo bendecía a los pobres chicos que trabajaban bajo órdenes de la perfección que ella siempre acostumbraba alcanzar.

– Puedo traerte algún refrigerio. – el de ojos avellana negó.

Además, en su oficina sería inútil porque si lo guardaba. Él sabía que terminaría siendo encontrado por algún brabucón de su "toxico ambiente laboral". Y se lo comerían dejando nada para él.

– No, estaré bien. – la alta no le agradó el comentario de su esposo pero prefirió no decir nada al respecto. Podrían tratar ese claro disgusto en casa.

El azabache podría ser un financiero en ascenso o un nerd de firme atracción. Pero para Lisa, esa pasión e inteligencia que su esposo posee es su más ardiente fetiche. Su amorcito solo tenía que pedirlo, y demandaría a esa empresa por "acoso laboral". Y otras cosas que no serían para nada imposible refutarle.

LUCKY JEON T1 | LIZKOOKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora