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EPILOGO

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EPILOGO

Habían pasado un par de horas desde que la pareja tuvo que dejar de manera rápida aquella última cena con sus ex compañero de trabajo y así llegar a la residencia de los Park. Al parecer, Jimin llamó a Jungkook pidiendo clemencia de su alma. El pequeño Jeong una vez más, hizo de las suyas. 

Jungkook sabia que nada bueno saldría de alguien tan entusiasta como Rosé al cuidado de su pequeño diablillo.

Le repitió tantas veces que no le diera de comer todo lo que quisiera porque solo terminaría en dos escenarios posibles. Ninguno bonito. – Parece que dentro del baño explotó una bazuca de popo. – Jeon no necesitaba preguntarle a su amigo si estaba bien, porque es claro que las arcadas cuando hablaba podían escucharse e interpretarse de la peor manera. Además de los gritos y risas de su pequeño y la de color fantasía. 

– Me estoy volviendo loco. – confesó cuando se escuchó una puerta ser cerrada. – Le dije a Rosé que no comieran tantos chocolates, no me escuchó y parece que ahora soy el único que tiene que cuidar a dos niños . – Lalisa rió ante la comparación de su amiga con su hijo. 

– No dejan de brincar y correr por la casa. – el azabache podría jurar que su mejor amigo  tenia un puchero en el rostro al hablar.

Era extraño que Jimin se comportara de esa manera tan relajada y poco planeada. El rubio no era de los que hacia fluir una acción sino estaba contemplada mucho antes. Su carácter era tan cuadrado que quizás entendía la razón principal de Rosé al querer agrandar el apellido. 

– Solo relájate Jimin y corre con ellos. – se burló.

– Estamos a media hora de llegar. – la pareja se miró entre divertidos y preocupados. Su pequeño no era un juego, menos si tenia gramos y gramos de azúcar corriendo en su sistema. ¿Cuánto tiempo había pasado? ¿Tres o cuatro horas, no lo saben?.

Pero ese día sería algo que los Jeon's recordarían.Sus vidas tomarían un nuevo ritmo, pero si estaban juntos. Sabían que nada podría fallar.

 – Sabes que nunca voy a soltarte, ¿cierto?. – de repente dijo la pelinegra.

Después de la confesión de amor enfrente de sus colegas. Todo se delimito a comer y ligeramente conversar. Así que agradecían a su pequeño por tener la excusa perfecta para abandonar él lugar y darles un dato extra a los extraños. Un matrimonio con un pequeño hijito entre ellos. ¡Que gran noticia se había revelado!

– Nunca nos soltaremos. – corrigió Jeon.

El trayecto fue en un agradable silencio mientras la entrada a la casa de su mejor amigo le cubría. Todas las luces estaban encendidas. Así que, dudando unos minutos de lo tarde que era, lo confirmaron. Todo estaba en silencio peligroso, hasta que el sonido de algunos platos caerse los hicieron rápidamente tocar la puerta.

LUCKY JEON T1 | LIZKOOKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora