Capítulo cuatro. "Connor".

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Denise.

Había dos pasillos, ambos eran iguales. Opte por el izquierdo.

 

Como dije anteriormente. Todas las habitaciones tenían un número acompañado de una letra.

Las paredes estaban rasgadas y en muy mal estado. No me sorprendía, ya que este lugar es un verdadero basurero.

 

Una de las habitaciones tenía la puerta abierta. Tome coraje e ingrese.

 

Tenía una cama que daba la vista justo para la ventana, las sabanas eran blancas y estaban descastadas. Una fotografía vieja colgaba de la pared. Me hacer que para contemplarla mejor. Había una mujer que no pasaba los cuarenta, de tez morena y cabello castaño, color de ojos entre miel y verde claro, al lado de ella estaba una niña pequeña, tenía los mismos rasgos que la mujer, mismo cabello y sus ojos eran cafés.

 

-¿Qué haces en mi habitación?- escuche alguien por detrás. Quede paralizada. No sabía que alguien se aquí. – Te he dicho niñita…-sentí que se acercaba- ¿Qué haces aquí? –soltó con firmeza, asiéndome sentir un escalofrío dentro de mi cuerpo.

 

 

-Yo-o…-empecé a tartamudear. Vamos Denise tuviste coraje para entrar pues contéstale con tal… o ¿eres gallina? Me desafío mi conciencia – Pasaba por aquí y vi la puerta abierta –dije.

 

-Ajam, entonces si vez alguna puerta de este edifico está abierta ¿también entraras? Menuda intrusa -dijo burlón.

 

-Vete a la m*erda –voltee furiosa. Me tome con su cuerpo… y al parecer bien trabajado. Levante la mirada lentamente avergonzada. Un chico de cabello negro hacia atrás en forma de jodo, ojos avellana y pestañas largas, tez morena y unos rasgos muy lindos.   

-¿Quién eres?- dijo serio. Sin apartar la vista.

 

-No te importa.-

 

-Vete –escupió.

 

-Con gusto –me aparte de él y camine hacia la salida -¡Ey! –lo llame, me miro. Le mostré mi adorable dedo del medio.

 

-Perra ba…-cerré la puerta.

 

 

-Muérete –murmure, seguí con mi camino.

 

 

Esta vez prometo no entrar a ninguna habitación ajena…

 

El recorrido se tomó aburrido y ya empezaba a tener hambre. Pero tan solo imaginar la comida de aquí, me producía nausear, automáticamente se me iba el hambre.

 

Me acerque a la ventana, mire por ella, a lo lejos observe un jardín. Sin dudarlo me dirigí allí.

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