crecer ✧ soojun

Capítulo veintiocho

El corazón pareció detenérsele por un instante, ese instante eterno en el que Yeonjun lo besaba con voluntad propia por primera vez, ese instante hermoso en el que sentía su alma ligeramente lastimada, pero su corazón profundamente agradecido.

Sus manos viajaron rápidamente hasta sostenerle el rostro por las mejillas, dedicando unas caricias suaves en éstas con sus pulgares, recibiendo el movimiento en sus labios, correspondiéndole con necesidad. Y estaba tan mal que lo necesitara de esa forma demasiado inusual e insana hasta cierto punto.

— Hyung... — su voz brotó ansiosa una vez que se separaron del encuentro de labios. Sus ojos brillantes recorrieron el semblante del mayor por completo, intentando encontrar algo que le negara su derecho a sentirse feliz; quería más, lo quería todo de Yeonjun, pero también quería dar todo de sí mismo y que lo aceptara.

— Cállate y deja el jodido respeto, ¿si? — ordenó con voz firme y grave. Cerró sus ojos y dejó su frente recargada contra la de Soobin, sus mejillas recientemente atendidas con toques suaves habían osado a tomar un tenue sonrojo, porque estaba avergonzado, no muy seguro de lo que hizo y aún así seguro de que era lo correcto — No hables más — sus manos temblaron a sus costados cuando las formó en puños, aún no se atrevía a abrir los ojos, pero sentía con claridad los de Soobin puestos en él. Pensó, que ahora seguía la parte de la historia en la que él debía dejar de lado su orgullo y corresponder los sentimientos de Soobin porque ya no podía seguir ocultando la irremediable atracción que sentía a toda esa situación, al hecho de que alguien lo amara tan intensamente, de que le gustaba y no había mucho más qué hacer respecto a ello — ahora mismo estoy en tantos problemas por tu culpa...

Y lo decía en serio, justo a causa del menor estaba muy confundido acerca de lo que era real, de lo que debía sentir y de lo que no; nuevamente lo recordaba, él era el adulto, él debería estar actuando correctamente. Si todo eso tuviera una verdadera importancia, él para nada hubiera besado a Soobin.

Al abrir los ojos, Yeonjun pudo sentirse sorprendido de la sonrisa tan amplia y sincera que Soobin pintaba en sus labios de tono cereza. Al abrir los ojos, pudo volver a encontrarse con aquellos luceros del que, hacía ocho años, había sido un niño enamorado de él.

— ¿Problemas? — se sentía ansioso, pero a la par llegaba esa sensación de felicidad, porque aún podía sentir un hormigueo en sus belfos al haber sido besados por Yeonjun, sin haberlo buscado antes él. Bajó sus manos hasta rodear con sus brazos el cuerpo del mayor, y así abrazarlo de la cadera, acercándolo lo más posible a él. Su corazón brincó alegre por no haber sido apartado, al contrario, recibir los brazos ajenos alrededor de su cuello para corresponderle el gesto.

— Sí, demasiados. Problemas que no puedo solucionar porque de alguna forma no me lo permites — explicó, endureciendo su expresión al fruncir sus cejas y mirar con severidad al menor — no debías... no debías esperar por mi, no se suponía que lo hicieras, no debía pasar. Algo como eso es tan estúpido — sus dedos se atrevieron a enredarse en el largo cabello del chico con un poco de rigidez.

— Yo lo prometí, usted- tú también lo hiciste — y era muy raro tratarlo de una manera no formal como había acostumbrado. Soobin ignoró el estremecimiento del tacto rudo sobre su nuca, y decidió enfrentar esa faceta una vez más — para mi eso no fue algo estúpido, hyung.

— Lo fue, Soobin — insistió, aprovechando su cercanía al tener sus frentes juntas, sus rostros tan cerca. Decidió suavizar su agarre, lo hizo estirando sus dedos lentamente entre los mechones oscuros, formando caricias suaves y descendiendo ligeramente a su cuello, para continuar con su rostro, y levantar una pequeña pero sincera sonrisa — y aún con eso, no sé cómo es que puedes hacerme sentir así.