Ellas

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Después de un rato observando el mar, decidimos ir al pueblo. Íbamos a quedarnos por unos días, así que teníamos que comprar cosas para la cabaña.

—¿Cómo es el pueblo? —preguntó New mientras subíamos al auto.

—Hace mucho no voy, la última vez fue hace casi cien años —respondí mientras abrochavamos nuestros cinturones.

—Entonces nadie te reconocerá, ¿cierto?

—Supongo que no —afirme mirándolo —. Aquí solo era un simple pescador, nadie importante.

—Mm —pronunció el, nuevamente apartando la mirada.

—¿Qué sucede?

—No puedo evitar ponerme así cuando hablamos del tiempo que has vivido Tay, lo sabes.

—¡Esta bien! —exclamé tomando su mano—. No hablemos de eso ahora sí.

—Tienes razón —respondió con una sonrisa—. Solo disfrutemos el día.

Al llegar al pueblo, caminamos por un rato, los lugareños nos observaban bastante, creo que se habían dado cuenta de la relación que teníamos y no les gustaba. Ese lugar estaba bastante aislado del mundo y vivían con viejas costumbres así que era entendible.

Aún así seguimos con nuestro plan, compramos lo que necesitábamos, pero cuando nos dirigíamos al auto empezamos a escuchar gritos de varias personas.

—¿Qué es eso Tay? —preguntó New preocupado.

—No lo sé, quizás deberíamos a ir a ver, tal vez alguien necesite ayuda.

—Tienes razón —afirmó dejando las cosas en el auto—. Vamos.

Cuando llegamos al lugar donde estaban todas esa personas vimos porque gritaban, ellos estaban atacando a dos niñas arrodilladas en el piso, cubriéndose.

—¿Qué hacen? —grite empujando a las personas para pararme frente a ellas—. ¿Qué es lo que sucede con ustedes? —grite nuevamente cubriéndolas mientras New se acercaba a ayudarlas, y solo entonces empecé a entender que era lo que les gritaban.

—¡Brujas! —repetían—. ¡Son brujas!¡Están malditas!

—Ya deténgase —grité, pero nadie se detenía.

—Tay... Tay —escuché a New llamarme—. Están lastimadas, tenemos que llevarlas a algún hospital o algún lugar donde podamos curar sus heridas.

—Esta bien —respondí e intente calmar a las personas nuevamente, pero no podía, seguían arrojando cosas contra nosotros, cuando note que eran rocas más grandes tuve que detenerlas antes de que lleguen a nosotros, y aunque por un momento todos se quedaron paralizados segundos después volvieron a gritar cosas.

—¡Es igual que ellas! —gritó uno de ellos—. ¡Maldito el también está maldito!

—Dije que se detengan —grité molesto.

—¡Largo de aquí! —gritó entonces un ansiado que estaba entre la gente—. No queremos personas como ustedes aquí... la mala suerte los persigue, larguense.

—Tay la joven se desmayó, ¡se desmayó! —gritó New preocupado—. ¡Hay que irnos rápido!

Después de eso comenzaron a arrojarnos piedras nuevamente, una de ellas me había golpeado en la cara, y justo en ese instante me invadió la rabia, entonces todo lo que habían arrojado sobre nosotros lo lancé sobre ellos, después me volteé hacia New, los rodeé con mis brazos y nos transporte al auto.

Lo que tenemos juntos(T&N)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora