Capitulo 9

35 0 0
                                    

Cath tenía una hora o así para matar antes de irse a Omaha, y no tenía ganas de estar en su habitación. Era el mejor tipo de día de noviembre. Frío y fresco, pero no demasiado helado, sin hielo. Solo el suficiente frío para que justificadamente pudiera usar toda su ropa favorita: cardigans, mallas y calentadores de piernas.

Pensó en ir a la Unión para estudiar pero decidió caminar por el centro de Lincoln en su lugar. Cath casi nunca dejaba el campus, no había mucha razón para hacerlo. Salir de la escuela se sentía como cruzar la frontera. ¿Qué haría si perdía su cartera o si se perdía ella? Tendría que llamar a la embajada...

Lincoln se sentía mucho más a una pequeña ciudad que Omaha. Todavía había salas de cine en el centro y pequeñas tiendas. Cath pasó por un restaurante tailandés y el famoso Chipotle. Se detuvo a través de una tienda de regalos y olió todos los aceites esenciales. Había un Starbucks cruzando la calle. Se preguntó si ese era el Starbucks de Levi, y un minuto después, estaba cruzando.

Por dentro era exactamente como cualquier otro Starbucks en el que Cath había estado. Tal vez con algunos tipos más magistrales... Y con Levi moviéndose rápidamente detrás de la máquina de café, sonriendo por algo que alguien estaba diciendo en su auricular.

Levi llevaba un suéter negro sobre una camiseta blanca. Parecía como si acabara de conseguir un corte de pelo —más corto en la parte de atrás pero aun sobresaliendo y dejándose caer en su rostro. Gritó el nombre de alguien y le entregó una bebida a un tipo que parecía un profesor de violín jubilado. Levi se detuvo para hablar con el chico. Porque era Levi, y esto era una necesidad biológica.

—¿Estás en la fila? —preguntó una mujer a Cath.

—No, adelante —pero entonces Cath decidió que bien podría ponerse en la fila. No es como si hubiera venido aquí para observar a Levi en la naturaleza. No sabía lo que estaba haciendo aquí.

—¿Puedo ayudarte? —le preguntó el chico en el registro.

—No, no puedes —dijo Levi, empujando al hombre en la línea—. Yo me encargo de este —le sonrió él—. Cather.

—Hola —dijo Cath, rodando los ojos. No había pensado que la había visto.

—Mírate. Toda abrigada. ¿Qué son esos, suéter de piernas?

—Son calentadores de piernas.

—Estás usando al menos cuatro tipos diferentes de suéter.

—Esto es una bufanda.

—Te ves asfaltada y abrigada.

—Lo entendí —dijo ella.

—¿Solo pasaste por aquí para decir hola?

—No —dijo. Él frunció el ceño. Ella rodó los ojos otra vez—. Vine por café.

—¿De qué tipo?

—Sólo café. Un café grande.

—Hace frío afuera. Déjame hacerte algo bueno.

Cath se encogió de hombros. Levi tomó una taza y comenzó a bombear jarabe en ella. Esperó en el otro lado de la máquina de café.

—¿Qué estás haciendo esta noche? —preguntó él—. Deberías venir. Creo que vamos a tener una fogata. Reagan va a venir.

—Me voy a casa —dijo Cath—. Omaha.

—¿Sí? —le sonrió Levi. La máquina hizo un ruido silbante—. Apuesto a que tus padres están felices por eso.

Cath se encogió de hombros de nuevo. Levi colmó de crema batida su bebida. Sus manos eran largas —y más gruesas que el resto de él, un poco nudosas, con cortas uñas cuadradas.

FangirlDonde viven las historias. Descúbrelo ahora