Decisiones.

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Cuando Joaquín cumplió las 22 semanas, pudieron celebrar que los bebés ya estaban fuera de peligro de un posible aborto y ya solo quedaba asegurarse que llegaran a la semana 40,  al mnos a la 36.

Yeih.

Su rutina realmente no cambió mucho al principio, pero conforme fueron pasando los días, ambos empezaron a ser conscientes de más cosas, como por ejemplo que el estómago de Joaquín dio un salto días después de que les dijeron que tendrían gemelos y ya podía verse el vientre aún más redondeado que al principio. 

Cuando se dio cuenta que su ropa ya no le quedaba, Renata y Daniela fueron con él a comprar nuevos conjuntos para Omegas embarazados y también nuevas lociones y cremas reafirmantes para proteger su piel mucho más ahora.

Cuando Renata supo que sería tía de gemelos, gritó tan fuerte que su vecina salió a verlos y preguntar si todo estaba bien. Emilio le contestó que sí, que solo había sido un grito de emoción por una muy buena noticia y volvió con su prometido y cuñada, quién ya estaba haciendo una lista larga y detallada para comprarle a los gemelos y también para añadir en el baby shower.

—Uy, cierto, tendré que hablar con Regina, Cristina y Mayra para el baby shower. Tenemos que añadir nuevas cosas, como un pastel más, una cuna más, biberones, ropa, pañales, ropita de baño, toallas, jabón, ¡todo! 

Joaco y Emilio solo se miraron mientras tomaban aire profundamente, preparándose para el nuevo sufrimiento de no solo aprender a ser padres sino de lidiar con una familia enorme como la de ellos.

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Joaquín jamás había sentido ningún tipo de rechazo hacia su cuerpo en su adolescencia o juventud, y aunque estaba consciente de todo lo que implicaba tener un bebé en su vientre, sobre todo gemelos, seguía sin sentirse asqueado o irritado. Se sentía sorprendido y asustado, sobre todo asustado, pero le gustaba ver cómo su estómago cambiaba cada semana, cada día, y podía ver y sentir a sus bebés con más fuerza. Era extraordinario que pudiera albergar el suficiente cuerpo para tener a dos pequeñitos dentro de él.

Aunque sí se sentía algo celoso de que Emilio le pusiera más atención a sus bebés, también se sentía ridículo, porque el Alfa ahora era más atento y mimoso con él. Lo besaba con más suavidad y lentitud, abarcaba con total libertad su estómago para besarlo y llamar a sus niños, le cumplía caprichos y antojos, era dulce y calmado, adorable, tierno... Honestamente lo estaba malcriando bastante y Joaquín amaba eso.

Jamás se había dejado malcriar así, ni siquiera había dejado que nadie le ayudara cuando se torció el tobillo en la universidad y tuvo que ir al hospital. Pero era fácil dejarse mimar por Emilio, no sentía verdadera culpa ni arrepentimiento, ni siquiera sentía difícil dejarse hacer en sus manos, era como si estuviera a la merced de Emilio pero era consciente que era totalmente al revés.

Cualquier cosa que él quisiera, Emilio se la cumplía con rapidez, porque amaba verlo feliz y satisfecho; así fuera un triste antojo de chocolate con avena o besos y caricias en el baño, o en la cocina. Su apetito sexual se había vuelto a disparar y aunque era difícil y complicado tener sexo como antes, seguía estando tan sensible que le encantaba simplemente besarse un poco más apasionadamente con Emilio y toquetarse un poco. 

Y Emilio... Bueno, parecía jamás querer separarse de él. Era hasta un poco ridículo, pero Joaquín había vivido casi 29 años cuidándose y sin aceptar ninguna muestra de cariño extra más que de sus amigos y hermana, sentirse seguro alrededor de Emilio era algo que nadie se lo iba a quitar ni de chiste.

Ni siquiera su propio papá.

Tuvieron noticias de él unas cuantas semanas después, cuando fueron a la fiesta de una de las tías de Emilio a la casa familiar, la misma que, un año antes, Emilio dejó para ir a una cita con Joaquín, el día donde empezaron su amistad y a enamorarse inevitablemente del otro.

El Secreto de las FloresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora