Parte4: Cynthia.

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Cuando salimos del ballet Lu parecía cansada. Insistí para acompañarla a casa, pero se negó.

-¿Qué vas a hacer esta noche?

Era viernes, estábamos cerca del nuevo centro, una de las avenidas que se habían vuelto más populares en los últimos meses a estas horas, y estaba anocheciendo.

-Los del instituto organizan una fiesta, ¿te confrmo la dirección? -Ah.. sí, la fiesta de Marina... No lo sé Lu. Tal vez vaya un rato, más tarde, ¿nos veremos allí?

-Vale... Bueno, entonces hasta pronto.

-Hasta luego.

Se acomodó su mochila, y la vi alejarse entre la gente

Caminé unas cuadras, en realidad sin dirección, buscando un taxi. Di con una plaza que comenzaba a llenarse de toda clase de gente: personas paseando, músicos, bohemios, vagabundos y artistas callejeros. El sol había desaparecido, y las luces comenzaban alumbrar de naranja los alrededores; el cielo parecía de un azul oscuro fosforescente.

Aquella era una imágen alucinante: Habían pasado horas desde mi úlima comida, y comenzaba a sentirme mareada, mi mente volaba y las calles me embriagaban aún mas.  Tenía que volver a casa, antes de que comenzaran a preocuparse. Tomé un taxi y en nada de tiempo me encontraba frente a la puerta de mi casa. Llegué, y mis padres estaban ordenando pizza. MI hermana estaba practicando sus ejercicios de ballet. Corrió a saludarme, y me comentó que Cynthia había pasado media hora antes por allí. -Oh... Habíamos quedado para juntarnos e ir las dos a la fiesta, ¿cómo lo había olvidado? Corrí al teléfono a avisarle que seguía con vida, y que me disculpara. -No es nada, ya me las pagarás, Ita (bromeó); Nos vemos allí.
Colgué.

Tenía que vestirme. Elegí un vestido floreado y unas medias. Un poco de rubor. El cabello sujetado. Sandalias negras. Un abrigo. MI bolso.

-¡Me voy! Anuncié. Comeré en la fiesta, anuncié.

Me tomó unos veinte minutos llegar en bus. La puerta consistía en una fila de rejas negras oxidadas, que daban con una escalera de metal, negra también. El pasamanos estaba adornado con unas luces neón. Subí, y en seguida visualicé a Cynthia y a Pol, un amigo. De resto, no conocía más que de vista, a nadie más. Fui a saludar, y apenas entré, sentí el olor a tabaco en el ambiente. No era demasiado, pero mis sentidos no están acostumbrados.El salón estaba oscuro, la gente apretada, y la música sonaba de un reproductor de audio barato. Todos parecían estar pasando el tiempo de sus vidas, de todos modos.

Me acerqué, saludé al par, y fui a buscar a Lu. Le dije que iba a estar por allí. Di unas vueltas, pero no la pude encontrar. No era demasiado tarde, pero estaba cansada, volví a marearme, y recordé que necesitaba azúcar... 

Me senté en un sillón gastado, y cogí un caramelo de mi bolso. Estaba tan oscuro que no noté sino luego de unos minutos que Lucía estaba sentada a dos cabezas de mí, charlando con un tipo. Parecían llevarse bien. No quise molestarlos. Tal vez si... -¿Pasandola bien? 

Pol... Pol, con su voz serena, grave, interrumpe mis pensamientos. -¿Vamos?

 Se me acerca, y empezamos a bailar. El tiempo pasaba lento, demasiado lento, y el ambiente era pesado. Estaban pasando mi canción favorita, de la que sólo escuchaba ecos, a la par mi mareo me estaba matando, y las cabezas al rededor se mezclaban en una especie de espiral. -"Creo que ya está" Alcanzo a decir a Pol al oído, pero no logra entender a qué me refiero, -¿cómo? pregunta, pero antes de contestar me alejo. -"¡qué es todo!"  gritando para que me escuche. Me mezclo entre la gente, que no son más que sombras difusas, buscando mi bolso y el abrigo. -¿Dónde los habré dejado...? 

-¿..El qué..? 

Me volteo de un sobresalto

 -¡Casi me matas de un susto!

Veo a Cynthia difusa que permanecía detrás.  

-¡Por Dios! Sofía, ¿estás bien? ¡Te ves terrible!, ¡sientate!. Me toma del brazo, forcejeo...-Estoy bien... -Sofía, siéntate por dios ...¡qué estoy bieee-een...! Casi me desvanesco entre sus brazos. Oficialmente lo arruiné. 

-Te llevo a casa.

-¡No! Se extraña por mi exclamación. -Digo..., mis padres.. no pueden verme así, se preocuparan.. -Vale... (entiende) entonces te quedas en la mía. Cuando lleguemos avisaré por teléfono.

Y salimos del lugar...

Era madrugada y el aire estaba frío. Me pone el abrigo por sobre los hombros, me sonríe, y echamos a andar. -Qué habrás tomado, ¿eh? Pregunta siempre con una risa entre los labios. -Nada... Digo.

-Vamos, Ita. Esa no te la creo... 

Dos... Tres pasos. A veces tengo la manía extraña de contar baldosas mientras voy caminando. Me encuentro mirando hacia abajo, y parezco ida... No me doy cuenta que Cynthia continúa dirigiéndome la palabra, pero es difícil de entender. -¿Entonces? dice. -¿Entonces? ¿qué? -¿No me estás escuchando? ¿que qué tragaste? -Ahhh... -Espera, (interrumpe) no habrás tomando con el estómago vacío, ¿verdad?, ¿¡verdad!? ¡Estoy segura que es eso! No lo nieges. Con razón te pegó tan fuerte. -Yo... -Ni siquieras intentes negarlo, si nunca te veo comer nada, maldición.

Estaba demasiado enojada para convencerla de lo contrario, además, era demasiado despierta para creer mis mentiras. No intenté negarlo. Tampoco asentí. Llegamos a su casa luego de unas cuadras de inmenso silencio y tensión. Abrió la puerta con sus llaves, y fuimos a su habitación. Me ofreció un vaso de agua, un panecillo, y una pastilla para el dolor de cabeza, mientras telefoneaba a casa. Me arropé entre las sábanas,  y apagó las luces. Su habitación era cálida, y olía a inciencio -Lo siento. Dijo. Mis párpados colapsaron automáticamente, y caí dormida...    

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