Reylo 17

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ADVERTENCIA +18

Me remuevo en la cama, una leve punsada en mis caderas me hace recordar la apasionada noche que acabo de pasar en la cabaña en medio del bosque con aquel misterioso hombre. Un delicioso aroma a tocino entra en mis fosas nasales y es cuando caigo encuenta de que estoy sola en la habitación.

Voy directo a la puerta no sin antes colocarme su camisa de cuadros rojos y negros, camino por el pasillo siguiendo el aroma hasta llegar a la cocina donde me topo con el gran cuerpo del pelinegro usando tan solo un boxer. Sin pensarlo mucho me acerco a él y me abrazo a su espalda sorprendiendolo por mi tacto.

—Veo que estas despierta.

—Mjm.

Paseo mis manos por su pecho, sintiendo cada uno de sus músculos, disfrutando de su cálida piel, poco poco fui bajando una mano hasta llegar al elástico donde juguetee un poco con mis dedos.

Apagó la estufa y de golpe giró mi cuerpo haciéndome reposar boca abajo sobre la barra de la cocina, su gran mano acarició mi piel desde mi muslo hasta poco antes de llegar a mi glúteo donde impactó fuertemente haciéndome soltar un leve gemido.

—Veo que te gusta jugar—sus dedos se movieron al centro—Juguemos un poco.

Subió su camisa hasta mi cintura dejando completamente libre mi cadera, su dedo índice entró entre mis glúteos y trazó un camino hasta mi clitoris donde se detuvo un poco para hacer un par de lentos movimientos, volvió a subir, se detuvo en mi entrada donde amenazó con entrar undiendo solo la punta de su dedo y al escuchar un leve jadeo mío lo retiró haciéndome bufar de frustración.

—¿Qué pasa? Ya te prendiste—susurró con su gruesa voz—

Moví mis caderas hacia atrás, buscando rozar con un entrepierna a lo que recibí un fuerte azote.

—Aaah—grité

—No, no, no—acarició la zona—Aquí es hasta que yo diga.

—Deberías dejar de tontear y ya metermela.

—¿Y si no quiero?—pegó su torso a mi espalda—Te dejaré, pero no debes moverte de aquí—dijo a mi oído.

Se separó de mi y fue directo a los cajones donde removió las cosas y volvió a donde yo estaba, tomó mis muñecas y pude escuchar el típico sonido de la cinta adhesiva al ser separada para luego ser puesta en mi.

—Ahora si, inmóvil.

De pronto algo impactó en mis glúteos, está vez fue algo metálico, el golpe me hizo jadear de dolor, pero la posición en la que me encontraba me hizo exitar.

—Estas muy mojada—pasó sus dedos por mi vagina—

Sin más adentró sus gruesos dedos, se movían lentamente hasta llegar al fondo, se movían de adentro hacia afuera, su mano libre jugaba un poco con mi trasero donde hacía  la finta de querer entrar.

—Pareces lista para mi—besó mi espalda—

—Estoy lista desde hace tiempo—solté con impaciencia—

Sentí el duro miembro pasear por la zona que pedía a gritos ser llenada por él, se sentía calor en la habitación y no precisamente por la estufa.

—Ya la vas a...—gemi fuerte al sentirlo entrar de golpe en mi interior—

Las estocadas que daba contra mi fueron fuertes desde un principio, nuestras pieles chocaban entre sí haciendose escuchar en el lugar, gruñía con su ronca voz mientras su agarre a mis muñecas amarradas se intensificaba.

Con una mano en mi cabello y la otra en mis manos levantó mi torso, sus estocadas aumentaban la velocidad junto con nuestros gemidos.

—Ya-ya no podré más.

Automáticamente soltó mi cabello y llevó su mano a mi clitoris comenzó a acariciar mientras era penetrada brutalmente por su enorme miembro.

—Vamos, córrete, dámelo todo—susurró a mi oído—

No entendía el porque de los susurros si estábamos, pero era algo que aumentaba la exitación haciéndome llegar al tan preciado orgasmo.

Un par de estocadas más de su parte fueron suficientes para hacerme llenar de él.

Salió de mi interior, con sumo cuidado retiró la cinta adhesiva de mis muñecas y tras ver lo mucho que mis piernas temblaban me tomó en brazos y me llevó a una silla.

—Vaya, ahora entiendo porque sentí una punzada en mi cuerpo al despertar—reímos juntos—

Microfics Reylo 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora