Capitulo 4

80 0 0
                                    

Las ardillas en el campus estaban más allá de domésticas; eran prácticamente domésticas abusivas. Si estabas comiendo algo, venían justo hacia ti y hacían chit-chit-chit en tu espacio. 

—Toma —dijo Cath, tirándole un trozo de la barra de fresa con salsa de soya para la gorda ardilla roja a sus pies. Le tomo una foto con su teléfono y se la envió a Abel, ―ardilla abusadora” escribió. 

Abel le había enviado fotos de su habitación —su suite— en MoTech, y de él de pie con sus cinco cerebritos compañeros de habitación que lucían a lo Big Bang Theory. Cath trató de imaginarse pedirle a Reagan posar para una foto y se rió un poco fuerte. La ardilla se quedó inmóvil pero no huyó. 

Los miércoles y los viernes, Cath tenía cuarenta y cinco minutos entre Biología y Escritura de Ficción, y últimamente había estado matando el tiempo aquí mismo, sentada en un umbroso parche de césped en el lado suave del edificio de Inglés. Nadie con quien lidiar aquí. Nadie excepto las ardillas. 

Revisó sus mensajes de texto aun cuando su teléfono no había sonado. 

Ella y Abel en realidad no habían hablado desde que Cath se marchara a la escuela tres semanas atrás, pero él sí le mandaba mensajes de texto y correos de vez en cuando. Él dijo que estaba bien y que la competencia en Missouri ya era intensa. “Todo el mundo aquí fue el más inteligente de su clase”. 

Cath se había resistido al impulso de responderle. “Excepto por ti, ¿verdad?” 

Solo porque Abel había obtenido la calificación perfecta en la sección de matemáticas en el examen de admisión no significaba que fuera el chico más inteligente de su clase. Era una mierda en Historia Americana, y se las arreglaba más o menos en Español. En Español, por el amor a Cristo. 

Ya le había dicho a Cath que no iba a regresar a Omaha hasta Acción de Gracias, y ella no trató de convencerlo para que regresara antes. 

Realmente no lo extrañaba todavía. 

Wren diría que era porque Abel no era realmente el novio de Cath. 

Era una de sus recurrentes conversaciones: 

—Es un novio perfectamente bueno —diría Cath. 

—Es una mesa auxiliar —respondería Wren. 

—Siempre está ahí para mí. 

—…para colocar revistas. 

—¿Preferirías que saliera con alguien como Jesse? ¿Así podemos las dos quedarnos llorando cada fin de semana? 

—Preferiría que salieras con alguien a quien en realidad te gustara besar. 

—He besado a Abel. 

—Oh, Cath, para. Estás haciendo que mi cerebro vomite. 

—Hemos estado saliendo por tres años. Es mi novio. 

—Tienes sentimientos más fuertes por Baz y Simon. 

—Obvio, son Baz y Simon. Eso ni siquiera es justo… me gusta Abel. Es constante. 

—Tú simplemente sigues describiendo una mesita auxiliar… 

Wren había empezado a salir con chicos en octavo grado (dos años antes de que Cath siquiera empezara a pensar en ello), y hasta Jesse Sandoz, Wren no se había quedado con el mismo chico por más de un par de meses. Mantenía a Jesse alrededor por tanto tiempo porque nunca estaba realmente segura de si a él le gustaba ella —al menos esa era la teoría de Cath. 

Wren generalmente perdía el interés en un chico tan pronto como lo conquistaba. La conversión era su parte favorita. 

—Ese momento —le dijo a Cath—, cuando te das cuenta de que un chico te mira diferente, que estás ocupando más espacio en su campo de visión. Ese momento cuando sabes que él no puede ver más allá de ti nunca más.  

FangirlDonde viven las historias. Descúbrelo ahora