Georgina
Martín, tal y como le pedí, me ha dejado en paz. No ha vuelto a intentarse poner en contacto conmigo. Agradezco su madurez y su sentido común, pero he de admitir que le echo de menos.
Pero he hecho lo mejor.
Odalis está frente a mí en el salón de mi piso, probándose los modelitos que nos acaban de llegar de una web de ropa china.
—¡Me encanta! —exclama—. ¿Qué te parece este outfit para salir esta noche?
—Vas muy guapa.
—¿Tú qué te vas a poner? Este vestido seguro te queda genial.
—Yo esta noche no voy a salir. No insistas, sabes que no vas a conseguir que cambie de opinión...
Pero igualmente lo intenta, aunque como la he avisado, no consigue nada. Un rato después saca un tema de conversación que, extrañamente, despierta más interés en mí de lo normal.
—¿Te acuerdas de mi primo Carlos, el que se casó con una rusa?
—Sí. ¿Ekaterina...?
—¡Exacto! Pues vas a flipar. —Se sienta a mi lado—. Mi familia está que trina. Han montado un club en el antiguo teatro...
—¿Un club? ¿Qué tiene eso de malo? —pregunto con confusión.
—Que no es un club de lectura..., ni de baile ni nada de eso normal. Es un club de swingers.
Me quedo callada, pensativa.
—De intercambio de parejas, por si no sabes lo que es —añade.
Cuando cae la tarde Odalis se va, y yo me quedo tirada en el sofá dándole vueltas a todo. Todavía sigo pensando en lo que ocurrió aquel día en la farmacia con el fentanilo. He revisado los albaranes y las recetas médicas y todas coinciden. Solo me queda pensar que ese hombre estaba mal de la cabeza, más de lo evidente.
Después de cenar, no me quito de la cabeza el club de swingers del que me ha hablado Odalis. Investigo en la cuenta de instagram de Ekaterina, y veo que el club en cuestión se llama Imperiya.
No sé en qué momento se me ocurre que es buena idea ir.
Me arreglo, cojo mi coche y me dirijo al lugar. Estoy nerviosa, y no estoy nada segura de lo que estoy haciendo. ¡Maldito Martín! Es el culpable de despertar mi morbosa curiosidad.
El ambiente, al igual que en Sevilla, es bastante grato. Me acerco a la barra y pido un refresco. Nada de beber, me repito. Que he traído el coche, y ya no está Martín como mi ángel guardián.
—¿Gina?
La primera, en la frente. Carlos, el primo de Odalis, está frente a mí. Sonrío un poco incómoda, pero él, totalmente simpático, me da dos besos.
—¡Qué alegría verte aquí! —añade.
—Me he enterado que habíais abierto un club y quería conocerlo —respondo—. Es genial. Aunque me gustaría que...
—Tranquila, Gina, aquí todo es las 2D: diversión y discreción.
—Gracias.
—¡Ekaterina! Mira, ha venido Gina.
Ekaterina se acerca. Es una rusa de rubio platino de metro ochenta. Yo soy alta, pero ella lo es más.
—¡Oh! Una alegría tenerte aquí, espero que todo esté a tu gusto y pases una agradable experiencia. Siéntete libre de visitar todas las habitaciones que quieras.
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A tu merced +18
RomanceMartín, un policía de Madrid a punto de ascender, disfrutaba de su vida sexual de una forma poco convencional... hasta que aquello ocurrió. Desde entonces, no es el mismo. Hace ocho meses todo cambió. Ver a sus amigos teniendo sexo no le excita, h...